El asesinato de cinco policías en Dallas, a menos de un mes de la masacre en Orlando, ha puesto otra vez en cuestión el estancado debate sobre el control de armas en Estados Unidos, donde republicanos y demócratas no logran poner de lado sus diferencias y aprobar normas de regulación, que tantas veces ha exigido el presidente Barack Obama y que la realidad en este país impone hace rato.

“Todo miembro de esta institución, todo republicano y demócrata quiere ver menos violencia armada”, dijo el titular de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, al pedir en el hemicilo una reflexión colectiva tras el ataque de Dallas.

Paul Ryan, presidente de la cámara de representes de EEUU. (EFE)

¿Será que por fin se romperá el entrampamiento en que este tema está hace varios años en EEUU? Lo cierto es que hay pocas esperanzas, porque el Partido Republicano, que ostenta mayoría en el Congreso, se resiste a cualquier norma que restrinja el uso de las armas.

Y las pocas esperanzas parecen diluirse si se tiene en cuenta que tampoco la masacre de Orlando, donde un sujeto entró a una discoteca gay, abrió fuego y mató a 49 personas el 12 de junio pasado -la mayor matanza de este tipo en la historia de EEUU-, logró mover las fibras sensibles de los republicanos

Pasada la presión que generó la masacre en Orlando para aprobar una ley que restrinja las ventas de armas, en el Congreso de EEUU el tema de la regulación volvió a su habitual situación: pugnas, divisiones internas y el fuerte lobbie de la Asociación Nacional del Rifle que lograron todo este tiempo que bloquear la discusión. 

De hecho, la falta de un consenso bipartidista hizo que el Senado rechazara, a los pocos días de las muertes en Orlando, varias propuestas legislativas para que se dificulte la venta de armas.

Luego el debate se trasladó a la Cámara de Representantes. El mismo Ryan apoyó una propuesta para limitar las ventas de armas a sospechosos de terrorismo y anunció que la sometería a votación la pasada semana

No lo logró, porque la facción más dura del Partido Republicano -que se denomina Freedom Caucus- consiguió posponer la votación de esa propuesta, pese a que contaba incluso con el el visto bueno de la poderosa Asociación Nacional del Rifle.

Que Ryan no haya podido convencer a toda su bancada es una muestra de lo fuerte que es la reticencia republicana a cualquier iniciativa legal que cuestione la Segunda Enmienda de la Constitución, que ampara el derecho a las armas.

Esta semana, el presidente de la Cámara de Representantes intentará crear consensos con esa facción republicana, mientras busca acercar posiciones con los demócratas, que creen que la propuesta que respalda es muy débil. Hace dos semanas, los congresistas demócratas protagonizaron una histórica sentada de 26 horas en la Cámara para forzar una votación sobre las armas.

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