La urgencia del tiempo estresa a la mayoría. Pensar constantemente en el inevitable advenimiento de una fecha de entrega puede ocasionar diferentes tipos de dolor. A la escritora Claudia Salazar Jiménez (Lima,1976), sin embargo, el apremio la impulsó a escribir un cuento. El texto germinal que luego, tras reescrituras y correcciones, hizo metamorfosis en 'La sangre de la aurora', la novela que publicó en el 2013. "Me decía: ¿qué hago?, ¿qué hago?", recuerda. Hace una pausa, chasquea los dedos y sentencia: "Y de pronto apareció la idea".
La artífice del requerimiento creativo que volcó a la literata a trabajar durante dos semanas frente a su computadora, buscando la mejor forma para montar una arquitectura narrativa, fue Diamela Eltit. La tarea era parte del taller literario que la autora chilena imparte en la Universidad de Nueva York (NYU). El proceso no tardó en repetirse: "El primer cuento que nació exclusivamente en el taller de Diamela fue Pantalla en blanco, que justamente se titula así porque no sabía qué diablos escribir".
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portada del libro editado por animal de invierno
Este cuento integra su segundo libro, Coordenadas temporales (Animal de Invierno, 2016) que presenta este sábado 23 julio en la XXI Feria Internacional del Libro de Lima. En esta segunda producción, Salazar echó mano a su habilidad de antologadora. Ella tiene dos en su haber: 'Voces para Lilith y Escribir desde Nueva York. Comenzó, entonces, a construir un corpus que estableció su límite en doce relatos. Algunos de ellos fueron publicados en diferentes revistas o compilaciones de relatos con diferentes ejes temáticos.
"Escribo mucho pensando y antes de sentarme a la computadora, veo las imágenes", revela. Y muchas de ellas le deben su existencia al periodismo.
Las noticias son efectivos generadores de ideas. Una táctica que muchos colegas suyos -de este y otros siglos- utilizaron. Abrir el periódico (en nuestros días la tarea es explorar la web de un medio de comunicación), leer su contenido hasta que una frase o un titular llame la atención. "Hay varios cuentos que nacieron de las noticias. Por ejemplo, En Paz es un relato cuyo germen son las notas periodísticas -muy comunes en Nueva York- sobre personas que han estado muertas en su casas durante cuatro años, pero nadie se percató de ello porque vivían muy solas o habían cortaron lazos con su familia. Es un fenómeno muy triste", reflexiona.
El acto de narrar -para Salazar- no empezó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos o en NYU (donde cursó un doctorado en Literatura Latinoamericana), sino en la casa de sus abuelos cuando era niña. "Comencé creando historias antes de saber escribir. Mi abuelo tenía una colección de libros densos de administración o derecho. Había uno de ellos que me gustaba porque era de color rojo. Lo abrí un día pero solo entendía algunas palabras sueltas".
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foto: cristopher curay/lamula.pe
Mientras relata el recuerdo de su infancia, la autora sonríe varias veces. Uno sospecha que es el preámbulo de la travesura propia de una infante. Salazar no defrauda: "Poco después, como jugando, me dije: ¿por qué no empiezo a marcar solo las palabras que comprendo y con estas hago una historia? Como resultado, le 'destruí' el libro a mi abuelo con mis lápices de colores".
Ese juego con el lenguaje fue volviéndose más complejo con el transcurso de los años. La evidencia está en su ópera prima: La sangre de la aurora. En su escritura se preocupó por concebir un lenguaje distinto e innovador para abordar un tema ampliamente ficcionalizado por sus colegas: el conflicto armado interno (1980-2000). El resultado le valió el Premio Las Américas del Festival de la Palabra de Puerto Rico. "En general, mi poética tiene mucho trabajo del lenguaje que es la materia de lo literario. Y eso está presente en cualquier texto mío. Creo que los escritores debemos escapar de la estandarización", dice mientras acomoda a su costado un bolso con el logo de la revista estadounidense The New Yorker .
Teniendo cerca la mención a su primer libro, aprovechamos para interrogarle: ¿deben establecerse límites al momento de narrar la violencia política? "Uno de mis principios es que la literatura es el espacio de la libertad. No puedes dejar que impongan límites a tus textos. Y en un punto hay que romper los que uno mismo se impone", responde. Antes de continuar, Salazar acomoda sus lentes. Luego, cambia el foco de su cavilación. Ahora menciona a los receptores de la literatura: "En el tema de la violencia política, lo que sí debe existir es una consciencia ética. Tener cuidado con el cómo y para quién estás contando. Quién quieres que te escuche y cómo quieres que esa persona reaccione frente a lo que estás narrando".
Ella misma pasó por ese proceso cuando concibió una novela protagonizada por tres mujeres cuyos cuerpos han sido dañados -de forma directa- por la lucha con el terrorismo. Un tópico que continúa dividiendo a los peruanos. La escritora expone sus motivos: "Lo que me propuse fue que el lector pueda, en algún punto de la novela, ponerse en los zapatos del otro. Que salga de su estado de comodidad. No darle un texto ligero".
Ahora, con su segunda publicación, el público podrá conocer los resultados de su trajinar dentro de un género literario que -por su propia naturaleza- constituye una lucha contra el reloj. No obstante, estamos seguros en un aspecto: sus lectores no estarán urgidos por terminar los doce relatos.
[Foto de portada: Christopher Curay/LaMula.pe]
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