Durante todo el año  se han registrado situaciones en las que las agrupaciones del sector conservador de la iglesia católica y/o la extrema derecha han expresado su ofensa y descontento por ciertas exposiciones, piezas de bienales y performances en espacios públicos. Es increíble pensar que incluso en nuestros días, y tomando en cuenta las realidades que vivimos, la censura (o los intentos de ella) siga siendo una práctica extendida e incluso avalada por ciertas instituciones.  

Como mostramos a continuación las voluntades de censura en la actualidad parecen no ser exclusivas de los partidarios de la derecha y se extienden, esta vez en Latinoamérica hacia el extremo contrario del espectro. Durante el mes de septiembre en la más reciente edición del Salón Banesco Jóvenes con FIA, en Venezuela el artista cubano Jesús Hernández-Güero, sufrió en carne propia la censura por parte de los organizadores en temor a las represalias del gobierno Bolivariano.

Reproducimos a continuación el diario elaborado por artista a raíz de la censura y publicado originalmente en su web personal.


Tener la culpa

Las banderas me ponen incómodo
Norman Mailer

 

Al recibir el Primer Premio en el concurso digital “Jóvenes con FIA 2.0/2” en el 2013, fui invitado a participar en el “Salón Banesco Jóvenes con FIA / XVII Edición – 2014”, como parte del propio Premio.

Durante mi exposición personal “Capital sin nombre”, en marzo-abril del presente, conozco a la curadora encargada del XVII Edición del Salón: Ruth Auerbach. Sostuvimos interesante diálogo sobre sus intenciones curatoriales para el evento y surgió la idea de proponerle algún proyecto para el mismo.

En junio, envié tres en los cuales trabajaba al unísono y que podían ser de interés para su propuesta curatorial: “Balas de papel”, “Minutos de odio contra sí mismo” y “Tener la culpa”, siendo ese último el seleccionado.

TENER LA CULPA, 2013-14
Instalación / Bandera venezolana (150 x 90 cm), asta de bandera en hierro negro, cordel y base de concreto.
200 x 500 x 100 cm
Caracas, 2013-14


La bandera es símbolo patrio que legitima la soberanía de una nación, su identidad geo-política y socio-cultural. Imagen que se contempla, saluda y honra de “cara al sol”. Una insignia de las alturas. “Tener la culpa” es una instalación a escala real de un asta doblada que iza la bandera venezolana “en el suelo”: ha caído por su propio peso, el de su realidad. Una realidad reflejada – más que en la bandera – en la propia asta, donde la perdida de fuerza y solidez, hacen imposible que esté en el aire. Un asta víctima de gran tormenta, que aun no ha sido quebrada, y por lo tanto, pudiera ser enderezada y restituida a su posición fundacional, en la cual su verticalidad ubicaría nuevamente la bandera en el cielo.

Sin inconveniente es aceptado el proyecto, un mes y medio antes de la inauguración, por la curadora y la directiva de Ciudad Banesco (Complejo bancario y espacio de la exposición) y los organizadores de la Feria Iberoamericana de Arte (FIA).

Recibo apoyo financiero por parte del departamento administrativo de la FIA para completar la producción.

Las fechas de montaje son previstas para los día 3, 4 y 5 de septiembre.


Septiembre 4, 2014

Montaje

Sin dificultades. Queda lista para la inauguración.

Septiembre 5, 2014

Montaje

Me comunican del accidente peatonal ocurrido a una “señora X”, quien tropezó con la obra. Por argumentos “de seguridad”, retiraron la bandera.

Me personé en Ciudad Banesco. Compruebo que la bandera no estaba.

Plantean la posibilidad de trasladar la pieza a otro lugar de menos tránsito.

Por decisión personal y de la curadora, quedó en el mismo lugar.

Restituí la bandera al asta.

Septiembre 9, 2014

Conferencia de Prensa

Compruebo que – grotescamente – la bandera estaba tapada con una bolsa negra de polietileno.

Argumentan – de manera pueril – que llovió el día anterior y el agua corrió hacia ella (en el montaje se valoro este riesgo), que la retiraron y volvieron a colocar.

Al retirar la bolsa, observo que la bandera había sido colocada al revés, con el escudo hacia abajo y el arco de estrellas hacia arriba. Requerí a los organizadores. Rectifico el “error”.

La conferencia de Prensa transcurre sin problemas.

Esa noche me informan de reunirnos el siguiente día en la Galería D´Museo, con la directiva del evento (Feria Internacional de Arte), las ejecutivas de Banco Banesco y la curadora del evento, para tratar “una cuestión delicada que no podían contarme por teléfono”. 


Septiembre 10, 2014

Día antes de la inauguración (Retiran la bandera)

En la mañana, en Galería D´Museo, me muestran, impresos, “tweets” de partidarios al gobierno, protestando y denunciando a Banesco por la presentación, en su espacio, de la obra.

Comentarios “retwiteados” (preocupaban mucho…) con la imagen de la obra a la cuenta del Presidente de la República, el Presidente de la Asamblea Nacional y otros funcionarios e Instituciones del gobierno.

Los medios de prensa ya habían publicado imágenes de la obra.

Solicitaron que quitara la bandera por temor a probables requerimientos del gobierno y sus medidas.

Hablaron de cuidar su reputación, su nombre.

Me negué a retirarla. Tuvieron que hacerlo ellos.

En cordinación con la curadora, revertí lo acontecido. Permití que el asta se mostrara sin la bandera como vestigio del hecho, de la censura misma.

Documenté el proceso que hicieron al retirarla con un rebuscado aura ceremonial. Un performance en sí mismo.

Septiembre 11, 2014

Inauguración

Se hizo con la pieza “modificada” por los organizadores, constatando la censura.


La censura no siempre cuenta con un equipo suficientemente calificado. Pero a veces a los censores hay que reconocerles un grado superlativo de ilustración. Este es uno de esos casos. Evidentemente “Tener la culpa” despertó reminiscencias de Isidore Ducasse y del surrealismo francés. Ducasse influyó en los surrealistas con los Cantos de Maldoror, pero también con una célebre máxima: “La poesía debe ser hecha por todos”, oblicuamente llevada a la praxis en 1925 con el juego y la técnica del cadáver exquisito. “Tener la culpa” ha resultado ser una instalación progresivamente hecha por tantos que todos somos culpables de seguir enseñanzas de Ducasse y prácticas del surrealismo. A los innumerables e innombrables cómplices, efusivas gracias.

                                                                  ***


El lunes pasado el crítico y curador peruano Gustavo Buntinx, publicó este breve comentario en su cuenta personal de Facebook:

POLíTICA / POÉTICA

(Sobre cómo la censura en Venezuela completa el sentido del arte que se aspira libre)

Fascinante cómo la política completa la poética de esta notable instalación o escultura de Jesús Hernández-Güero. Convertida en performance y en arte conceptual (involuntario) gracias a la solícita colaboración de las restricciones crecientes en la creciente dictadura de Venezuela.

Pero atención a la belleza también erótica y formal de la(s) obra(s). La obra inicialmente planteada por el artífice y la inconscientemente concluida por los agentes del régimen. El resultado es una pieza excepcional e histórica. Aguda, en todos los sentidos del término. A la altura de varias de las mejores selecciones expuestas en "Perder la forma humana". Aunque no recuerdo allí ejemplo alguno de tanto arte magnífico que se juega la vida en la lucha libertaria contra los totalitarismos de supuesta izquierda. Como si el carácter opresivo de un gobierno dependiera del color partidario de sus retóricas.

¿Dónde la revolución donde?


Imposible afirmar que el balance final de una censura como esta sea positivo. Lo que sí es alentador es comprobar que el arte no ha perdido su capacidad de incidir en la realidad y golpear ahí donde más duele a los que ostentan un poder que va perdiendo legitimidad a pasos agigantados.



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