Las avenidas Tacna, Garcilaso de la Vega y Arequipa solían ser el escenario de una lucha sin tregua entre cústers y combis por conseguir pasajeros. El #CorredorAzul pretende solucionar este problema. Si bien su implementación ha sido problemática, los argumentos para oponerse a reformar el transporte limeño son débiles.
Lo que vemos en la mayoría de medios de comunicación son quejas de usuarios -a veces desinformados, a veces arbitrarios, menos veces razonables-, imágenes de bloqueo de avenidas y protestas de los transportistas del Callao que no participaron en el esquema de negocio planteado por la Municipalidad de Lima.
Es cierto y probado que hay errores en la implementación del corredor. A saber: el insuficiente número de vehículos puestos al servicio y los plazos para renovarlos, por lo que se ha permitido la circulación de unidades antiguas. Si a ello le sumamos la mala prensa que arrastra la alcaldesa-candidata Villarán, tenemos como resultado que el sector de pasajeros y transportistas que se resisten a los cambios ven validada su actitud de negarse al cambio en el transporte y hasta lleguan a pedir el regreso de cústers y combis.
Los enemigos de la reforma son, entonces, aquellas personas, empresas, organizaciones políticas o factores que contribuyen a la construcción de una imagen negativa del cambio en el transporte limeño, o peor aún, a una añoranza del sistema que la ciudad trata de dejar atrás.
1. Los candidatos
Pese al alto riesgo que ello suponía, Susana Villarán inició la implementación del #CorredorAzul en plena campaña electoral. Las mismas organizaciones políticas que formaron parte de la campaña para revocarla vieron la oportunidad servida para atacarla de nuevo. Los primeros días instigaron el malestar entre los pasajeros. Quien ha intentado sacar mayor provecho entre los candidatos a la alcaldía de Lima, ha sido el ex alcalde y favorito en las encuestas, Luis Castañeda Lossio, de Solidaridad Nacional, cuyos partidarios no han tenido ningún reparo en usar vehículos de campaña para trasladar de manera irregular a pasajeros hacia los paraderos del Corredor Azul.
2. Empresas como Orión
Las compañías de transporte que no participaron de los acuerdos para la reforma del transporte y que han perdido sus autorizaciones de circulación están, evidentemente, en contra de los cambios.
Estas firmas protagonizaban un transporte caracterizado por una pelea cotidiana por los pasajeros. Además, no respetan los derechos laborales de los choferes o cobradores que operaban sus vehículos y reclutar sin miramientos a conductores con papeletas acumuladas, muchas de ellas por faltas graves. Ahora, con el inicio de la operación del Corredor Azul, estas empresas se han dedicado a sabotear abiertamente la reforma, organizando protestas y amedrentando a las empresas que sí están autorizadas.
3. Desinformación
Todos los medios tienen un enfoque y posición: la defensa de intereses es algo que los define. El problema es cuando esa defensa entra en conflicto con los intereses de la ciudadanía y la ciudad.
Los limeños tienen derecho a un mejor transporte, seguro y ordenado. En lugar de brindar información al público, muchos de los reportes que vemos en los canales de noticias, o leemos en los diarios, hacen a los usuarios preguntas que parten del supuesto de que todo está mal, mostrando solo lo negativo de la reforma, o muestran acríticamente evidentes actos de boicot, como la circulación irregular de vehículos que transportan pasajeros gratis, con el fin de abarrotar los paraderos formales.
4.- El reloj
Aquel que mire el reloj mientras hace la cola para subir a los buses azules puede caer en desesperación. La reforma del transporte va contra el tiempo y la poca paciencia de los pasajeros. En otros países, cambios como estos han provocado malestar evidente en los ciudadanos. Sin embargo, a medida que la reforma avanzaba, entendieron que se trata de una modificación necesaria en los estilos de vida, en su economía y en la sostenibilidad del transporte. A veces, reorganizarse un poco es beneficioso, a pesar que cueste hacerlo.
Sin embargo, es en otra dimensión en la que también el tiempo juega en contra. Queda un mes para las elecciones que definirán al próximo alcalde de Lima y si se confirma la tendencia en las encuestas, no será Susana Villarán quien vea los resultados de la reforma. Quizá no las vea ninguno de sus contendores, dado que ninguno ha mostrado a la fecha respaldo a la acción emprendida por la Municipalidad de Lima. Todo indica que nadie, salvo Villarán, tiene intención de profundizar los avances ya logrados, a saber, contratatos con las empresas, implementación del Corredor Azul y anuncio del Corredor Javier Prado.
5. Los buses que no son de estreno
La mayoría de las más de 130 unidades que circulan por el corredor es antigua. Los usuarios reclaman nuevas, mejores y modernas unidades. Esa exigencia es saludable y necesaria. Los pasajeros no olvidan lo dicho por la alcaldesa Villarán sobre los nuevos buses con tecnología Euro 4. Y están decepcionados al ver unidades tan no nuevas pintadas de azul.
El presidente de Protransporte, Gustavo Guerra García, reconoció que faltan más unidades. Afirmó que se trata de un "proceso gradual" que en julio de 2015 permitirá tener 500 unidades nuevas. En 2016, la meta es llegar a los 1,700 buses azules nuevos. "En cinco años sumarán 800 millones de nuevos soles de inversión privada solo en los corredores complementarios, donde únicamente transitarán buses patrón con tecnología de emisión Euro 4", afirmó Guerra García en declaraciones a la Agencia Andina.
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