Varios medios se han hecho eco estos últimos días del escándalo protagonizado por el reverendo Matthew Makela, un pastor religioso de la iglesia St. John’s Lutheran de Michigan, Estados Unidos, que fue descubierto utilizando una aplicación de citas para gays.
Lo curioso es que Makela -casado y padre de cinco hijos-, era públicamente un opositor acérrimo de la 'conducta homosexual', aunque utilizaba el clásico discurso aquel de 'amo a los hermanos homosexuales pero hay que ayudarlos a no seguir pecando'.
"Amo a la gente que siente atracción por el mismo sexo, y así lo hace Dios. La prueba está en el sacrificio que él hizo por todos nosotros (...) Nosotros no le decimos a la gente que nació con tendencias de abusar del alcohol que continúe cediendo a su deseo innato porque él no lo pueda evitar. Nosotros tratamos de ayudarlo con su lucha", escribió hace poco en su cuenta de Facebook, donde solía compartir breves 'sermones'. Uno de los más recientes hablaba de la 'calidad del matrimonio natural compuesto por un hombre y una mujer'.
La indignación de las víctimas de su odio
Sin embargo, un nuevo dato ha despertado aún más la indignación contra este sujeto, que se vio obligado a renunciar a su iglesia ante la evidencia de su hipocresía.
Jennifer Kish es una madre que ha hecho público el daño que Makela hizo a su hijo homosexual cuando este solo tenía 17 años y asistía a la iglesia que comandaba. Según el testimonio del joven, el pastor lo incitó al suicidio con un argumento que resulta increíble:
"Le decía que si él iba a ir al infierno por ser gay, entonces bien podría ir al infierno por cometer un suicidio".
Jennifer y su hijo Tyler dieron su testimonio a WNEM TV, donde contaron además que cuando ella trató de buscar ayuda para que su hijo supere la depresión generada por las palabras del pastor, este le dijo que como madre hacía mal en apoyar su conducta.
"En el fondo creo que sabía que lo que estaba diciendo estaba mal, pero debió pensar que era un adulto siendo realmente duro con solo un niño (...) él no entendía, simplemente se cerraba en que lo que Tyler estaba haciendo estaba mal sin importarle como se sentía por dentro".
Por su parte, Tyler dijo no guardar rencor por Makela, por el contrario, siente lástima por él.
"Lo que me alejó de él eran sus palabras de que tenía que arrepentirme y aferrarme a la esperanza de que Dios me podría cambiar (...) Honestamente me siento muy mal por él. Ver que todo lo que me estaba diciendo se lo estaba diciendo a sí mismo también. Fue destructivo para él y la gente a su alrededor".
¿Qué tal, eh? Toda una 'joyita' que solo muestra una conducta normalizada ya en un gran número de instituciones religiosas. El de Makela solo es una prueba más de la hipocresía de los fanáticos religiosos que se creen con derecho de juzgar la vida de millones de personas alrededor del mundo.
Y esto, sin contar aquellos que encima de escupir un discurso de odio bajo el amparo de alguna fuerza divina, abusan también de aquellos que con fe se aferran al modelo de vida que pregonan.
Y ahí siguen.
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