En las últimas semanas, los medios de comunicación, especialmente los periódicos de cincuenta céntimos y algunos noticieros de televisión, han informado constantemente sobre la "ola" de inseguridad ciudadana que viene manifestándose en el país.
Desde asaltos en microbuses hasta asaltos a estudiantes universitarios, los medios no han dejado de informar constantemente sobre estos hechos. Los repiten a toda hora y hablan de la urgencia con que se debe solucionar este problema, considerado el principal por gran parte de la población, según las encuestas.
Sin desdeñar la importancia de frenar la delincuencia, que ahora se presenta ya no como común, sino organizada; hay que mencionar que el tema es difundido tantas veces como es posible. Se invita a "expertos" en la televisión (generalmente exministros del Interior que fracasaron en el intento), así como a políticos que invocan la mano dura. Nada más oportuno (¿u oportunista?) en estas épocas electorales.
Pero este asunto no es reciente. Sin el ánimo de desdeñar el problema, la delincuencia como fenómeno social siempre existió. Las causas son discutibles; pero generalmente se busca atacar el problema en el fruto y no en la raíz. Y uno de los que abordó el tema fue el francés Michel Foucault.
Nacido en la ciudad de Poitiers en 1926, Foucault no solo fue filósofo y psicólogo de profesión, sino que también fue un teórico social. Y como tal, estuvo preocupado por los problemas de su tiempo. Como ahora, la delincuencia era uno de ellos.
En una conferencia que pronunció en Salvador de Bahía (Brasil) en 1976, titulada "Las Redes del Poder", Foucault se refiere al tema de la delincuencia, y advierte que más allá de la búsqueda de soluciones integrales para disminuirla o, en el mejor de los casos, frenarla; se la ha utilizado políticamente, especialmente a favor de quienes pregonan la "mano dura":
"(...) la delincuencia tiene una cierta utilidad económico – política en las sociedades que conocemos. La utilidad mencionada podemos revelarla fácilmente: cuantos más delincuentes existan, más crímenes existirán; cuantos más crímenes haya, más miedo tendrá la población y cuanto más miedo en la población, más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial. La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica por qué en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin ninguna excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad cada nuevo día. Desde 1830 en todos los países del mundo se desarrollaron campañas sobre el tema del crecimiento de la delincuencia, hecho que nunca ha sido probado, pero esta supuesta presencia, esta amenaza, ese crecimiento de la delincuencia es un factor de aceptación de los controles".
La conferencia de Foucault, publicada en la revista Barbarie en 1981, analiza cómo el poder se utiliza en diversos aspectos de la vida humana. Y cómo se aplica para mantener el control sobre los ciudadanos.
Esta explicación del gran filósofo francés, fallecido en 1984 en París, no pierde vigencia. Porque no se ha podido demostrar que la "mano dura" solucione un problema que hasta ahora está vigente, y con nuevas modalidades. Y menos con una "mano dura" de una candidatura aliada con colectivos asociados a la misma delincuencia y el narcotráfico, que más que disminuirla, puede hacerla crecer más y colocarla a niveles mexicanos.
BONUS TRACK
Si gusta de la lectura y quiere entender el contexto de la conferencia de Foucault, puede encontrarla completa aquí.
Pero si se cansa, tenemos un vídeo que la resume:
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