Ya se van a cumplir dos semanas desde que el miércoles 17 de abril pasado, Alan García decidió quitarse la vida de un tiro en la cabeza, justo instantes antes de que fuera detenido de forma preliminar debido a su implicación en la trama corrupta de Odebrecht. La gran mayoría de peruanos (83%) afirma que el expresidente optó por ese fatal desenlace ante el avance de las investigaciones de su caso, que lo habían cercado hasta llegar a dos de las personas más cercanas de su entorno (Luis Nava y Miguel Atala), según revela la última encuesta nacional publicada este lunes del Instituto de Estudios Peruanos (IEP). 

El estudio urbano-rural, realizado entre 18 al 24 de abril último y difundido por La República, señala que solo un 12 % atribuye su suicidio a una inadecuada presión fiscal, lo que se traduce en mayor optimismo respecto al impacto que tendrá en la lucha contra la corrupción en el país, porque cerca del 60 % cree que la muerte de  García provocará que se profundice la lucha contra este flagelo, frente a un 29 % que cree la paralizará.

En tanto, un 41 % de los peruanos consultados dijo que el suicidio del expresidente aprista les generó sentimientos negativos, como decepción, vergüenza, enfado, rechazo, sentirlo cobarde, ante un 17 % entre los que prevalece la indiferencia y similar cifra (17 %) expresó que siente principalmente pena por el trágico suceso.

Gráfico: La República

Para socióloga Patricia Zárate, investigadora del IEP, el rechazo que generaba la figura de Alan García influye en los sentimientos relacionados a su deceso, a lo que se suma sus anteriores acciones para evadir la justicia. 

"Solía decir el que no la debe no la teme, pero sus acciones daban a entender lo contrario, como su intento de asilo. Pese a intentos de presentarlo como mártir, la ciudadanía no parece convencida". 

El psicoanalista Jorge Bruce destacó que la mayoría de peruanos no se haya dejado confundir por esta decisión trágica del exlíder aprista. 

"Es clara la percepción de las motivaciones del acto, así como sus consecuencias. El único responsable de lo sucedido es quien apretó el gatillo y esto no debe entorpecer la lucha anticorrupción".

Bruce destacó que una lectura positiva de lo acontecido con García "es que el suicidio no es, en este caso, una solución, ni clausura el proceso que va mucho más allá de la decisión de una sola persona".

Por su parte, el psicólogo Agustín Espinosa, investigador de la Universidad Católica (PUCP), dijo en La República que es "saludable que la mayoría piense que hubo una forma de huir a un proceso de justicia y no un acoso de la fiscalía". 

"Es un reconocimiento de que la Fiscalía y el Poder Judicial están haciendo un trabajo de purga contra la corrupción que no solo tenía en investigación a García".


El experto agregó que la perspectiva optimista de que la lucha anticorrupción siga tras la muerte de García es muestra de que la impunidad se ha vuelto insostenible en un país en el que era moneda corriente, pese a los intentos de sectores políticos implicados en la trama de tumbarse los procesos en curso. "Lo importante es que haya disposición de respaldar estos procesos de búsqueda de justicia", anotó.

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