El pasado 5 de agosto llegó un derecho de petición a la oficina de la historiadora Constanza Toquica, directora del Museo Santa Clara en Bogotá. El documento la exhortaba a suspender la realización de la exposición temporal Mujer en custodia, de la artista María Eugenia Trujillo, compuesta por una serie de custodias (en el culto católico, se llama así a las piezas de oro u otro metal precioso donde se coloca la hostia, después de consagrada, para adoración de los fieles) y relicarios intervenidos por la artista. Remitiendo a la tradición femenina del bordado conventual, Trujillo colocó representaciones de flores, ojos y vaginas cuidadosamente bordadas en el lugar central de las custodias —un pequeño círculo llamado, significativamente, “viril”—. En el derecho de petición, Toquica fue amenazada con procuraduría, multas y cárcel.  

fuente: soho.com.co

La exposición, que pretendía llamar la atención sobre el lugar de la mujer en el catolicismo y en la sociedad colombiana en general, se iba a presentar en una institución pública que, a pesar de su nombre, no pertenece a la Iglesia sino al Ministerio de Cultura de Colombia, y tiene, por lo tanto, carácter laico. El abogado y político conservador Carlos Corsi Otálora redactó el derecho de petición —el mismo personaje que propuso en 2001 incluir los diez mandamientos en el Código de Ética del Congreso de la República de su país—. Según Corsi Otálora, la exposición de Trujillo busca “desde unas perspectivas feministas atacar los símbolos religiosos de la eucaristía y la fe cristiana en uno de los lugares de adoración, que es la custodia del Cuerpo de Cristo”. 

Las amenazas desde los sectores más conservadores del catolicismo colombiano no se hicieron esperar. Dos de estas fueron recogidas por la revista Arcadia

La primera constituye una amenaza indirecta que llama la atención, en todo caso, por su carácter prepotente: “Con todo el respeto que usted se merece [a la directora del museo], pero usted no sirve para dirigir un museo tan respetado como el museo santa clara, usted no hace sino promover degeneración (…). La dirección del museo santa clara la debería tener la conferencia episcopal de Colombia o la comunidad de las hermanas clarisas o cualquier comunidad religiosa. Si usted no es católica no creen en nada respete a los que sí lo somos. A usted la va a vomitar Dios porque Dios vomita a los tibios. Un engendro del diablo como usted no merece dirigir un museo como es el de santa clara y mañana se hará manifestación frente al museo. Porque los católicos somos más y no vamos a permitir que una maldita feminista disfrazada de artista plástica destruya nuestra fe así que aténgase porque los católicos somos más (…).

El segundo texto constituye claramente una amenaza directa contra la integridad de la funcionaria: “Cuídese porque la conferencia episcopal puede encargarse de quitarle su cargo (…). Le deseo suerte y que se pudra y se queme en el infierno”.

fuente: soho.com.co

La ministra de cultura Mariana Garcés informó en conversación con Blu Radio que se presentaron, a propósito de esta controvertida muestra, más de 60 tutelas (el mecanismo previsto en la Constitución de Colombia con el que se busca proteger los derechos constitucionales fundamentales de los individuos "cuando quiera que éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública"), todas ellas con el mismo contenido, aunque presentadas bajo distintas firmas. Todas fueron rechazadas salvo dos, y eso fue suficiente para suspender la exposición, bajo la consigna de atentar y vulnerar “la libertad de culto y el libre desarrollo de la personalidad”.

Aunque el Ministerio de Cultura de Colombia emitió un comunicado rechazando esta decisión del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, señaló también que las tutelas son de cumplimiento obligatorio. Lo cierto es que el caso ha provocado esta última semana una enorme polémica que, más allá de sus serias implicancias locales, resuena también con otros casos recientes de censura religiosa en países como el nuestro, donde la separación de Iglesia y Estado rara vez es respetada. Hace unos meses, LaMula.pe conversó por ejemplo con la artista Natalia Iguiñiz, quien nos recordó el caso de la muestra que el propio arzobispo Cipriani le cerró en la galería Pancho Fierro de la Municipalidad de Lima. También han sido censuradas, por razones similares, exposiciones recientes de artistas como Javi Vargas y Frau Diamanda, y casi fue el caso de una muestra de Sergio Zevallos debido a las presiones del grupo Tradición y Acción.

Como lo ha señalado la revista Arcadia, estos casos dejan preguntas urgentes:  "¿Cómo una mujer puede representarse a sí misma dentro de los símbolos de un mundo creado por y para los hombres? ¿Si la iglesia fuera una institución femenina (cosa que hubiera ocurrido si ciertos grupos del cristianismo primitivo hubieran prevalecido), cómo sería la representación de lo femenino en los símbolos de la Iglesia? ¿Desde cuándo el cuerpo femenino se convirtió en algo ofensivo, vergonzoso y abyecto que merece todo el repudio? ¿Qué está verdaderamente en juego en el intento de censura? ¿Es un asunto estrictamente artístico o estrictamente religioso? ¿O es una discusión política que debe ser leída en un marco más amplio?".

Veamos otras de las piezas de la muestra de María Eugenia Trujillo:


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