Cuando asumió el poder, en julio de 2016, el presidente Pedro Pablo Kuczynski dijo que uno de sus principales objetivos sería combatir la informalidad laboral. Pero las cifras oficiales que acaba de revelar el Instituto Nacional de Estadística de Informática (INEI) revelan que esa consigna no se ha cumpliendo, porque en 2017, el empleo adecuado se estancó y lo que creció fue el subempleo en el país.

Es decir, la informalidad laboral aumentó en 5,7% el año pasado, en el que además 90 mil peruanos se quedaron sin empleo en el último trimestre del 2017. De hecho, las cifras del INEI señalan que el empleo en empresas con más de 50 trabajadores, que suelen pagar a sus empleados los beneficios de ley, se redujo en 6%, (221 mil personas menos en planilla). Sin embargo, el empleo en empresas pequeñas de hasta 10 empleados, en las que suele predominar la informalidad, creció en 5,2% (597 mil trabajadores).

En medio de la situación complicada que atraviesa el empleo formal en el país, PPK decidió poner en evaluación un aumento del sueldo mínimo en el país, y lo hace en el momento más complicado de su gestión, cuando su aprobación se desploma y se acumulan indicios de conflictos de intereses  cuando fue ministro de Alejandro Toledo, lo que ha puesto otra vez en duda que vaya a terminar su mandato.

Para diversos agentes económicos y analistas, es una señal preocupante que el presidente tome una decisión económica de esa envergadura en la coyuntura actual descrita y por meras consideraciones políticas, porque acentuaría la informalidad laboral que prometió combatir en su campaña.

Alfredo Thorne, quien fue el primer ministro de Economía del gobierno de PPK, es uno de los que considera que no es el momento oportuno para pensar en revisar la remuneración mínima vital (RMV) como anunció el mandatario, porque agudiza los sobrecostos laborales, en detrimento de la productividad.

"Son muchas cosas que están incidiendo en el empleo informal. Una de ellas es que estábamos [el año pasado] en un ciclo que empezaba a tomar cuerpo, pero empezó a perder tracción a partir de octubre, debido a todos los problemas que estamos viendo en las constructoras y en el Caso Lava Jato", dijo el exministro, citado por El Comercio.

Aunque Thorne admitió que no hay una fórmula mágica para acabar con la informalidad laboral, los países que lo han hecho exitosamente —dijo— han reducido los sobrecostos laborales. "El costo (laboral) más importante es el salario mínimo, porque si se fija uno más alto, ese diferencial de ingresos entre el formal e informal se hace más drástico por los beneficios sociales que están anclados al sueldo mínimo", explicó.

Y aunque si bien el eventual aumento del salario mínimo no favorecería a la mayoría de trabajadores, porque gran parte de estos no está en planilla, sí influye en los beneficios para el cálculo de los aportes a Essalud y sistemas de pensiones público y privado, y también se toma en cuenta para definir el pago por trabajo nocturno y horas extras, lo que implicaría que empresas formales eleven sus costos fijos, en un contexto en que el consumo se ha desacelerado.

Para Diego Macera, gerente general del Instituto Peruano de Economía (IPE), un aumento del salario mínimo no implica necesariamente que habrá despidos masivos, pero sí será más difícil mantener y conseguir un empleo formal para los trabajadores más vulnerables. "Y aquí me refiero a aquellas personas que no han podido acumular experiencia laboral, principalmente jóvenes y mujeres", anotó.

Esto sin contar que PPK se puede terminar de meter en otra camisa de once varas, y abrirse nuevos frentes políticos con los sindicatos laborales, que ya han recogido el guante y han propuesto que la remuneración mínima se eleve a S/ 1.500, previa discusión en el Consejo Nacional del Trabajo (CNT). 

Por ejemplo, César Bazán, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores del Perú (CUT Perú), alegó que ese es el nivel salarial con el que se podría llegar a cubrir la canasta básica familiar. En este monto concuerda con la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), que sostiene con con S/. 1.500 se recuperaría el poder adquisitivo de los trabajadores.

La última alza del salario mínimo fue en mayo de 2016, casi al final del gobierno de Ollanta Humala, quien lo elevó en dos tramos (2011 y 2012) desde S/ 600 hasta S/ 750.

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