Los ajustados resultados de la primera vuelta electoral en Ecuador, para elegir al suceso del presidente Rafael Correa, el pasado 19 de febrero, mostraron un país dividido entre los que quieren la continuidad y los que buscan un cambio de rumbo. Ahora llegó el momento de las definiciones, cuando este domingo, los ecuatorianos vuelvan a las urnas.
Los resultados de las encuestas sobre la segunda vuelta de este 2 de abril pronostican un empate técnico. Un final no apto para cardíacos.
Hace diez años que el Ecuador no va a una segunda vuelta, ya que la última fue en noviembre de 2006, cuando Rafael Correa derrotó al excéntrico magnate bananero Álvaro Noboa. Desde entonces, el país volvió a votar dos veces más (en 2009 y 2013) y en ambas ocasiones, Correa ganó en la primera ronda.
Cedatos, la consultora que atinó el pronóstico de que habría una segunda vuelta, publicó el último 21 de marzo su última encuesta de cara al balotaje de este domingo: El candidato oficialista, Lenín Moreno, tiene una ligera aventaja sobre el candidato opositor Guillermo Lasso: 52,4% frente a 47,6%. Con un margen de error del 3,4%, la diferencia se convierte en un empate técnico que otros sondeos han corroborado.
Tras a primera vuelta, la tensión se manifestó en las calles con los gritos de fraude de un bando y de otro, junto con los rumores sobre un descontento militares. Claro síntoma de la fragmentación secular del país, y que parece haberse profundizado durante la década de gobierno de Correa.
La campaña de la segunda vuelta que se inició oficialmente el 10 de marzo no ha estado libre de violencia. El candidato opositor Guillermo Lasso y su esposa, María de Lourdes Alcívar, fueron agredidos en las afueras del estadio Olímpico Atahualpa de Quito al salir de ver el partido de las eliminatorias al Mundial de Rusia 2018 entre Ecuador y Colombia el 28 de marzo.
Lenín Moreno, candidato del partido oficialista Alianza País, rechazó la violencia. Por otro lado, su candidato a vicepresidente, Jorge Glas, dijo que podía haberse tratado de un autoatentado para victimizarse. La declaración sigue la tónica general de una competencia de entradas desleales, de insultos y amenazas.
Luego de que la noche del 22 de febrero pasado, Juan Pablo Pozo, presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), anunció de manera oficial que habría una segunda vuelta, Correa reconoció que su partido había quedado “a medio punto de ganar en primera vuelta” y declaró que contemplaba la posibilidad de aplicar el mecanismo legal de muerte cruzada, ya que habría una apretada mayoría en el Congreso.
Su anuncio tuvo tono de amenaza que apelaba a un recurso constitucional que le permite tanto al presidente como a la Asamblea (Congreso) cesar al otro en sus funciones con la obligación de convocar a elecciones presidenciales y legislativas. “La mejor forma de tenerme lejos un tiempo es que se porten bien. Si se portan mal nos vemos en un año y los volvemos a derrotar”, añadió.
Los casos de corrupción en Petroecuador (compañía estatal petrolera), la denuncia de que la constructora brasileña Odebrecht habría pagado sobornos a funcionarios ecuatorianos entre 2007 y 2016, y sin su mejor carta electoral (Correa), la continuidad del partido oficialista en el poder está en juego. Además, los efectos del terremoto de 7,8 grados de intensidad que destruyó pueblos enteros en las provincias costeras de Manabí y Esmeraldas en abril de 2016 agravan el panorama, junto con la crisis económica que causó la pérdida de casi 350 mil empleos en un año desde el 2015, por la caída sostenida de los precios del petróleo.
El panorama político es incierto pero la división del país es una realidad que se ha resaltado en estas elecciones.
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