En el momento en que Petra Laszlo, la camarógrafa húngara más repudiada en la actualidad, golpeaba a los inmigrantes que intentaban desesperadamente cruzar la frontera, un niño le ofrecía una galleta a un policía que se situaba en el lugar para evitar que más refugiados transiten ilegalmente por el territorio magyar.

El pequeño, sin nombre ni edad registrados, fue capturado en esta tierna escena por el fotógrafo Carlo Angerer de la NBC News. Momentos después subió la imagen a Twitter donde se viralizó rápidamente al igual que el repudiable video de Lazlo. La fotografía iba acompañada por la siguiente frase:

"Durante la disputa en las vías del ferrocarril cerca de Szeged, un joven refugiado ofrece una galleta a un oficial de la policía húngara".

Ante el gesto del niño, el agente levanta las manos a manera de rechazo pero no puede evitar esbozar una sonrisa afectiva. 

Es de esta manera que la imagen representa la otra cara de las vergonzosas y reprochables escenas que protagonizó Petra Laszlo al golpear a numerosos refugiados que intentaban llegar a Hungría. 

Las vías del escape

Los cientos de inmigrantes se reúnen por las noches y surgen de los maizales para dirigirse desde Serbia hasta Hungría.

La policía ilumina sus rostros con las luces de sus vehículos. 

Algunos instantes después, los grupos se convierten en columnas que transitan hacia la carretera que lleva a Budapest, donde nuevamente serán interceptados por la policía de Hungría que no sabe bien como reaccionar. 

Asimismo, la autopista que conduce a Roszke, la localidad situada a unos 170 kilómetros de Budapest y a 200 de Belgrado, está llena de frazadas, calzado y comida. Los redugiados ya han abandonado el lugar y se encuentran en camino a Alemania. 

Una joven proveniente de Damasco, indica a la prensa:

"No queremos vivir más en campamentos en Hungría ni en ningún otro sitio, las condiciones son horribles, hace demasiado frío y todo está sucio, huele mal".

Una vez en Austria, los ciudadanos voluntarios reciben a los inmigrantes que caminan por las carreteras con comida, botellas de agua y mantas para el terrible frío que bordea los cuatro grados cada noche. 

Otros buscan taxis para trasladarse y no andar más. Un joven sirio señala:

"Piden 200 euros por familia para llevarnos a Budapest". 

(Foto de cabecera: infobae)