Este viernes 11 se cumplen 100 días desde que Alberto Fujimori se internó en la Clínica Centenario Peruano Japonesa de Pueblo Libre. Lo hizo justo el día en que el juez Hugo Núñez Julca le anuló el indulto, el 3 de octubre del año pasado, y ordenó que vuelva a prisión para que cumpla su condena de 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad.
Pero su estadía en el citado centro médico, que regenta la Asociación Peruana Japonesa —dirigida por Jorge Kunigami, quien fue jefe del Osiptel en el régimen fujimorista— ha impedido que se cumpla ese mandato judicial. Y a un costo alto, porque el autócrata pasa sus días en la Unidad de Cuidados Intermedios, que vale unos 1.000 soles diarios, sin contar medicinas ni exámenes, de acuerdo a fuentes médicas que cita Hildebrandt en sus trece. No se sabe cómo o quién correrá con esos gastos.
Desde el piso 13 de la clínica, donde es custodiado las 24 horas del día por dos policías, Fujimori sigue con interés la coyuntura política a través de un celular, con el que habla constantemente con sus colaboradores, según el semanario citado. Es consciente de que el movimiento que fundó en la década del 90 entró en fase terminal bajo la conducción de su hija Keiko, quien cumple 36 meses de prisión preventiva por los aportes irregulares a la campaña de Fuerza 2011.
Por ello, el expresidente le pidió a su hijo menor, Kenji, quien está enfrentado con Keiko, que vuelva a la política en busca de recomponer el fujimorismo, hoy en una grave crisis, pero el benjamín de los Fujimori, suspendido del Congreso, está hoy enfocado en sus negocios. "Kenji ha dicho que prefiere sus temas comerciales", refirió una fuente que cita Hildebrandt en sus trece.
En las últimas semanas, Alberto Fujimori fue visitado también por congresistas de Fuerza Popular, entre los que se vio a Luis Galarreta, Karina Beteta, Héctor Becerril y Tamar Arimborgo. El tema que los convocó fue la crisis del partido naranja. Y el acercamiento de Galarreta al albertismo no es casual. Hace poco, en un local de la avenida Abancay, le dijo a las bases del fujimorismo lo siguiente:
"El partido tendrá que fortalecerse, reconstruirse. Tendrá que tener como presidente honorario a Alberto Fujimori y tendremos que volvernos a juntar".
Estado médico
Alberto Fujimori volverá a ser evaluado por una junta médica a pedido del fiscal de derechos humanos César Landa, quien está a cargo del caso Pativilca, por el que el autócrata todavía debe responder, con el objetivo de determinar si los males que lo aquejan ameritan el internamiento en una clínica.
En noviembre del año pasado, una junta médica del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público lo evalúo y concluyeron que Fujimori no tenía una enfermedad terminal, pero sí una "hipertensión arterial no controlada, fibrilación paroxística con respuesta ventricular variable y cardiopatía crónica". Es decir, el mismo diagnóstico por el que se le concedió el indulto en diciembre de 2017. En la parte neurológica, los especialistas señalaron que Fujimori está lúcido.
En diciembre último, el cardiólogo Jorge Bravo emitió un informe de parte en el que dice que el exmandatario tiene que "llevar un tratamiento anticoagulante de por vida, lo cual es un 'arma de doble filo', porque si el paciente presenta una caída o golpe, podría presentar un sangrado que será difícil de controlar si no tiene acceso inmediato a atención especializada". El documento agrega que Fujimori tiene un diagnóstico reservado, pero admite que es poco probable que desarrolle un síndrome coronario agudo a corto plazo.
Entre tanto, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema tendrá que definir pronto si revoca el fallo que anuló el indulto y Fujimori recobra su libertad. Pero al tribunal le llamó la atención que el expresidente haya pedido hace poco permiso a la sala que ve el caso Pativilca para viajar a la reserva nacional de Calipuy, a 3.400 metros de altura, en Santiago de Chuco (La Libertad).
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