La campaña electoral en los Estados Unidos llega a su fin este martes. Los dos candidatos favoritos, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, llegan al día decisivo de la votación tras recorrer un largo y virulento camino, en el que afloraron graves problemas nacionales, desde el racismo a la misoginia. Si algo marcó este agotador proceso, es el descontento de la gente con la clase política y el temor a la fractura social y racial, situaciones que dan al mundo una imagen preocupante de esta potencia.
Las últimas encuestas revelan que el desenlace es de pronóstico reservado, con una ligera ventaja de Clinton, a quien el FBI volvió a exonerar el domingo del caso de los correos electrónicos. En la práctica es un empate estadístico. Según los medios locales, en EEUU se respira una suerte de fantasma del 'Brexit', de mucha incertidumbre, totalmente opuesto a lo que ocurrió en 2008, cuando Barack Obama ganó sus primeras elecciones presidenciales y se convirtió en el primer presidente negro del país de la esclavitud y la segregación. Ese triunfo disparó la autoestima de toda una nación.
Las consecuencias en la región
En medio de este panorama interno gris en la mayor potencia mundial, también es relevante revisar qué consecuencias podría tener para América Latina el cambio de gobierno en EEUU, un país que tiene una fuerte influencia en la región.
Según diversos analistas, un eventual triunfo de Clinton podría significar algunos ajustes en la política exterior de Estados Unidos, con una mayor presión sobre Venezuela o Cuba, por ejemplo. Pero en términos generales seguiría apostando por reforzar el acercamiento con la región como lo hizo Obama, más aún con el arribo de gobiernos más a la derecha y abiertos a Washington en países como Brasil y Argentina. Esto podría traducirse en una mayor cooperación en temas como seguridad, educación e intercambio comercial.
"Lo que ha ocurrido en la región es una evolución de los países en una dirección contraria al 'socialismo del siglo XXI'. Eso va a permitir una mayor cooperación con EEUU", le dijo a la BBC Arturo Valenzuela, quien fue jefe de la diplomacia de EEUU para América Latina cuando Clinton era secretaria de Estado de Obama.
En cuanto a inmigración, Clinton apoya las acciones para regularizar la situación de las personas sin papeles que viven hace mucho tiempo en el país. "Introduciré una reforma migratoria abarcadora en los primeros 100 días (de gobierno) con el camino a la ciudadanía", anunció en su último debate con Trump.
Por el contrario, un eventual triunfo de Trump podría significar un tsunami en las relaciones de EEUU con la región, debido a su fuerte retórica antiinmigración y proteccionista, o su idea de levantar un muro con México. De hecho, al inicio de la campaña hablaba de deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados que hay en su país, la mayoría latinoamericanos, aunque luego morigeró su discurso y dijo que se enfocaría en los que tienen antecedentes penales.
Además, el magnate neoyorquino es un populista ultraconservador que ha sabido sacar provecho del malestar de la clase trabajadora blanca y a la mayor resistencia que muestran ahora los estadounidenses frente a la apertura de fronteras y a los acuerdos de libre comercio. Estos temas son dos fierros calientes para ambos candidatos.
Tanto Clinton como Trump han coincidido en la necesidad de renegociar el tratado Nafta de EEUU con México y Canadá, y hasta rechazan el Acuerdo Transpacífico (TPP) que la administración de Obama impulsó con 11 países, incluidos México, Perú y Chile. Pero las diferencias están en el énfasis: para el republicano, el Nafta es "el peor" acuerdo comercial jamás firmado y hasta habla de imponer un arancel de 35% para importaciones desde México, mientras la demócrata sostiene que hay partes del acuerdo que no funcionaron como se esperaba.
Durante la campaña, Wikileaks filtró documentos sobre conferencias privadas y pagadas que Clinton le dio a banqueros. En uno de estos discursos, la candidata demócrata dijo en 2013: "Sueño en un mercado común hemisférico, con comercio y fronteras abiertas, en algún momento del futuro". Pero cuando fue consultada por esto, en el último debate con Trump, Clinton respondió que "estaba hablando sobre energía".
El impacto que tendría en el Perú
Si hay algo que preocupa a las autoridades de nuestro país es la dialéctica proteccionista que se hizo más evidente en esta campaña en EEUU. Como decíamos, la diferencias en este tema entre Trump y Clinton está en el tono que emplean para referirse a la apertura comercial. En el fondo coinciden.
El ministro peruano de Comercio Exterior, Eduardo Ferreyros, espera que esta tendencia proteccionista de los candidatos de EEUU sea coyuntural. "Estamos acostumbrados a que los políticos en campaña suelten lo que la gente quiere escuchar", le dijo al diario español El País en una entrevista en setiembre último."Mi interpretación va por otro lado, de necesidades no atendidas, de dificultades con una crisis internacional que la clase media y baja se siente afectada. Creo que hay un mensaje que está dirigido a ellos tratando de reinflar el nacionalismo", agregó.
Pero más allá de la retórica de campaña, el riesgo es real. Y hay mucho en juego. Perú tiene ahora 19 acuerdos comerciales vigentes y espera elevarlos a 25 en los próximos ocho años. En lo que coinciden los analistas, es que el impacto en el campo económico sería mayor en el caso de un triunfo de Trump, no solo con el caso del TPP, sino también con el TLC que tenemos vigente desde el 2009 con EEUU, que podría ser modificado. Trump ha hecho suyas las demandas de mayor protección a los sectores agrícolas o textiles de su país, lo que tendría un impacto negativo en nuestras agroexportaciones hacia este mercado.
El magnate neoyorquino ha defendido sus propuestas para imponer aranceles a las importaciones. Empezaría con China y México, pero luego extendería esas medidas a otros países de la región, como el Perú, cuyas exportaciones a EEUU constituyen alrededor del 18% de todas nuestras ventas al exterior. Es un mercado muy importante para nuestro país.
Un eventual triunfo de Trump ha puesto nerviosos a los mercados internacionales, como se hizo evidente la semana pasada, cuando las encuestas lo situaron por delante de Clinton. Esa incertidumbre global haría que los inversionistas compren dólares y este empiece a escasear. El efecto inmediato, con un impacto directo en el Perú, sería el alza del tipo de cambio. Incluso, el jefe del BCR, Julio Velarde, dijo a inicios de setiembre, que si Trump hace solo el 10% de lo que dice "se le paran los pelos de punta".
Otro efecto negativo para nuestro país que podría implicar un triunfo del candidato republicano se daría en el ámbito del tránsito de personas. En 2014, el Perú inició un largo proceso para eliminar el requisito de la visa para ciertos tipos de viajes a EEUU. La meta es concluir este proceso en el 2018.
El candidato republicano, si llega a la Casa Blanca, también podría tomar medidas más radicales en cuanto al alza de las tasas de interés que la Reserva Federal de EEUU ha iniciado de forma progresiva. Esto tendría un efecto inmediato en el costo del financiamiento internacional, sobre todo en mercados emergentes, como el Perú. "A Trump no le va a importar el efecto en el resto del mundo. Si cree que se necesita subir la tasa de la Fed en dos puntos, lo hará, y ya no los 0.25 puntos como se realiza por ahora", dijo a Gestión Carlos Parodi, profesor de economía de la Universidad del Pacífico.
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