El 22 de diciembre de 1988, 'Chico' Mendes, símbolo del ecologismo dentro y fuera de Brasil, fue asesinado cobardemente a manos de un terrateniente. A los 44 años, y en plena lucha por un Amazonas libre de peligros, el líder ambientalista seguía con sus convicciones a pesar de haber recibido amenazas de muerte. Francisco Alves Mendes Filho, nacido y muerto en Xapuri, en el estado de Acre, en la zona fronteriza con el Perú, fue un cosechador de látex y hasta el día de su asesinato organizaba cordones humanos en la selva amazónica para impedir que fuese devastada por hacendados. Con su liderazgo, Mendes dio voz a la lucha de los llamados “seringueiros” (los cosechadores de látex) por la preservación de su modo de vida en la Amazonía.

El 1 de setiembre de este año, Edwin Chota Valera (53) fue asesinado por madereros ilegales. Junto a él cayeron otros tres líderes indígenas ashéninkas de la comunidad nativa Alto Tamaya–Saweto, en la zona fronteriza con Brasil. Chota era el más conocido y en muchas oportunidades denunció ante las autoridades peruanas las amenazas de los madereros sin haber recibido respaldo. Ni sus vidas ni sus tierras fueron protegidas. 

“Hemos podido observar que nuestros hermanos de las comunidades ubicadas al otro lado de la frontera sí son atendidos por las autoridades brasileñas, quienes garantizan sus derechos de educación, salud, seguridad, comunicación e incluso muchas veces se ocupan de las poblaciones indígenas del Perú”, indicó Chota en su última estadía en Lima, en julio pasado. 

Ambas fueron muertes anunciadas.

¿Y la respuesta de los estados?

Bruce Babbitt, exgobernador del estado de Arizona y ministro de Recursos Naturales y Asuntos Indígenas durante el gobierno de Bill Clinton, y Thomas Lovejoy, profesor de la Universidad George Mason e investigador de la Amazonía desde 1965, en un artículo publicado esta semana en Folha de Sao Paulo, relacionan los asesinatos de los dos líderes defensores de la Amazonía y subrayan el hecho de que ante lo ocurrido con Mendes, Brasil reaccionó –por propia conciencia y también ante la presión mundial– con reformas en la legislación forestal, incluida la creación de reservas extractivas, más reservas indígenas y otras áreas protegidas.

El punto es si Ollanta Humala será capaz de honrar la memoria de Edwin Chota y redimir esta tragedia, se preguntan.  

Como se sabe, en el 2002, Chota y su gente comenzaron a enviar peticiones al gobierno peruano para la creación de una reserva protegida en el lado peruano. Chota presionó a las autoridades para que los asháninkas tuvieran títulos de las tierras que ocupan. Así, con la ayuda de ONG ambientalistas, asociaciones nativas y entidades internacionales, los nativos finalizaron los trabajos técnicos para delimitar las fronteras de sus tierras y han solicitado su reconocimiento.

Sin embargo, 12 años después muy poco se ha avanzado y los dirigentes nativos no tienen el respaldo de Estado y están abandonados. Por encima de ellos –subrayan Babbitt y Lovejoy– están los intereses del negocio de la madera, peor aún de los maderos ilegales, cuyos tentáculos llegan a Estados Unidos y Europa.   

"Perú, Brasil y otros países de la Organización de los Estados Americanos, además de la ONU, deben abordar explícitamente los derechos de los pueblos indígenas masacrados porque viven en sus propias tierras. Este es un reto urgente para los derechos humanos", afirman los investigadores.

Humala ha prometido una investigación. Y sin duda, el gobierno peruano debe llevar a los responsables ante la justicia. Hasta ahora, sin embargo, las autoridades peruanas están en silencio acerca de las reformas necesarias para poner freno a la violencia que se extendió por toda la región con el fin de crear una reserva para los ashéninkas y controlar la tala ilegal.

Adoptar medidas concretas y promulgar reformas radicales, como ocurrió en Brasil tras el asesinato de Chico Mendes, es una tarea inmediata para el Perú y sólo así se honrará a Edwin Chota y a todos los defensores de la Amazonía que han sido asesinados. No obstante este deseo, si tomamos en cuenta lo actuado por los diferentes gobiernos respecto de las comunidades nativas, esto no será viable mientras no haya una decisión política que esté por encima de lobbies.

(Foto de portada: New York Times)

 

Lee también:

"El gobierno debe honrar a Edwin Chota reconociendo los territorios de los asháninkas"

Frontera del horror: nativos asháninkas siguen a merced de madereros ilegales

Nativos brasileños en alerta tras asesinato de asháninkas peruanos


Bonus track

Chico Mendes - Maná