Desde este lunes, a partir de las cero horas, regirá en Colombia el cese al fuego definitivo y bilateral, lo que marca, en la práctica, el fin de un conflicto de 52 años con las FARC y el inicio de una nueva era de un país golpeado por las atrocidades de la guerra.

El anuncio lo hizo el presidente Juan Manuel Santos esta semana tras el cierre del acuerdo final entre el Gobierno y las FARC, y el domingo lo ratificó también, en La Habana, el máximo líder de la guerrilla, Rodrigo Londoño Echeverry, 'Timochenko'.

En el inicio de la XXXVIII Caminata de la Solidaridad por Colombia, un programa que desde hace casi cuatro décadas se dedica a la beneficencia, Santos se volvió a referir al fin de conflicto y sostuvo que los colombianos se han olvidado de cómo es vivir en paz, que ese medio siglo de guerra los ha dejado "anestesiados"

Santos enfrenta un gran desafío: legitimar los acuerdos de paz ante la ciudadanía. (EFE)

"La guerra se volvió parte del paisaje y se nos han olvidado los tremendos dramas humanos que acarrea ese dolor, ese atraso que genera este conflicto", dijo.

El mandatario parecía hacer alusión a ese escepticismo que hay en buena parte de la sociedad colombiana respecto al proceso de paz, aunque confía en revertir esas resistencias para el plebiscito del 2 de octubre, en el que los colombianos deberán refrendar lo que se pactó en La Habana tras cuatro años de diálogos

Los colombianos se debaten entre la esperanza y el escepticismo. (EFE) 

Un triunfo del Sí allanará el camino el camino para el postconflicto, pero con una victoria del No, aún no está claro qué va a pasar. Las más recientes encuestas muestran que el Sí tiene una mínima ventaja, aunque nada está dicho, y mucho dependerá de las campañas del plebiscito. 

Esa disputa para refrendar la paz será sobre todo una batalla política, porque los últimos cuatro años, las negociaciones en La Habana se convirtieron en el centro de gravedad de la gestión de Santos y de la oposición de derecha encabezada por el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe.

Hasta ahora, el tono confrontacional del debate político, entre los promotores del proceso y los que lo rechazan, no ha permitido que haya debate reflexivo sobre los desafíos y las oportunidades que representa la paz para Colombia.

(EFE)

Además, se suman dos elementos que complican el panorama del plebiscito para Santos: por un lado, la desaprobación de su gestión (65% en promedio) y, por el otro, el rechazo de los colombianos ante al proceso de paz (que ronda el 50%). El resultado: la mala imagen del gobierno opaca la percepción de la población sobre el proceso de paz.

Y eso lo ha usado bien la oposición en su campaña, para azuzar las resistencias y dudas entre los colombianos. El principal argumento para oponerse al acuerdo es que este implica una grave impunidad para los perpetradores de crímenes de lesa humanidad, porque prevé la desmovilización y una amnistía amplia para la mayoría de los 8.000 combatientes de las FARC.

Esta semana el mismo presidente Santos admitió que el acuerdo de La Habana es imperfecto. Aludía a esos cuestionamientos, y reconoció que sin esa concesión, la paz no hubiera sido posible. En esto los colombianos deben ser realistas, sostiene el periodista y columnista Diego Martínez: "No creo que unos tipos que llevan 60 años echando plomo y que tienen buenas razones para seguir en el monte, vayan a abandonar la violencia a cambio de 30 años de cárcel".

"Si los colombianos pretendemos que las FARC cesen la violencia, debemos estar dispuestos a que sus jefes no vayan a prisión. E incluso a que algunos de ellos participen en política. Ese sapo nos lo tenemos que tragar porque el fin de cualquier negociación entre el Estado y un grupo subversivo tiene que ser que los guerrilleros cambien las armas por los votos para buscar concretar sus ideales", agregó.

En este tema, la reflexión final debería ser unánime: la paz, bajo cualquier punto de vista y en cualquier circunstancia, es mucho mejor que la guerra. Pero no lo es, por una razón sencilla: los apetitos políticos y mezquindades personales que han lucrado con el conflicto impiden que este acuerdo se convierta en un logro del conjunto de la sociedad colombiana. Que lo es, claro. 

Lee también:

El costo de la paz: ¿cuánto dinero recibirán las FARC para la reintegración y la política?

Colombia: Presidente Santos ordena cese del fuego bilateral desde este lunes 29 de agosto

Las FARC tendrán garantizadas 10 curules en el Congreso colombiano a partir de 2018