La campaña electoral en Estados Unidos entró en la recta final, pero el desenlace de la batalla final entre Hillary Clinton y Donald Trump es de pronóstico reservado, en parte, por el anuncio que hizo el viernes el FBI respecto a la nueva investigación sobre los correos de la candidata demócrata, justo en el momento en que parecía encaminarse hacia un triunfo inminente este 8 de noviembre.

De ahí el revuelo que causó la carta que el jefe del FBI, James Comey, envía al Congreso de EEUU, a menos de dos semanas de la votación, en la que daba cuenta de que la agencia tenía en su poder nuevos correos electrónicos que podrían estar relacionados con la investigación cerrada en julio pasado sobre el servidor privado de Clinton cuando fue secretaria de Estado.

Este lunes, el Washington Post  aportó un dato relevante: que el FBI tenía hace semanas unos 650.000 correos encontrados en una computadora utilizada por el excongresista Anthony Weiner y su aún esposa, Huma Abedin, mano derecha de Clinton. No obstante se decidió esperar hasta el viernes último para hacer pública que la investigación a la candidata demócrata se reabría en virtud de esos hallazgos, a pesar de que funcionarios vinculados al caso señalaron que la mayoría de ellos no tienen relación con la indagación.

En su carta al Parlamento, Comey había dicho que recibió la información el jueves, un día antes de que anunciara su decisión de que el FBI tomará todas las "medidas apropiadas para permitir a los investigadores revisar estos correos electrónicos". Se desconoce por qué sus agentes no le informaron de los nuevos correos cuando los encontraron, a inicios de octubre. El jefe de la agencia además alegó que si no hubiese reportado al Congreso este hecho antes de las elecciones del 8 de noviembre, se le podría haber acusado de querer interferir en el resultado.

James comey (foto tomada de www.inquisitr.com)

Pero lo que calló Comey, republicano para más señas, es que el Departamento de Justicia, del que depende el FBI, le advirtió que comunicar al Congreso los nuevos correos violaría las directivas de no comentar investigaciones en curso ni interferir en el proceso electoral, pero no hizo caso y se mandó, según medios locales.

Todo esto abona en la tesis de que el oportunismo de Comey tiene como objetivo perjudicar la candidatura de Clinton. Más aún si se estima que el FBI tardará semanas en determinar cuántos de esos correos son los mismos de los cerca de 30.000 que la agencia ya analizó. Esto permitiría dirimir si esas comunicaciones contienen información clasificada o nuevos datos relevantes para la indagación. 

Las fuentes que consultó el Washington Post dijeron que en el FBI se conocía de esos correos poco después de que agentes de Nueva York incautaran una computadora de Weiner, en el marco de la investigación contra este excongresista por enviarle mensajes de contenido sexual a una menor, escándalo que no solo le costó su escaño, sino también su matrimonio con Abedin, quien es pieza clave del equipo de campaña demócrata.

En Estados Unidos es un delito federal el mal uso de información de seguridad nacional. La investigación reabierta contra Clinton busca determinar si esta puso intencionadamente en riesgo la comunicación oficial al usar su correo privado para asuntos de gobierno cuando fue secretaria de Estado.

Desenlace en suspenso

A nueve días de la votación, Donald Trump se colocó a solo un punto de Clinton en la intención de voto, según la última encuesta de ABC News y el Washington Post del domingo último, dos días después de que el FBI trastocará la campaña en los EEUU.

De hecho, el candidato republicano no desaprovechó las circunstancias adversas que pasa su rival demócrata y ha calificado el caso de los correos de Clinton como el mayor escándalo desde Watergate. Hasta sugirió que las pruebas que hay en su contra ahora son "abrumadoras".

El gráfico de arriba muestra cómo Trump parece impermeable ante las críticas y los escándalos sexuales que golpearon su campaña, mientras que con Clinton parece ocurrir todo lo contrario. El caso de sus correos, según algunos analistas, podría costarle el triunfo electoral, que hasta la semana pasada parecía tener en el bolsillo.

(Foto de cabecera: EFE)

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