Vera Lentz nació en el Perú. Hija de una renombrada fotógrafa alemana, creció entre cámaras fotográficas, cuartos oscuros y una inmensa variedad de fotos. Desde pequeña acompañó a su madre en las sesiones de fotos en su estudio de fotografía en Miraflores. “Desde su llegada al Perú, mi madre viajaba cuando podía por el Perú con su cámara Rolleiflex, con la cual documentó varias zonas, como Ayacucho, Cerro de Pasco, Huancayo, Tingo María y otros lugares”, cuenta a LaMula.   

A puertas de la adolescencia viajó a Alemania a estudiar en un internado durante una estancia prolongada en la que tuvo la oportunidad de tener compañeros y profesores que influyeron en su desarrollo personal y académico. Años después viajó a Estados Unidos para estudiar, entre otras instituciones, en el Center of Photograghy en Nueva York. En 1982 viajó a Centroamérica para fotografiar los efectos de la guerra en El Salvador.

Ese mismo año regresó al Perú para fotografiar lo que ocurría aquí. “Mi intención cuando regresé al Perú a finales de 1982 fue hacer una documentación del conflicto desatado por Sendero Luminoso y la respuesta del Estado. Quería documentar todos los lados del conflicto. Me parecía imperativo ver los diferentes lados para empezar a entender qué estaba sucediendo”, cuenta.

No era fácil hacer fotografías como ella quería. Y, por supuesto, había que viajar a Ayacucho, atreverse a registrar gráficamente lo que estaba viviendo el país en esa región. “Como no había acceso ni a Sendero ni a al Ejército, lo que tenía que hacer era documentar los resultados de las acciones de uno y otro: los muertos, las pintas, los familiares de los desaparecidos, los entierros, los ‘botaderos de cadáveres’, las protestas, los paros, las universidades. También fotografíe las condiciones sociales, la vida diaria si era posible. Lo difícil era enterarse de los lugares de los hechos y después intentar llegar”, narra.

Vera es una de las protagonistas del documental Volver a Ver, dirigido por Judith Vélez y coproducido por La Mula Producciones. Más de tres décadas después de lo ocurrido en Ayacucho, ella emprende el regreso a Acos Vinchos (a más de 4 mil metros en la cordillera ayacuchana) para reencontrarse con Marcelina y los miembros de las primeras rondas campesinas, con quienes reconstruye el ambiente marcial que dominaba el azotado pueblo en aquellos años.

“La importancia de Volver a Ver es que debe ser algo que todos deberían hacer: recordar, hacer memoria, aprender. No porque acabó la violencia extrema es que todo ya terminó. Quedan tantas consecuencias de este conflicto: miles de familiares de desaparecidos que buscan a los suyos y no cesan en su búsqueda, pues sus heridas siguen abiertas; huérfanos de los dos lados (víctimas de Sendero, MRTA y de las fuerzas del orden), que se han quedado desamparados totalmente; los miembros de las fuerzas del orden que están discapacitados, algunos en situación de extrema pobreza, y con poco apoyo de las autoridades. Aún hay muchas fosas para abrir, quedan las víctimas de las violaciones. Persisten las preguntas sin contestar. Un mundo de dolor. No se puede ni se debe dejar todo esto en el aire, como si no hubiera pasado. ¿Qué somos si pretendemos olvidar todo?”, reflexiona.

Volver a Ver abre otros caminos para entender nuestro pasado reciente, esta vez desde el vértice que une los testimonios de los narradores y los peruanos andinos quechua hablantes que padecieron una guerra inmisericorde que no buscaron.

Desde que Vera tomó fotos en Ayacucho, siempre al verlas se preguntaba qué habrá pasado con las vidas de aquellas personas. Pero también hubiera querido saber cómo era su vida antes de que llegara la violencia. “Me emocionó mucho ver a Marcelina, y escuchar cómo había pasado esos años. Yo no sabía nada de ella, solo que era rondera cuando tomé las fotos y que había perdido un familiar. Eran épocas tensas, la foto fue tomada durante el desfile obligatorio del domingo. Se sentía la tensión que estaba presente. Fue muy bueno saber que logró salir adelante”.

Para Vera es imperativo recordar el papel que jugaron las comunidades campesinas quechuablantes en la lucha contra Sendero. “Hombres, mujeres y niños de Acosvinchos se organizaban para enfrentar el terrorismo. Eran valientes, sabían que con palos no era suficiente, pero su empuje, su orgullo y decisión les alcanzaba”, dice.


Volver a Ver se proyecta este martes 7 de agosto en el Festival de Cine de Lima a las 11 pm en la Sala Azul del Centro Cultural de la PUCP.



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