En las polarizadas elecciones presidenciales en Brasil, el político ultraconservador Jair Bolsonaro logró este domingo el 46,3% de los votos, frente al 28,8% que sacó Fernando Haddad, el candidato del encarcelado expresidente Lula da Silva, lo que lleva al país más grande de Sudamerica a una segunda vuelta el 28 de octubre y a la necesidad de un vuelco radical para evitar el triunfo de la extrema derecha.
Así, solo un golpe de timón muy fuerte evitará que el controvertido Bolsonaro, un exmilitar racista, machista, homófobo y admirador de la dictadura que sumió a Brasil en una de sus épocas más oscuras durante 20 años, gobierne a partir del 1 de enero próximo. Serán tres semanas decisivas hasta el balotaje en las que se agudizarán la polarización social y la crispación política en un país donde el caso Lava Jato, el más grande escándalo de corrupción de la historia en la región, no ha dado tregua.
El Partido de los Trabajadores (PT) de Haddad y Lula redoblará seguro su ofensiva contra Bolsonaro, a quien acusa de no respetar derechos humanos, de defender los valores más retrógrados y que si llega al poder, Brasil retrocederá 40 años por lo menos. Pero nada de esto ha evitado que el exmilitar acaricie la presidencia y es probable que a estas alturas tampoco le vaya a afectar sus posibilidades de triunfo el 28 de octubre, alertan analistas brasileños.
Hay dos factores que pueden explicar el fenómeno Bolsonaro, al que recurren con frecuencia comentaristas y observadores brasileños: uno es el poco o nulo interés del brasileño promedio por la democracia; y el otro el antipetismo (rechazo al PT), un sentimiento que se fue gestando en los últimos tres años como casi como un movimiento político (un símil podría ser el antifujimorismo) y que se sabía grande, pero no al punto en que se ha manifestado en este proceso electoral. De hecho, el 59% de los votantes de Bolsonaro son antipetistas declarados.
La clave ahora está en quién seduce de acá a la segunda vuelta al desencantado centro, que se quedó huérfano: Bolsonaro quizá no sea el candidato perfecto, pero lo que parece ser claro es que menos lo es el PT. Así, el desafío al que se enfrenta Haddad es mucho mayor. Su única esperanza de triunfo radica en sumar los votos reservados para Lula da Silva y al menos el apoyo de una parte de los antipetistas, con lo que se podría eregir como el candidato del centro, en donde pululan tanto el antipetismo como la tentación de pasarse al bando de Bolsonaro.
Y la estrategia de Haddad para la segunda vuelta parece ser en reforzar el mensaje de que Brasil prosiga por una senda democrática. Así lo hizo notar apenas supo de los resultados del domingo. Las próximas tres semanas también serán claves para la posición que asuman el resto de políticos y partidos. Por lo pronto, el candidato Ciro Gomes, tercero con el 12% de los votos, expresó su rechazo hacia el ultra Jair Bolsonaro y aseguró su apoyo Haddad, pero la polarización, hasta ahora, evitó que las posiciones más moderadas se volviesen una opción de voto.
Lee también
Lula da Silva renuncia a su candidatura y pide a brasileños votar por Haddad
Lula da Silva fuera de carrera: la justicia brasileña anula su candidatura presidencial [VIDEO]