A dos semanas del final de su sexta temporada, y por primera vez con claras vistas al final definitivo de la serie en el 2018, Game of Thrones ha decidido cerrar algunas de las líneas narrativas que han dirigido la acción durante esta temporada, e incluso algunas que vienen desde la tercera o cuarta. Así, en el episodio 8, 'No One', vimos el desenlace del viaje de Arya Stark a Braavos; la muerte de Blackfish de la familia Tully; el retorno de Daenerys a Meereen; la rebelión última de Tommen Baratheon contra su madre, Cersei. 

Por otro lado, en un episodio que claramente no es más que la calma antes de la tormenta final, Game of Thrones decide recordarle al mundo que, aunque muchas veces sus personajes hagan las cosas por ‘algo más grande que nosotros’, la serie de HBO nos ha dado varias amistades que superan toda rencilla familiar, ideológica o política. El caso paradigmático es la reunión entre Brienne y Jaime que, aunque termina con Brienne recordándole a Jaime que le sería fácil matarlo si tuviesen que enfrentarse en batalla, también trae a la mente la amistad que los dos caballeros formaron durante la segunda temporada, y el giro moral de Jaime Lannister bajo la saludable influencia de la dama de Tarth.

Pero la negociación entre el más guapo de los Lannister y la mujer con quien se casaría si no estuviese cegado por su amor por Cersei no fue la única demostración del poder de la amistad durante 'No One'. El dúo estratégico de Tyrion y Varys tuvo una despedida más bien emocional mientras Varys partía de Meereen hacia Westeros en con una misión secreta. Sandor Clegane se vuelve a encontrar con los jefes de la Hermandad sin Banderas, no solo llegando a un acuerdo poco sangriento -en el estándar de Game of Thrones- para vengar a sus amigos pacifistas sino también acafmpando con ellos y pensando la posibilidad de una alianza. Sandor, dejando atrás al sanguinario Perro, admite la posibilidad de una amistad con Beric Dondarrion y Thoros of Myr, y recuerda entre líneas la curiosa amistad que alguna vez tuvo con Arya, reafirmando cuánto le gusta el pollo.

Arya misma, por su parte, ha hecho una nueva (y breve) amiga: la actriz Lady Crane, que le devuelve el favor de salvarle la vida curando las heridas en el estómago que The Waif le hizo la semana pasada. Arya se despierta justo a tiempo para salir corriendo, cosa por lo demás poco probable dada la gravedad que sus heridas tenían hace apenas unas horas (¿o días?). La persecución que sigue tiene la mayor cantidad de acción del episodio, y también es la más ridícula: ¿cómo puede una niña que acaba de ser apuñalada varias veces en el estómago -con vuelta de cuchillo y todo- correr por todo Braavos, derribando gente, canastas y mercancías en el camino? ¿por qué la mujer-robot que es The Waif fallaría otra vez tan miserablemente en la simple misión de matar a una niña a medio entrenar? 

Quizá el final de la secuencia es lo único que tiene sentido, un plan que Arya, inexplicablemente, no ejerció desde el principio: encerradas en una especie de calabozo, Arya tiene una ventaja insuperable una vez que se apaga la luz, justamente gracias a las brutales lecciones que The Waif le enseñó durante su época ciega. Que esta sea la única habilidad real que Arya se lleva después de dos temporadas en el culto de los Sin Rostro podría ser la mayor decepción del episodio.

Hablando de decepciones, Cersei Lannister está a punto de ver frustrado todo su plan de vida. Traicionada o, más bien, abandonada por su último hijo, un Tommen ansioso por satisfacer la voluntad del Gorrión Supremo, Cersei parece demasiado cerca de usar su último recurso y acabar de una vez por todas con los fanáticos, y de paso con King’s Landing: al oír que Tommen ha decidido que no podrá defenderse de la Fe Militante a través de un juicio por combate que de todas maneras ganaría con La Montaña Zombi como su campeón, quien alguna vez fue la mujer más poderosa de los Siete Reinos le pregunta a su último amigo en King’s Landing, el oscuro alquimista Qyburn, por un rumor. Aunque no sabemos exactamente de qué están hablando, debe ser una de dos cosas. O le han encontrado alguna infidelidad al Gorrión Supremo, cosa poco probable dada la narrativa de este personaje hasta ahora, o Cersei se está disponiendo a usar el cuantioso almacén de fuego valyrio que Tyrion descubrió debajo de King’s Landing.

La última vez que alguien planeó usar fuego valyrio para quemar King’s Landing fue durante la revolución de Robert Baratheon, cuando el Rey Loco Aerys Targaryen: en su locura, Aerys mandó a minar la capital de su reino, llevando al extremo su obsesión por ‘quemarlos a todos’. Quien lo detuvo en ese momento fue Jaime Lannister, asesinando a su propio rey con el que, además, tenía un juramento como Guardia Real. El amor incondicional de Jaime por Cersei quedó manifiesto en este episodio a través del diálogo entre el Matarreyes y su prisionero, Edmure Tully. Edmure odia a Jaime, lo considera un traidor sin honor y lo increpa por creerse una persona decente. La ironía del personaje de Jaime, lo que lo convierte en uno de los mejores personajes de la saga, es que ser una persona decente lo ha llevado a hacerse la peor fama de Westeros.

Sin embargo, en vez de limitarse a recordarle al público cuánto y por qué vive enamorado de Jaime, Game of Thrones decide mostrar el reverso de su anterior escena, en la que salía el honorable Jaime razonando con Brienne: el diálogo civilizado se convierte en una amenaza sanguinaria contra el hijo bebé de Edmure, amenaza fundada en el profundo amor de Jaime por su melliza, Cersei, y su admiración por el amor de esta por sus hijos. Con una sola frase, el Lannister le recuerda al mundo por qué empezó su carrera en Game of Thrones siendo uno de los mayores villanos de la serie: “las cosas que uno hace por amor...”, le dice a Edmure, haciendo eco del instante en que decidió matar a Bran Stark, en el mismísimo primer episodio de la serie, para proteger su amorío con Cersei.

Si llega el momento, ¿podrá Jaime defender a King’s Landing y sus civiles de una Cersei enloquecida por la rabia y la impotencia? Cierta profecía a veces olvidada podría afirmar que sí.

Por lo demás, 'No One' es un episodio escrito más para poner orden antes del final que para hacer avanzar la historia. Probablemente la salida triunfal de Arya del yugo de los Sin Rostro sea lo último que veamos de la hija menor de Ned Stark, dado además que el episodio llevó el nombre de su secta. Sería un poco ingenuo, aunque feliz, pensar que Arya podría reunirse con sus hermanos Jon y Sansa en Winterfell. Se puede citar como antecedente que Melisandre le dijo a Arya que se volverían a encontrar, y ahora Melisandre está con los Stark, pero no todo puede ser tan feliz en una sola temporada en Westeros.

Brienne, tras fallar en su misión de traer al ejército Tully para ayudar a Sansa en la batalla por Winterfell, huye amparada por su amistad con Jaime, y probablemente llegará justo a tiempo para participar matando a algunos Boltons, aunque sin la ayuda que le urge a la campaña Stark. Queda por verse hasta qué punto funcionará la amistad entre Sandor Clegane y Beric Dondarrion, a quien el Perro asesinó en la tercera temporada, aunque Thoros lo trajo de vuelta por enésima vez. No está muy claro cuál es el objetivo actual de la Hermandad sin Banderas, pero tener a Sandor de su lado ayudará bastante a sus fines, que están dispuestos a cumplir a través de la violencia.

Jaime retoma Riverrun sin mayor derramamiento de sangre, y la muerte de Blackfish no se ve en la pantalla: esta aventura del Lannister manco ha servido sobre todo para recordarnos los dos lados de su heroísmo, y ahora lo único que le interesa es regresar al lado de su amada para ver el desenlace del caos que ella misma creó al darle poder a la Fe Militante.El escenario en King’s Landing, mientras tanto, pinta cada vez más oscuro para Cersei y para un Tommen obviamente manipulado por Margaery y el Gorrión Supremo. Aunque tiene a La Montaña -cuyo poder finalmente se demostró esta semana gracias a una arrancada de cabeza que dejó boquiabierto hasta al impasible traidor Lancel Lannister- como aliado, Cersei necesitará una buena dosis de estrategia (o de huida) para salir con vida de su juicio religioso.

La mayor parte de estos problemas tendrán que esperar hasta el último episodio o hasta la siguiente temporada para resolverse: el próximo, a juzgar por el tráiler, tratará exclusivamente de la batalla por Winterfell. Las experiencias previas con episodios bélicos en Game of Thrones han sido, por decir lo menos, positivas. Primero estuvo la batalla de Aguasnegras, en la que Tyrion venció a Stannis Baratheon usando una parte del fuego valyrio que sigue enterrado debajo de King’s Landing. Después, vimos a los salvajes tratando de cruzar el Muro durante una de las mayores demostraciones de efectos especiales en la historia de la televisión. 

Ahora, por lo pronto, la batalla entre los Stark y los Bolton no tiene elementos mágicos muy claros excepto la presencia, hasta ahora inútil durante la batalla, de Melisandre y sus premoniciones fatalistas. Si, en efecto, los Stark recuperan Winterfell y Cersei destruye King’s Landing, Game of Thrones daría muestras de avanzar de manera inexorable hacia dos temporadas finales centradas en, por un lado, la guerra entre Winterfell y los muertos vivientes y, por otro, la invasión de Daenerys Targaryen y sus dragones.

A veces es fácil olvidar que, en Westeros, no solo se acerca el invierno sino también el fuego.


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