Cuando empezó el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, se especuló que dentro de la bancada de Fuerza Popular, que contaba al inicio con 73 congresistas, había un sector que estaba disconforme. 

Un plan del oficialismo para "partirla" quedó al descubierto por el propio presidente, en una entrevista concedida por este al diario El País; con lo que la bancada permaneció "unida", y más con la aprobación de una norma que impedía a los disidentes formar una nueva. 

Sin embargo, la procesión iba por dentro. Y quien se encargó de mostrar que no todo era color de rosa dentro del partido "naranja" fue Kenji Fujimori. Desde fines del año pasado hasta la actualidad, este ha mostrado públicamente sus diferencias con la bancada en diferentes temas y con su propia hermana Keiko Fujimori, colocándose más conciliador como opositor, a diferencia de la línea "dura" de esta última.

Por estas razones, sumadas a acciones que lo acercaban al gobierno de PPK, la bancada de Fuerza Popular decidió abrirle proceso disciplinario. Todo parecía marchar disciplinadamente, sin ninguna discrepancia pública, hasta la aparición de esta carta, firmada por 23 parlamentarios del fujimorismo:

Los autores de la misiva, dirigida el 11 de julio a la propia Keiko Fujimori (con lo que queda claro quien manda en la bancada), proponen a la excandidata a la presidencia ponerse como "mediadores" para que las diferencias con Kenji Fujimori sean superadas "sin que prospere esta acusación contra nuestro colega parlamentario" ante el Comité Disciplinario de Fuerza Popular.

"Te rogamos, en consecuencia, superar esta dura medida hasta que la concordia en el ámbito familiar permita superar esta situación y pueda alcanzarse una solución que no suponga llevar a los medios de comunicación unas diferencias de opinión naturales que pueden hallar su cauce en una solución amigable entre gentes del mismo partido".

Esta carta fue enviada poco antes del "cónclave" fujimorista en el hotel El Pueblo, días después de que la bancada decidiera iniciar el proceso contra el menor de los Fujimori. 

El hecho de que la hayan firmado 23 congresistas (sin contar a otros que quizás no quisieran hacerlo por temor a una represalia) da cuenta de que el fujimorismo no es la unidad monolítica que pretenden pintar Galarreta, Salaverry, Letona y compañía. 

Y que se haya hecho pública es una muestra de que dicha disidencia no soportaría la presión autoritaria del sector que lidera Keiko Fujimori. Que lo expliquen bien Yeni Vilcatoma y Patricia Donayre.

Foto de cabecera: La República.

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