El fujimorismo busca poner otra vez contra las cuerdas al Gobierno, con la moción de interpelación y eventual censura del ministro del Interior, Carlos Basombrío, tal como ocurrió en diciembre del 2016 con Jaime Saavedra, el entonces ministro de Educación, o como estuvo cerca de pasar hace poco con Martín Vizcarra, quien si no renunciaba al MTC se encaminaba al matadero. Tienen los votos —gracias a los 72 de los 130 escaños que tienen en el Legislativo— para hacerlo cuando les dé la gana.
"Lo que pasa es que hay una saña y un tono que no corresponden a una sociedad democrática. Porque se dan indicaciones de parte de algunos congresistas de que lo quieren censurar, este es un ministro que ha hecho un gran trabajo, él contestará todas las preguntas", dijo este viernes el mandatario desde París, en donde cumple una agenda oficial, en alusión a las voces de algunos legisladores fujimoristas que, pase lo que pase, la caída de Basombrío es inminente.
Es una escena que ya hemos visto antes: el fujimorismo haciendo alarde del poder absoluto que ostenta en el Congreso ante un Gobierno que, luego de 10 meses del inicio de sus funciones, parece haberse quedado sin reflejos políticos.
¿Qué debería hacer PPK?
Algunos analistas coinciden que el primero paso es que el presidente levante sus índices de aprobación —que están en 35% en promedio y su desaprobación en 55%— y que conecte mejor con la población. Es decir, ganar legitimidad. Pero para ello se necesita de operadores políticos que, de momento, no tiene. Incluso el "oxígeno" que obtuvo el Ejecutivo con la buena respuesta del gabinete por la reconstrucción del país, parece haberse agotado.
Pero si pasa lo contrario, como hasta ahora, y se continúa debilitando el apoyo a Kuczynski, Fuerza Popular proseguirá adelante con lo que parece ser un sabotaje político al gobierno, advierte el politólogo Santiago Mariani, al ser consultado por el semanario Hildebrandt en sus Trece.
"El gobierno tiene que encontrar ciertos mecanismos que le permitan contrarrestar el abuso aritmético del fujimorismo en el Congreso. Y el elemento central, a mi criterio, es que el gobierno tenga una relación de cercanía con la ciudadanía. Los niveles de legitimidad y apoyo al Ejecutivo tienen que mantenerse elevados. Cuanto más elevado sea ese apoyo, menores van a ser los incentivos del fujimorismo para acorralar al gobierno".
Mariani, quien también es director del departamento académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, agregó que si PPK logra este primer objetivo, estará en mejores condiciones para plantear un diálogo más equilibrado con el partido de Keiko Fujimori, en el que haya negociación y no imposición.
"No sólo se trata de salir a los medios y decir: ‘Oigan, nos están arrinconando, no nos dejan gobernar’. Se trata de poder articular medidas para obtener el respaldo de la gente. La democracia no es una fiesta para pocos. El gobierno debe tener muy en cuenta esto. Ello le va a permitir un juego político muy distinto con el fujimorismo, donde va a tener capacidad de conversar, negociar y acordar cuestiones básicas".
En este punto coincide Alfredo Torres, director de Ipsos, quien dice que la ecuación es simple: una popularidad alta favorece al presidente y una popularidad baja a la oposición. Por ello cree que, al margen de las diferencias políticas que existen, en ambos lados deberían tener más espacio quienes busquen tender puentes antes que confrontar. Pero el problema que es que al gobierno le falta muñeca política.
"Es un gobierno claramente tecnocrático y creen que las cosas se pueden discutir como en una empresa. No están haciendo los esfuerzos suficientes para dialogar y llegar a acuerdos con los distintos sectores políticos y sociales, incluida la propia prensa. Están como ensimismados en su propio diálogo técnico. Es una visión de creer que todo se soluciona haciendo cálculos".
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