La figura de Ana Jara le ha caído bien al gobierno. Es democrática, tiene manejo político frente a los medios y ha lanzado puentes con todas las bancadas que conforman un desordenado Congreso. Mañana la actual titular del Ejecutivo irá al Congreso -un lugar que conoce bien- para pedir el voto de confianza que parece conseguirá, luego de dos semanas de conversaciones con todos los partidos. 

Tiene ojos serios y una voz gruesa, disciplinada. No hay duda de que es la mujer por la que apuesta Nadine Heredia. Eso le da un aire diferente y la pone en un nivel diferente de otras caras del partido. Al igual que Ana María Solórzano en la presidencia del Congreso: son mujeres fuertes, rectas y que tienen el apoyo de la pareja presidencial. Pero: ¿Qué representa Ana Jara para el actual gobierno?

Sin duda, un apoyo mediático. En las últimas dos semanas, la premier es quien ha salido a dar la cara primero negando que Nadine Heredia postulará a la presidencia en el 2016 (dándole un poco de aire a la primera dama), luego exigió disculpas ante la risible acusasión de Juan Díaz Dios; después zanjó diferencias con el congresista fujimorista Grandez, acusado de tener un prostíbulo de menores, y cuarto llamó a los médicos en huelga hace casi 100 días a que paren su radical medida de protesta. Ana Jara es la cara más visible del gobierno en este momento. 

La figura de Daniel Urresti, ministro del Interior, es parecida porque su imagen en la televisión es del tipo de mano dura, recto, y eso aquí en el Perú es siempre causa para subir en las encuestas, que al final es la preocupación más importante de la pareja presidencial. El tema de fondo es que todavía no hay institucionalidad, carrera pública, y los cargos más relevantes son ocupados por quienes tienen mejor manejo político frente a los medios, único puente entre el gobierno y la ciudadanía. 

Ollanta y Nadine ya le agarraron la maña al asunto y son conscientes que, por más buena voluntad que tengan, personajes como Juan Jiménez, César Villanueva o René Cornejo no les dan el oxígeno que necesitan. Por supuesto, el lado negativo del asunto es que la política está personalizada en quienes tienen mejor manejo político y no en quienes realizan las verdaderas reformas que el Perú necesita. Jara ha escuchado a las bancadas y sabe ya sus preocupaciones: corrupción, elecciones del 5 de octubre, criminalidad en el Estado, aporte de los independientes a una AFP, huelga de salud, entre otros. ¿Pero Jara acaso tiene la varita mágica para solucionar todo esto? No. 

Al final, el manejo político no sirve de nada sino está acompañado de soluciones rápidas y efectivas en los temas más urgentes: salud, educación, corrupción, gobernabilidad y seguridad. 

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