"Tenemos que eliminar la corrupción en el Perú. La corrupción elimina trabajos. ¿Por qué? Porque es la argolla, la influencia, la que consigue el trabajo, en lugar de la competencia y la capacidad de la gente. Por eso, tenemos que hacer una lucha frontal contra la corrupción, enfatizando la educación y el buen gobierno".
Lo dijo este lunes el presidente Pedro Pablo Kuczysnki en la inauguración de la Semana del Empleo en Lima Norte. ¿A qué se refería? A nada en concreto. Solo palabras sueltas, retórica propia de actos públicos.
El mandatario podría haber aprovechado las cámaras de televisión y la atención mediática para mandar un mensaje claro sobre los últimos sucesos que mellaron la reputación de su administración, como el destape del 'negociazo' de su exasesor Carlos Moreno y la denuncia de cobro de cupos para postular al Congreso en la última campaña electoral que salpica a su congresista Gilbert Violeta, lo que ha desatado enfrentamientos internos entre dos miembros de su bancada: Carlos Bruce y Juan Sheput.
No lo hizo, pese a que las consecuencias ya las empezó sentir en su popularidad, con el bajón experimentado que reveló el último sondeo de Ipsos. Y lo que parece más grave: que las acusaciones contra Violeta se pasarían por agua tibia en el Gobierno, como trataron de hacerlo con el caso de Moreno, sin éxito, porque los medios tenían copias de los audios del escándalo y evitaron que este asunto se maneje entre las paredes de Palacio, como parecía ser la idea inicial.
PPK habla de "eliminar la corrupción", en lo cual todos estamos de acuerdo, pero como reza el dicho, hay que empezar por casa. Quizá sería bueno que, de una vez por todas, pase de los dichos a los hechos palpables. Ya algunos analistas, como Juan de la Puente, advirtieron de los riesgos del estilo que tiene PPK para ejercer el poder. Ese dejar hacer sin restricciones provocó que a su entorno lleguen Moreno y otros personajes cuestionables. 'Gorgojos' les dijo la ministra Pérez Tello. Dos de estos, José Labán y Jorge Villacorta, se vieron obligados a renunciar a sus cargos de asesores el fin de semana por la denuncia del cobro de cupos.
Incluso, Carlos Chipoco, en una columna en Político.pe, ya se pregunta si la gestión de PPK va camino a convertirse en un "tercer belaundismo", y alerta que el actual mandatario está mostrando una actitud similar a la que tuvo el expresidente Belaunde en segundo gobierno, del que Kuczynski fue ministro.
"Belaunde fue un buen presidente, pero al estar rodeado de malos colaboradores su gobierno fue un desastre. La corrupción de sus funcionarios y la inacción en muchos sectores de la administración fueron sus marcas. La más grave y de la que poco se habla: tuvo el número más alto de desapariciones y muertos en el conflicto con Sendero, la mayoría civiles inocentes. Su responsabilidad estuvo en darle el mando de la represión a un general como el Gaucho Cisneros, cuya historia terrible nos la ha recordado brillantemente su propio hijo en un best seller".
El presidente le sigue debiendo una explicación al país. ¿Hasta cuándo mantendrá la actitud de flotar y dejar que las aguas se calmen?
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