Joseph Blatter no piensa renunciar por el último caso de corrupción en la FIFA, el mayor de la historia del fútbol, que reveló una trama de sobornos que operó de forma sistemática al menos 24 años. Y muchos se preguntan: ¿cómo hizo Sepp para sobrevivir a los escándalos? ¿Cómo es que se entornilló al sillón del máximo ente rector del balompié mundial con total impunidad?
La respuesta está en el modelo clientelista que instauró en la FIFA (para mayor referencia, similar al que usaba acá Manuel Burga, a quien también le salpicó el escándalo).
Bajo la batuta de Blatter, el ente rector del fútbol mundial subvencionó, a través del Programa Goal, unas 700 obras en los países más pobres desde 1998, año en que el hombre nacido en Valais (Suiza), en 1936, fue elegido como el sucesor del brasileño João Havelange.
África fue el bastión de Sepp (como las ligas departanentales lo fueron para Burga). El suizo hizo bien los cálculos: con el apoyo unánime del continente, que con 54 federaciones afiliadas era el más numeroso en cantidad, Blatter se aseguraba cada elección. Con menos tradición, recursos o victorias, los votos africanos valían lo mismo que los europeos, que suman 53.
¿Cómo funciona el clientelismo de la FIFA?
The Guardian explicó la forma en que operaba el programa Goal impulsado por Blatter: financia "proyectos esenciales para el fútbol", lo que incluye canchas, centros de desarrollo y academias para jóvenes, entre otras obras.
Así es que se hace posible, por ejemplo, que el logo de la FIFA flamee al lado de la bandera nacional en la sede de la Casa del Fútbol de Lusaka, la capital de Zambia.
"La Asociación de Fútbol de Zambia, la Casa del Fútbol, construida como parte del programa de desarrollo de la FIFA Goal, fue inaugurada el 6 de abril de 2002 en Lusaka por el presidente de la FIFA, Joseph Blatter", se lee la placa fijada a pocos metros.
No existen papeles ni compromisos oficiales, pero a la hora de votar, Blatter apuesta a la memoria de quienes han recibido estos beneficios. "La gente tiende a favorecer a cualquiera que haga algo bueno", le dijo Simata Simata, exdirigente de Zambia, a The Guardian.
El africano dijo que espera que Goal fuera un proyecto institucional, pero en la práctica se hizo para favorecer a personajes como Blatter:
"Le da una ventaja a él y una desventaja a los otros, aunque ellos tengan mejores ideas. En ese sentido, tiene un voto asegurado: todos creen que cuando llegue su reemplazante no habrá más Proyecto Goal".
Por eso la actitud de amo y señor que siempre tuvo Sepp, incluso ahora, en el momento más crítico de la FIFA, desoye el pedido de renuncia de Europa, que alzó su voz a través del presidente de la UEFA, el francés Michel Platini.
Blatter está ad portas de una nueva reelección. La FIFA elige este viernes a su nuevo jefe. Sepp quiere seguir siendo uno de los hombres más poderosos del mundo con impunidad, quiere seguir manejando los miles de millones de dólares en ingresos que genera la FIFA por derechos de TV y patrocinios: ganó US$5,700 millones en los cuatro años previos al Mundial de 2014, y tan solo el año pasado consiguió otros US$2,000 millones. Una mina de oro.
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