En los últimos meses hemos sido testigos de las travesías que tienen que pasar cientos de miles de inmigrantes, en su mayoría sirios, para llegar a la Unión Europea y escapar de la inhumana situación de conflicto que acontece en sus países de origen. 

Y la parte más terrible de todo el proceso, incluyendo la aceptación de sus peticiones de asilo, es el recorrido hacia Europa. A la fecha, miles de personas han muerto en las carreteras y en las aguas del Mediterráneo y del Egeo en búsqueda de un futuro seguro. Se pueden citar innumerables casos, pero quizá el de Aylan y el camión frigorífico son los más representativos de la crisis. 

Sin embargo, de las rutas existentes para llegar al destino soñado, hay una que particularmente no se usa con mucha frecuencia. Se trata del trayecto por Croacia. 

Esta vía no es atractiva para los refugiados por su larga longitud y por la cantidad de controles fronterizos que se establecen en su recorrido. Sin embargo, con el reciente cierre de la frontera entre Hungría y Serbia, se han visto obligados a tomar este peligroso desvío. 

Es así, que ante la llegada de los primeros inmigrantes a territorio croata, el Gobierno ha anunciado hoy que permitirá el paso de los refugiados en su camino hacia Alemania. 

Cabe resaltar que desde la frontera con Macedonia, por donde entran los refugiados a Serbia, hay unos 860 kilómetros hasta el punto más cercano entre Croacia y Eslovenia, la siguiente región de la zona Schengen, de libre circulación comunitaria. 

La alternativa croata

Croacia recién entró en la Unión Europea en julio del 2013 y aún no forma parte de la zona Schengen.

Y hasta el momento, los inmigrantes solo tenían que viajar del sur al norte de Serbia, unos 570 kilómetros aproximadamente sin ningún control, para llegar a Hungría, un país que sí se sitúa en el espacio Schengen.

Pero con el cierre de la frontera húngara y las recientes medidas restrictivas de inmigración, se ha vuelto casi imposible hacerse paso por esta vía hacia Europa Occidental. 

Los peligros de la ruta

Los refugiados se tendrán que enfrentar ahora a una difícil topografía que, a diferencia de la llana zona húngara, es muy montañosa. 

Otro factor en su contra es que la mayor parte de la frontera entre Serbia y Croacia está constituida por el río Danubio, con solo una estrecha franja de área terrestre. 

Además, como si fuera poco, detrás de la frontera aún hay regiones rurales en Croacia que siguen minadas, después de 20 años de finalizar la guerra entre el país y la entonces Yugoslavia. 

Más adelante en el trayecto, la zona fronteriza entre Eslovenia y Croacia es muy montañosa y en el camino hacia Austria, los Alpes crecen mucho más en altura. 

Es así que se fija un nuevo desafió muy peligroso para los refugiados que quieren establecerse dentro de la Unión Europea y gozar de los beneficios que ya muchos países han empezado a prometer. 

(Foto de cabecera: eldiario.es)