¿Es válido reírse de todo? ¿Podemos reír para, quizá, no llorar? A pocos meses de que los peruanos tengamos que acudir a las urnas para elegir al nuevo presidente, y un par de días después de haber visto a los cinco principales candidatos ofrecer sus propuestas en la CADE de Paracas, estas preguntas adquieren más vigencia que nunca. 

Y ese fue el tema del evento 'Humor y política' en el Hay Festival de Arequipa, donde el periodista Jaime Bedoya, el escritor español Hernán Migoya, y el publicista y escritor Gustavo Rodríguez discutieron acerca de cómo usar la risa para enfrentar a la actualidad más gris y amarga.

“A mí me interesa mucho la literatura humorística que se desarrolla en dictaduras”, comenzó analizando Migoya, quien habla con autoridad, pues su país natal, España, sufrió los estragos del franquismo y aún hasta hoy siente algunos ecos dictatoriales que nunca terminan de desaparecer con el tiempo. “Y aquí en el Perú, la política es humorística en sí misma, es bastante payasa”, añadió.

Ese punto lo reafirmó Bedoya, quien fue editor de Caretas y hoy es editor de Estilo de El Comercio, aunque con una salvedad: “Hay que diferenciar entre el humor voluntario, que hacen los humoristas, y el humor involuntario que despliegan nuestros políticos. Eso es lo alarmante”.

Como ejemplo de humor voluntario mencionaron el caso del candidato ficticio Jorge Locke –entrevistado por LaMula.pe hace unos meses–, quien surgió de la imaginación del publicista Robby Ralston y que, sin embargo, tuvo una inusitada repercusión que iba desde las críticas más fieras hasta las más sorprendentes adhesiones a su cínico pragmatismo.

LA FICCIÓN SIN LÍMITES

Gustavo Rodríguez destacó también un punto interesante: la importancia de las viñetas satíricas en la prensa nacional –como las de Heduardo en Perú21, Carlín en La República o Andrés en El Comercio–, que a través de una simple imagen y un texto corto pueden ayudar a transmitir mensajes contundentes a un país en el que abunda el analfabetismo funcional.

Sobre los límites de la ficción y el humor, los tres coincidieron: no hay ni debería haber límites. Migoya –quien acaba de publicar el cómic 'Señorita Laura'– recordó el terrible caso de la publicación satírica francesa 'Charlie Hebdo', que a inicios de año sufrió un atentado terrorista en represalia por sus caricaturas de Mahoma. “Ese es el ejemplo extremo de cómo algunos grupos buscan ponerle límites a las expresiones”, indicó.

Jaime Bedoya, por su parte, hizo un análisis extenso sobre la vida y obra del misterioso poeta casmeño Dennis Angulo y sus versos políticos –“considerados un adefesio por un sector, y un mamarracho, por el otro”–, poniendo a prueba la credulidad o ingenuidad del público para hacer notar cómo, por más inverosímil que pueda ser una ficción, muchas veces pasa por cierta debido a la aun más irreverente realidad.

Finalmente, Rodríguez planteó una pregunta sumamente interesante: ¿podremos algún momento en el Perú hacer humor sobre la época de violencia interna de los 80 y 90? “Claro que sí”, dijo Bedoya. “Pero para eso primero tendrá que superarse la etapa de duelo, y eso no ocurrirá mientras haya impunidad. Del nazismo uno puede reírse porque la mayor parte de las culpas se pagaron. En cambio, eso aún no ha pasado en el Perú”, concluyó.


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