Después de 48 años de relación, una pareja gay de octogenarios australianos ha decidido casarse antes de que sus vidas lleguen a su fin. 

John Challis, de 87 años y su compañero Arthur Cheeseman de 83, afirman que luego de casi cincuenta años de convivencia en donde la compatibilidad y el amor eran los motores de sus vidas, tienen el derecho a unirse legalmente en la institución del matrimonio.

Sus historias

Challis trabajó durante muchos años en la ABC, mientras que Cheeseman practicaba la profesión de farmacéutico.

En los últimos años, ambos dedicaron gran parte de su tiempo para hablar en representación de la comunidad gay de ancianos en Australia y expresar su postura en torno al debate sobre el matrimonio igualitario en el país. 

Challis afirmó que la reforma de la ley que permitiría el matrimonio gay no puede darse hasta que Tony Abbott, primer ministro de Australia, no cambie su posición basada en la religión acerca del matrimonio de parejas del mismo sexo. Al respecto señaló:

"Estoy seguro de que nuestra relación es tan incondicional como la de las parejas heterosexuales, entonces ¿por qué nos deben mirar de un modo diferente?"

El proyecto de ley

Warren Entsch, el diputado conservador, presentó la semana pasada un proyecto de ley para aprobar el matrimonio gay en el país.

En su discurso, aseguró que la norma está diseñada para promover un sistema más inclusivo en Australia. Asimismo dijo que ser gay no es una opción:

"Seremos una nación dividida si continuamos permitiendo la discriminación en los matrimonios basada en la sexualidad de las personas".

De igual manera, puso el ejemplo de Challis y Cheeseman para apoyar su iniciativa.

El proyecto fue apoyado por seis diputados. Y aunque él mismo es consciente de sus escasas posibilidades de éxito, una reciente encuesta elaborada por Ipsos, señaló que el 69% de los australianos apoyan las uniones homosexuales. Esto significaría un aumento de 12 puntos respecto a las cifras del 2012.

La homofobia de Abbott

Tony Abbott es abiertamente homofóbico y además un acérrimo defensor del matrimonio como figura exclusiva de las parejas heterosexuales. A pesar de que su hermana es lesbiana, el político no duda en expresar su desacuerdo con las uniones de personas del mismo sexo. 

Es así que en abril de este año, protagonizó una de las más recordadas vergüenzas diplomáticas respecto del tema. 

Al acudir a París, Abbott debía ser recibido, según el protocolo, por el embajador australiano en Francia y su pareja. Es así que Stephen Brady, el funcionario y su cónyuge, Peter Stephens, llegaron al aeropuerto de Bourget para esperar al primer ministro. 

Sin embargo, en el último minuto, el responsable de protocolo le solicitó a Stephens que esperara en el auto. Supuestamente habría sido un pedido de Abbott. 

Obviamente la polémica y las críticas no se hicieron esperar. Y fueron tantas que, según el diario Sidney Morning Herald, el primer ministro literalmente le gritó al responsable y lo obligó a dimitir de su puesto. Una reacción vergonzosa que aparentemente lo eximía del acto de discriminación. 

(Foto de cabecera: abc.net.au)