Además de ser considerada como una de las exponentes más relevantes del graffiti en Rio de Janeiro, Panmela Castro —sí, con la 'n' interpuesta— es una intensa activista por los derechos de las mujeres. 

Como ha comentado en una entrevista para el portal Cambio Político, ella considera que el graffiti, al ser un arte callejero, "puede llegar a todos y tiene el poder de provocar un cambio social positivo. Por medio de él, llegamos hasta las comunidades para discutir con otras mujeres diversas cuestiones de género, violencia doméstica, violencia psicológica y mucho más".

No es casual, por ello, que en 2012, cuando tenía tan solo 30 años, haya sido una de las dos brasileñas incluidas en la lista de 150 mujeres que conmocionan al mundo, publicada por la revista Newsweek y la web The Daily Beast. La otra brasileña fue nada menos que Dilma Rousseff, la jefa de Estado.

la graffitera carioca
www.istoe.com.br

Esta visión acerca de su arte permite comprender mejor las coordenadas en las que se inscriben sus creaciones: plena postura crítica frente a la compleja situación de las mujeres en las sociedades contemporáneas, así como la generación de conciencia entre sus espectadores (sin importar el género) de manera inmediata.

En su web personal podemos encontrar algunas series visuales desarrolladas a lo largo de los años. Una de ellas es 'Obra Prima', presentada en los siguientes términos: "una crítica al patriarcado a través de relecturas de las obras de los grandes maestros". 

Y es aquí que la artista apunta sus aerosoles a algunas de las imágenes más difundidas de la pintura moderna europea. Entre los 'elegidos' para ser intervenidos están creadores como Ingres, Manet y Monet. Como se puede observar, son pintores cuyas obras se han caracterizado por explotar la sensualidad de las imágenes, que con sus paletas han procurado rescatar algunos de los rasgos más notorios de la materia, con un énfasis en  la naturaleza y el cuerpo desnudo, en especial el femenino.

Las pinturas europeas comparten un patrón llamativo: la presencia de la piel femenina descubierta. "La gran odalisca" (Ingres, 1814), "Olympia" (Manet, 1863) y "Almuerzo sobre la hierba" (Monet, 1863) tienen todas personajes centrales que no cargan con prendas. 

"La gran odalisca" (Ingres, 1814)

"Olympia" (Manet, 1863)

"Almuerzo sobre la hierba" (Monet, 1863)

Y todos esos personajes son mujeres. Gráciles muchachas que revelan cierta vulnerabilidad, pero esconden parte de su cuerpo al espectador, de tal modo que inducen al deseo de atisbar qué hay más allá. 

En cambio, desde la mirada de Castro, esas mujeres abandonan la luz y se convierten en sujetos sombríos. Pierden ingenuidad y adquieren un semblante más decidido, que muestra astucia y cierta malicia.

Invertidos los valores planteados por Occidente, Castro viste —con ropa, con palabras— a sus mujeres y, más bien, desviste a los varones que son partícipes de las escenas, así como a la realidad entera, a la cual deja en oscuras y sin límites precisos. 

Una realidad que siempre fue construida acorde con los deseos de un determinado grupo: los varones. 

notas relacionadas en lamula.pe

El arte de repensar lo femenino

El graffiti contra la publicidad, una batalla visual

MUCHO arte urbano

El arte urbano de Levalet

Vulvas sagradas