Hace pocos días una amiga llegó de la India, luego de pasar tres meses ahí. De inmediato, le pregunté cómo fue su experiencia en el país que, según varios reportes, maltrata más a las mujeres. Su respuesta me dejó sorprendida: “Increíble. Cuando subí a los trenes de transporte público, repletos de gente, pensé que -como en Perú- tendría que enfrentar alguno que otro abusivo que me agrediera, pisándome, empujándome, mirándome indebidamente o rozándome. Pero me encontré todo lo contrario. Encontré un respeto increíble por los espacios de cada persona. Un respeto que me hizo sentir tranquila y segura. Nadie me empujó, pisó, miró obscenamente ni intentó tocarme o rozarme”.
Entonces, me explicó que esto se debe a que hasta hace menos de un mes, las mujeres indias eran constantemente agredidas por acoso callejero en formas verbales o tocamientos indebidos dentro de los buses o trenes. Ante esto, y considerando la mala fama ganada en el mundo, las autoridades decidieron adoptar una medida rápida: colocaron casetas de quejas con agentes policiales al final de cada estación, donde cualquier mujer o niña podía ir a reportar un caso de acoso, sea este un piropo lanzado por un completo extraño, un roce o cualquier cosa que vulnerara la tranquilidad de la mujer. Y, entonces, el acusado tendría que enfrentarse a un proceso legal.
Lamentablemente, eso parece estar lejos de ser el caso peruano; especialmente en Lima, una ciudad cuyo sistema de transporte aún pone en riesgo la tranquilidad de las mujeres que día a día vivimos el acoso callejero.
Así lo confirma la encuesta elaborada por la Fundación Thomson Reuters en materia de seguridad para las mujeres, que señala a Lima como la tercera ciudad en el mundo con el sistema de transporte público más inseguro para las mujeres. El primer y segundo lugar en el ranking se lo llevaron Bogotá (Colombia) y México D.F. (México), respectivamente.
El estudio se hizo en 15 de las capitales más grandes del mundo y en Nueva York, la ciudad más grande de Estados Unidos. Los resultados arrojaron que 6 de cada 10 mujeres han sido acosadas cuando usaban el transporte público. Asimismo, en París y Moscú las mujeres encuestadas dudaron de que las autoridades quisieran atender sus denuncias en caso de acoso o abuso sexual.
Pero el acoso callejero es un tema real. Lo vivimos mujeres y niñas diariamente aunque las autoridades lo sigan negando. No solo pasa en Perú, también sucede en Nueva York. Y si no lo creen, la asociación Hollaback, que trabaja para erradicar el acoso callejero de la sociedad, lanzó un video con cámara escondida que muestra a una mujer caminando por las calles de Manhattan durante diez horas. "Hey nena", "¿No quieres platicar?", “¿me das tu número?”, y un sujeto persiguiéndola por 5 minutos son algunas de las escenas reales que vive esta mujer. Este es el video:
En Perú existe un gran colectivo, Paremos el Acoso Callejero, conformado por hombres y mujeres que luchan por erradicar este problema de la sociedad. La presidente de dicha asociación, Bertha Prieto, indicó, en una entrevista concedida a La Mula hace dos meses, que el acoso en las calles es un problema de educación antes que un problema inherente a la naturaleza de los hombres (el típico argumento que el hombre es así biológicamente).
En esa conversación, Prieto señaló que “el acoso callejero es la punta del iceberg de muchos tipos de violencia hacia la mujer. Educando a los ciudadanos podríamos aspirar a un cambio más estructural y lograr que se respete más a la mujer".
Si aceptamos que la educación es un tema fundamental para empezar a cambiar las mentalidades machistas, que subyacen detrás del acoso callejero, entonces cabría deducir que la encuesta anterior que coloca a Lima como una de las tres ciudades más peligrosas para las mujeres no solo revela un sistema de transporte defectuoso, sino un problema de fondo: la pobreza educativa de nuestro país.
(foto de portada: www.trust.org)
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