Nadie nunca imaginó que en le país donde hasta los más pobres podían tomar un whisky de 12 años se iba llegar al punto en el que la gente celebra cada vez que los caños arrojan agua. 

Y es que ahora los venezolanos son golpeados por la escasez de productos básicos, medicinas, alimentos y hasta luz eléctrica. Y eso no es todo porque la inflación ha causado que una canasta básica, necesaria para sostener a una familia, cueste nada menos que once sueldos mínimos. 

Aunque el gobierno de Hugo Chávez, que llegó al poder el 1999, dio luz, salud y vivienda gratuita a millones de personas, ahora Venezuela está sumida en una grave crisis económica que se refleja en el deterioro de la calidad de vida de sus ciudadanos. 

Aquí cinco señales de la depresión venezolana:

1. No hay luz

fuente: efe

Según el Comité de Afectados por los Apagones en los últimos tres meses han habido 8.250 cortes de luz. Y aunque no hay cifras oficiales, el gobierno anunció durante esta semana el racionamiento en las residencias, el sector público, los centros comerciales y los colegios de todo el país, con excepción de Caracas, que está protegida de los apagones. 

Desde que se declaró la crisis eléctrica en 2009, miles de venezolanos se han acostumbrado a estar pendientes de desconectar sus electrodomésticos cada vez que se va la luz, para que cuando vuelva no se malogren las refrigeradoras, televisores o aires acondicionados. 

Muchos optaron por comprar una planta eléctrica a precio regulado, importada y subsidiada por el gobierno, aunque tuvieran que pasar por incontables gestiones burocráticas o largas horas de colas. 

Sin embargo, por medio de subsidios como estos el consumo eléctrico se disparó en los últimos años. Y es que el que solo tenía aire acondicionado en el cuarto, ahora también lo tiene en la sala y en el comedor. A pesar de ello, en la actualidad la gran mayoría no puede prender su aires durante el tiempo que desea. 

2. El agua escasa, sucia y hedionda

fuente: rpp.pe

Los cortes de agua también se volvieron frecuentes en todo el territorio venezolano, sin embargo, no hay un comité de afectados que analice la situación. 

Es así que como parte del paisaje de los barrios populares, a las antenas de televisión satelital que hay en cada azotea se han añadido tanques azules de agua. 

Y para los que no los pudieron conseguir, solo queda acomodar la rutina a los incumplidos horarios de racionamiento. 

Pero si se presentan complicaciones en la cantidad, también las hay en la calidad. El mantenimiento de los taques se tiene que realizar tres veces al mes porque el agua llega amarillenta y apestosa. 

En medio de la terrible crisis, hay comunidades que han logrado construir un pozo del que pueden extraer el agua de la profundidad de la tierra, sin tener que depender del abastecimiento del Estado. 

Asimismo, en los lugares donde por alguna razón hay un conducto del que siempre sale agua de manantial, las filas son cada vez más extensas. 

Por su parte, las minorías acomodadas que sí mantienen una calidad de vida de lujo, son abastecidas por cisternas que pasan diariamente por hoteles y edificios residenciales de clase alta. 

3. El dinero no alcanza

fuente: elnuevodiario.com.ni

Con una inflación que este año se convirtió en hiperinflación, el venezolano que estaba acostumbrado a ir a restaurantes, movilizarse en taxi o comer carne y pescado, ha tenido que ir desapegándose de sus gustos predilectos. 

Esto ha causado una terrible angustia puesto que el ciudadano perdió lo que más lo hacía especial ante el mundo: bienes y servicios suntuarios. 

Ahora ni lo básico está al alcance de todos: el 87% de los venezolanos dice que su ingreso no alcanza para comprar alimentos, según la Encuesta de Condiciones de Vida del 2015 realizada por tres importantes universidades. 

Es así que pasan los días esperando frente a los supermercados, con una sombrilla para protegerse del clima tropical, a ver si consiguen comprar los alimentos a precio regulado. Precisamente obtener uno de estos productos se ha convertido en uno de los principales motivos de felicidad de los venezolanos. 

Asimismo, la pérdida de la capacidad adquisitiva ha hecho que muchos consigan empleos informales como médicos que son taxistas, ingenieros que son meseros y maquilladores que revenden productos básicos. 

4. Pérdida de la interacción social

fuente: elfinanciero.com.mx

No hay nada que sea más sagrado para el venezolano que su propia gente: la familia, los amigos o los colegas. Por ello es que hablan tanto por celular. 

Uno de los consumos que más ha crecido en el país recientemente es el de las comunicaciones, debido a que los precios están regulados y son decenas de veces más baratos que en cualquier otro país o región. 

Sin embargo, por esta misma razón es imposible mejorar el servicio, que está peor cada día que pasa y que se incorpora un nuevo usuario. 

Ahora los venezolanos no pueden hacer llamadas internacionales de larga distancia desde sus celulares ni usar sus teléfonos fuera del país porque las empresas han retirado estos servicios debido a las cinco tasas de cambio del país. 

5. El miedo a la muerte

fuente: el-nacional.com

Las historias de descuartizamientos, secuestros o masacres son el pan de cada día de los venezolanos. Es así que las zonas de clase media y alta en las noches se han convertido en desiertos. 

Salir de noche en Caracas, la ciudad más violenta del mundo, es un riesgo que pocos se atreven a tomar. Y es que Venezuela es uno de los países con más homicidios en el mundo, un hecho que agrava la percepción de inseguridad para cualquiera que no haya adquirido resistencia al miedo. 

Sin embargo, las muertes por crímenes no son las únicas pues a ellas se suman las víctimas de las enfermedades que convierten una simple gripe en una grave neumonía por la falta de medicinas. 

La escasez de medicamentos e insumos hospitalarios parece haberse desbordado durante el último año. Y es que según el minsitro de Salud, en el 2015  la mortalidad en los hospitales aumento en un 31%. 

Aunque Venezuela fue el pionero mundial en microscopia electrónica, en investigación de diabetes, en la erradicación de la malaria y en el estudio genético, ahora cualquier enfermedad menor puede causar la misma angustia que el cáncer. 

(Con información de la BBC Mundo)

(Foto de cabecera: lapatilla.com)

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