Ingrid Betancourt fue durante casi siete años el símbolo del horror del secuestro durante el conflicto armado interno en Colombia. Tomada como rehén por las FARC en 2002 cuando pretendía ser presidenta del país, no volvió a la ciudad hasta 2008 en que el ejército la rescató en una espectacular operación que puso fin a interminables meses viviendo en lo más inhóspito de la selva.
Hoy, sin embargo, Betancourt vive entre Europa y Estados Unidos prácticamente autoexiliada de un país que llegó a darle la espalda cuando pidió ser indemnizada como víctima de la guerra. Una tensión que no se apaciguó hasta hace apenas unos meses en que pudo regresar a su tierra natal para convertirse ahora en uno de los símbolos de la reconciliación.
A propósito de la histórica firma de paz entre el Gobierno y las FARC que se lleva a cabo este lunes en Cartagena de Indias, la política de también nacionalidad francesa ha brindado estos días varias entrevistas a agencias internacionales dando su visión de la nueva etapa que inicia el país sudamericano, en las mismas en las que prima por igual una sensación en todas sus declaraciones: la satisfacción de ver por fin una Colombia en paz.
"Estoy muy satisfecha y muy ilusionada con las transformaciones que el proceso de paz va a traerle a Colombia, y también estoy con la esperanza de que esto nos cambie a todos, creo que es un proceso que va a implicar reflexiones individuales, colectivas pero también cambios en la forma en que nos relacionamos los colombianos".
En entrevista a la agencia Efe, Betancourt resaltó el nivel de diálogo entre ambas partes y el convencimiento de que como víctima por fin encontrará justicia.
"Yo no he visto eso en otro lado del mundo, eso es un paso adelante extraordinario no sólo para Colombia y la región, sino también para el mundo. Los acuerdos de paz a futuro tienen que ser enmarcados por la Justicia y no por la impunidad, me parece fundamental (...) El proceso y este acuerdo me garantiza a mi como víctima de las FARC que aquellos que fueron autores intelectuales y reales de mi cautiverio van a ir ante un tribunal y van a tener que responder con lo que hicieron conmigo y con mis compañeros. Eso la Justicia ordinaria no me lo da en Colombia".
Asimismo, dijo entender lo difícil que es para muchos aceptar negociar con aquellos que han cometido actos terroristas, pero que se debe hacer el esfuerzo por las nuevas generaciones de colombianos que no merecen vivir lo que por medio siglo ha pasado el país.
"La mayoría de aquellos que hemos sido víctimas de las FARC y de la guerra somos conscientes de que tenemos que dejar de lado nuestro propio sufrimiento para darle a las nuevas generaciones la inmensa oportunidad de escribir una nueva historia de Colombia".
Una posición que desarrollo aún más en entrevista para la Deutshe Welle, en la que aseguró que no se debe dar mayores vueltas en si es o no suficiente para las víctimas el llegar hasta esta etapa.
¿Cree usted que el acuerdo de paz sellado por el Gobierno de Santos y las FARC toma en cuenta suficientemente el sufrimiento de las víctimas?
¿Qué es suficiente? Nada es suficiente. En mi caso, ¿qué podría yo considerar como justo? ¡Nada! ¿Cómo remplazar a la gente que perdí? Mi padre murió mientras yo estaba en cautiverio. ¿Cómo compensar los años que pasé sin mis hijos? Entonces, yo no creo que esa sea la pregunta correcta.
¿Cuál sería la pregunta correcta?
A mi juicio, la pregunta correcta es: ‘¿Por qué estamos haciendo esto?' Yo creo que estaos haciendo esto para que ningún otro colombiano padezca en el futuro lo que nosotros hemos padecido. Tenemos la respuesta correcta porque estamos salvando vidas. Estamos evitando traumas. Estamos rescatando familias. Y le estamos dando a los colombianos la oportunidad de tener un país en paz. Mi generación no sabe lo que es eso. Como colombiana, el sufrimiento es lo único que me permite relacionarme con mi país. Yo espero que mis hijos y mis nietos puedan relacionarse de una manera más positiva y amorosa con ese hermoso país.
Pero Betancourt no puede evitar que la vena política también empape sus posiciones, algo difícil de ocultar al referirse al accionar del expresidente Álvaro Uribe en este proceso.
"Uribe ha tratado de hacer una campaña con argumentos, pero no los tiene. Todas las críticas que le hizo al acuerdo se han ido integrando. El único argumento que le queda y al que se agarra de mala fe es el de la impunidad, pero mayor impunidad que la que hay hoy en Colombia, ligada al paramilitarismo, al narcotráfico, a la matanza de indígenas y campesinos, es imposible".
En entrevista para El País, se mostró sorprendida con la postura tomada por ciudadanos como Uribe -que se encuentra haciendo campaña por el 'no' al acuerdo'-, ya que no entiende cómo puede haber personas que se oponen a la paz.
"Si uno mira Colombia desde afuera lo que sorprende no es que se firme la paz y gane el plebiscito, lo que sorprende es que haya gente todavía pensando que vale la pena votar no a un plebiscito que nos ofrece la paz”
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