Cuando Julia Pérez Gonzales llegó a Lima por primera vez para pedir justicia por el asesinato de su esposo, Edwin Chota, tenía un embarazo de siete meses. Esta semana nuevamente regresó a Lima junto con Ergilia Rengifo, viuda de Jorge Ríos; Avelina Vargas, viuda de Francisco Pinedo; Lita Rojas, viuda de Leoncio Quisquisimo, y el pequeño Edwin, de apenas semanas de nacido. Un bebé que crecerá sin el calor paternal, pero que escuchará cientos de historias sobre su padre y se sentirá orgulloso de lo que hizo su progenitor por su comunidad, por el Perú y el mundo. Estas cuatro mujeres, apenadas y decepcionadas, pero valientes y seguras de que seguirán defendiendo sus derechos, estuvieron en Lima invitadas por organizaciones ambientalistas para participar en el estreno de un minidocumental sobre ellas y sus compañeros ashéninkas –como parte del Festival de Cine Itinerante Indígena-, así como en el lanzamiento del informe del medio ambiente en el Perú elaborado por Global Witness.

amor de madre. el dolor de la partida de su esposo es menor tras la llegada del pequeño edwin

“El Estado peruano nos tiene abandonados. En el Perú somos marginados”, dice Julia a LaMula.pe, entre impotente e indignada, pero segura de que aunque la muerte esté a la vuelta de la esquina los ashéninkas no claudicarán en su lucha, empezando por ella. “Edwin pidió mucha ayuda, tocó muchas puertas, denunció que lo habían amenazado una y otra vez, pero poco caso le hicieron. De regreso a casa me contaba que estaba decepcionado de las autoridades, que lo ignoraban. Los madereros lo odiaban porque no dejaba que se lleven nuestros árboles. Cuando tenía que ir a la reunión con los hermanos brasileños él me dijo que seguro iba a pasar algo, había pedido que los policías le acompañaran para protegerlo, pero nadie fue. Y lo mataron”, cuenta. 

Ya no sabe cuántas veces ha contado su historia, la historia de todos aquellos relegados por el Estado. Pero insistirá hasta que la justicia peruana castigue a los culpable –tiene la esperanza– y aunque siga siendo amenazada. “El que está en la cárcel me ha dicho: cuando salga, voy a vengarme, voy a acabar con la comunidad”, añade.

“El gobierno no nos apoya, no nos hace caso. Se olvida de nosotros porque somos indígenas”, resalta. Nuestra principal petición –agrega– es la titulación de nuestros territorios, ¿por qué no solucionan esto? ¿quién se beneficia?

Elgiria, Julia, Lita y Avelina no pueden regresar a la comunidad de Saweto, tanto porque no tienen recursos como por la falta de seguridad ante las amenazas que ellas han recibido. Mientas tanto siguen demandando que el gobierno les dé los cuerpos de sus esposos y atienda sus derechos.

“Sin títulos no valemos nada, no tenemos proyecto de vida, no tenemos nada. Qué triste que el gobierno nunca nos apoye. Nosotros llevamos 12 años de lucha por salvar nuestras tierras. Queremos que nuestra comunidad tenga los títulos para tener tranquilidad y no nos quieran invadir y quitar nuestro territorio. Los madereros nos dicen: 'a ver, enséñame tu título y no entro a tu tierra'. También pedimos salud y educación”, señala Elgiria. “El título para nosotros es como para ti tu DNI”, me dice.

madre coraje.  elgiria espera no sólo el apoyo del gobierno sino también que los limeños tomen conciencia de lo que ocurre con otros peruanos.

Y los héroes ambientales no son solamente regionales, locales. “Nosotros cuidamos el agua, los bosques y no los cuidamos sólo para nosotros, sino también para ustedes, para los que viven en Lima. ¿Acaso no se dan cuenta? Somos peruanos como todos ustedes y el aire que respiran se lo deben a nuestros bosques”, continúa.

Quienes han seguido el caso de los ashéninkas asesinados se habrán dado cuenta de que más y pronta información ha sido proporcionada desde Brasil. En LaMula.pe informamos que tras este cruel suceso los ashéninkas brasileños quedaron temerosos pero de inmediato recibieron el apoyo de sus gobernadores y la seguridad de la policía federal. También recordamos que luego del asesinato de Chico Mendes, el Estado brasileño implementó normas a favor de sus comunidades nativas, y aunque no resolvieron todos los problemas han sido avances concretos. “Cuánta lucha han hecho nuestros líderes y nunca han tenido el apoyo de las autoridades, ni de Ucayali ni de Lima. Nuestros hermanos ashéninkas brasileños sí son apoyados por su Estado, ellos nos ayudan, y quisieran hacer más, hasta el Estado brasileño quisiera hacer más por nosotros, pero no pueden. ¡Pero somos peruanos!”, reclama la viuda de Jorge Ríos, cuya hija recibió también esta semana en Nueva York –el mismo día que ellas daban la conferencia de prensa en el Museo de Arqueología y Antropología– un reconocimiento a nombre de los líderes ashéninkas.

Las viudas también nos recuerdan que en el gobierno regional de Ucayali hay corrupción y que no hizo nada para defender a sus esposos y que más bien apoyó a los madereros. También denuncian que cada vez la contaminación es más evidente en la Amazonía, en sus ríos.

La jefa de la PCM, Ana Jara –a nombre del gobierno– ofreció una pronta entrega de la titulación de sus tierras, que la policía encontraría inmediatamente los cuerpos de su esposos para que los puedan sepultar y también a los culpables. Estamos a casi tres meses y muy poco de esas promesas se han hecho realidad. No hay titulación, faltan dos cuerpos, no hay seguridad para quienes hacen las denuncias, y mientas tanto decenas de comunidades de Ucayali mantienen conflictos con los titulares de concesiones forestales que se superponen a sus territorios.


(Fotos: If Not Us Then Who)


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