La solución de la huelga de docentes en el Perú, que ya tiene más de dos meses, en medio de protestas, negociaciones estériles e interferencias políticas, está en un punto muerto. Las partes en conflicto no están dispuestas a ceder. En el medio están los millones de escolares que están en riesgo de perder el año. 

La protesta tiene varias aristas, aunque el núcleo de la discusión se ha centrado en estos días en la evaluación de desempeño docente, que la dirigencia que lidera el paro magisterial quiere que se suspenda mientras que el Gobierno alega que esa demanda no es negociable, porque la considera "una pieza central de la reforma magisterial", como sostuvo el premier Fernando Zavala.

En la mayoría de sectores —incluido el magisterio— hay consenso de que evaluar a los maestros es necesario y legítimo. "La Ley de Reforma Magisterial introduce en la profesión docente el mérito profesional como criterio central para el ingreso, el progreso y la permanencia en la carrera", escribe en El Comercio César Guadalupe, profesor e investigador de la Universidad del Pacífico. Las evaluaciones, sostiene, buscan verificar en las aulas algunos comportamientos esenciales de la función docente, como la relación y el trato con los estudiantes.

Según la ley en mención, si un maestro no tiene un desempeño satisfactorio en una primera evaluación, será capacitado y vuelto a evaluar; si vuelve a desaprobar,   será capacitado nuevamente y evaluado por una tercera vez. Si falla en estas tres oportunidades, a lo largo de tres años, podría ser retirado de la carrera.

Guadalupe sostiene que estas evaluaciones tienen por objeto preservar el derecho de los estudiantes a tener un docente competente y que si el educador no puede demostrar que lo es durante tres años, que siga en las aulas perjudica ese derecho de los estudiantes a tener una buena educación. "En ese sentido, la evaluación no es “punitiva”, sino un mecanismo de protección del derecho de los estudiantes", agrega el investigador.

Es correcto, pero tampoco se puede soslayar las circunstancias en que la mayoría de los profesores de escuela pública desempeña su labor en el Perú, como bien lo explica el escritor Gustavo Faverón, quien ejerce la docencia universitaria en EEUU, para quien es fundamental, antes que nada, dar condiciones dignas a los maestros para que puedan ejercer la docencia. Es lo mínimo que cualquier trabajador al que se le pide resultados puede exigir. Los últimos gobiernos han hecho esfuerzos en ese sentido, pero han sido insuficientes frente al olvido secular que ha padecido el magisterio. Incluso cuando los profesores peruanos lleguen a ganar S/4 mil al mes estarán entre los peor pagados de la región.

Por ello, para Faverón, la solución para la crisis de la educación en el Perú pasa, primero, por tratar a los maestros con dignidad y sacarlos de la pobreza; luego darles capacitación y recién entonces implementar la evaluación, cuando sientan cierta solidez económica y emocional, porque estos aspectos son fundamentales en el rendimiento de cualquier profesional.

"Todo tiene un orden y una lógica. Nadie puede esperar que los maestros empiecen a rendir como profesionales del primer mundo mientras sigan siendo tratados como la última rueda del coche. Si creen que las evaluaciones van a solucionar mágicamente el problema, están en la calle: los maestros despedidos serán reemplazados por los recién graduados del sistema universitario peruano, uno de los peores del planeta", escribió en Facebook.

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