Todos sabemos que el viaje de los Beatles a la India, en 1968, influenció directamente en el estilo musical de la banda. Pero lo que pocos saben es que George Harrison tuvo la oportunidad de realizar el viaje dos años antes que sus compañeros. Mientras que “para Paul y John el interés en la India y la cultura Hindú no era algo más que temporal; para George, la India cambió y remodeló completamente su vida”, afirma el crítico Palash Ghosh en su columna de International Business Times.  

Viajando únicamente en compañía de una cámara con lente “fisheye” (ojo de pez), logró documentar su travesía por lugares emblemáticos como el Taj Mahal. Sus imágenes, sin embargo, estaban lejos de ser las típicas fotografías de los 60. Muy adelantado a su época, se retrataba a sí mismo frente a todos esos asombrosos paisajes, en un moderno 'selfie' o autorretrato.

La lente fisheye le ayudó a crear unos efectos muy introspectivos, como en la siguiente fotografía, en que su rostro aparece a la distancia, en la parte superior, como un gran sol encima del paisaje. Pero su mano luce demasiado próxima al espectador.


El dato que pocos saben es que este viaje sirvió para que Harrison se liberara de la presión de la fama y la cada vez más abrumadora manía Beatle. Como él mismo confirmaría después de su viaje, “fue la primera vez que me sentí liberado de ser un Beatle o un número”. 

Aprendió a practicar yoga y a tocar el sitar, uno de los instrumentos de cuerdas más tradicionales de la India. Luego, se volvió un fiel discípulo de Ravi Shankar, uno de los músicos más famosos de la Indiay un virtuoso del sitar.

Harrison relató que su primera fuente de inspiración fue el show surrealista, El prisionero (The Prisoner), una serie británica de ciencia ficción que gozaba de popularidad en la década del 60. En esta se narra la vida de un agente secreto que es abducido hacia un espacio en donde permanecen cautivos otros espías. Ahí nadie tiene nombre, todos se llaman por números. Emparentado con este sentimiento de despersonalización, Harrison decía sentirse un número más de una banda famosa. 

En sus autorretratos, la burbuja que bordea las imágenes viene a ser una representación paradójica de su vida fuera de la pecera de la fama, de la prisión que significaba para él la “beatlemanía” y una identidad que él sentía alienante y artificiosa.

De ese modo, el histórico viaje a la India, que quedó documentado en “selfies”, demuestran a un Harrison en proceso de autodescubrimiento espiritual. Tal vez por eso, a los 24 años le escribió a su madre: “Quiero encontrarme a mí mismo. Quiero encontrar a Dios. No estoy interesado en cosas materiales, este mundo, la fama.”

Como extra, dejamos uno de los temas favoritos entre los fanáticos de George Harrison. 


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