Estados Unidos vive días de tensión luego del triunfo de Donald Trump en los comicios del martes último en EEUU. Por cuarto día seguido, se han desatado protestas en varias ciudades del país contra la elección del magnate como el presidente de la mayor potencia del mundo.

Pero, como se sabe, al ahora mandatario electo le cuesta aceptar la disonancia y volvió a criticar a los medios de comunicación y los que acusó de orquestar las protestas en su contra. Ya en la campaña, el magnate los había amenazado con restringir el derecho a la información y con represalias comerciales. Hasta vetó a periodistas en sus mítines y alentó a las multitudes en su contra.

Su actitud no ha variado, pese a que será la cabeza de un sistema que exige a los políticos a que rindan cuentas "Acabo de tener una elección presidencial de gran éxito. Ahora los manifestantes profesionales, incitados por los medios, están protestando. ¡Muy injusto!", escribió en su cuenta de Twitter.

Lo cierto es que las manifestaciones expresan frustración y división. La mitad del país no termina de asumir lo que ocurrió en la elección del martes, que evidenció fracturas y brechas sociales entre las grandes ciudades y las localidades rurales, descontentas con el establishment y a cuyos votantes Trump supo interpretar casi a la perfección.

Las protestas, en su mayoría, fueron pacíficas y poco multitudinarias, salvo en Portland (Oregon), donde el jueves por la noche hubo actos vandálicos, según Associated Press y la prensa local.

Temor a un auge racista

El miedo de algunos sectores del país, a que el arribo de Trump a la Casa Blanca ponga en peligro la convivencia, es real y no un invento de los medios como cree el magnate. Incluso se avivó el temor a un aumento de los ataques de odio en EEUU, debido a que el presidente electo lanzó guiños a grupos supremacistas blancos.

De hecho, varias personalidades con vínculos xenófobos han hecho suya la victoria del magnate. Además, ya se registraron incidentes discriminatorios. Por ejemplo, en Filadelfia, una vitrina de una local fue pintado con la frase “Sieg Heil 2016”, que es una proclama nazi; al lado el nombre de Trump con una esvástica. 

En la Universidad de Nueva York, alguien escribió "Trump" en la puerta de una sala de culto para musulmanes; en Minnesota, en una escuela que acoge a la principal comunidad somalí del país, pintaron "Vuelvan a África", junto al lema electoral del republicano "Hacer grande a América de nuevo". Estos son solo algunos ejemplos. Hay más situaciones así en varios lugares de EEUU.

Por si hay dudas, esto fue lo que escribió en Twitter David Duke, exlíder del Ku Klux Klan, quien dijo que la victoria de Donald Trump era uno de los momentos "más emocionantes" de su vida: "Nuestra gente tuvo un papel enorme en la elección de Trump"

Duke cuando lanzó su candidatura al senado de EEUU. (

Duke se define a sí mismo como la "figura más reconocida de la preservación de la gente blanca en el mundo", mientras que Trump alentó, en todas los tonos y las formas, las divisiones raciales y religiosas. Fue el candidato de la incorrección política.

El Southern Poverty Law Center es la principal institución de monitoreo de ataques de odio. En un informe titulado "El efecto Trump", que emitió en abril pasado, dijo que la campaña política en EEUU estaba propiciando un "alarmante nivel de miedo y ansiedad entre niños de color" e "inflamando tensiones raciales y étnicas" en las escuelas. "Muchos estudiantes temen ser deportados", se leía en el documento.

Trump bajó el tono tras su triunfo electoral, incluso en su primer discurso tras la votación del martes, prometió ser "el presidente de todos los estadounidenses" y hasta pidió ayuda a los ciudadanos que no lo respaldaron para "trabajar juntos y unificar nuestro gran país", pero todo indica que necesitará mucho más que un discurso conciliador para vencer las resistencias que genera por todo lo que hizo y dijo en la campaña.  ¿Será una tregua temporal o definitiva en su dialéctica electoral incendiaria?

Legado en riesgo

De otro lado, varios expertos han coincidido en que los principales logros del mandato de Barack Obama, como la reforma sanitaria, la apertura a Cuba, el acuerdo nuclear con Irán o las regulaciones contra el cambio climático, están en riesgo con la llegada de Trump al Salón Oval.

"Trump será capaz de desmantelar algunos logros de la Administración de Obama a corto plazo, pero muchos otros llevarán bastante tiempo o supondrán grandes dificultades", dijo a Efe Charles Tiefer, experto en el funcionamiento del Congreso de EE.UU. y que durante una década fue viceabogado general de la Cámara baja.

"Un presidente de Estados Unidos no puede simplemente chascar los dedos y cancelar regulaciones así como así", añadió Tiefer, que ahora es profesor de Derecho en la Universidad de Baltimore.

Son especialmente vulnerables las medidas de Obama emitidas por decreto, como las normas contra el cambio climático y el alivio de la deportación para más de 800.000 indocumentados, conocidos como "soñadores", mediante el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).

"El hecho de que esas iniciativas emblemáticas de Obama se impulsaran por decreto hace que sea más fácil para Trump abolirlas", sostuvo Matthew Dallek, politólogo en la Universidad de George Washington de la capital estadounidense.

Por el contrario, a Donald Trump no le será tan fácil, por ejemplo, retirar a EEUU del Acuerdo de París sobre el calentamiento global, debido que este pacto contiene una cláusula que lo obligaría a esperar cuatro años antes de que la desvinculación entrara en vigor.

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