No hay justicia sin verdad. El no poder saber qué pasó exactamente con sus familiares es una especie de tortura que deben sufrir aún miles de personas que no ven a sus seres queridos desde el conflicto armado interno que padeció el Perú (1980-2000). Según cifras oficiales, existen más de 13 mil desaparecidos durante la época del terrorismo cuyos paraderos son aún desconocidos.
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El caso de Angélica Mendoza de Ascarza es emblemático. Su hijo Arquímedes desapareció en 1983, por lo que pasó sus últimos 34 años de vida buscándolo. Al ver que habían más casos como el de ella y su familia, organizó a las madres ayacuchanas y fundó la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (Anfasep).
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En el 2017, la justicia peruana confirmó la existencia de hornos para quemar restos humanos en el cuartel militar 'Los Cabitos', donde habría estado Arquímedes. A pesar de ello, 'Mamá Angélica', que se convirtió en un ejemplo de lucha por la defensa de los derechos humanos, se fue sin justicia plena. Nunca pudo saber lo que exactamente pasó con su hijo, ni reconocer sus restos.
Así como pasó con ella, se corre el riesgo de que las familias de los miles de desaparecidos no tengan ni la posibilidad de reconocer los cuerpos. Por ello, era necesario un Banco de Datos Genéticos, que desde hace años pedían los familiares de las víctimas y que este viernes siete de setiembre, el presidente Martín Vizcarra aprobó a través de un decreto legislativo.
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Este banco servirá para almacenar y organizar la información de los familiares y de los cuerpos encontrados con el objetivo de identificar a todos los desaparecidos.
[Foto de portada: Andina]
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