No solo es una referencia del periodismo de investigación en general, sino conocedor de primera mano del accionar del narcotráfico en el Perú en las últimas tres décadas. Gustavo Gorriti fue entrevistado en la revista Somos, y sus declaraciones, publicadas el último sábado, no solo hacen recordar nuestra historia reciente, sino que nos advierte lo que puede ocurrir si no se toman precauciones.

Una de las cuestiones más clara para Gorriti es que, a diferencia de estos tiempos, donde hay una creciente influencia del narcotráfico en la política, en una época estuvimos más cerca de ser un "narcoestado" que en la actualidad:

"Estuvimos en camino (de ser un narcoestado) en la última parte de los años 70, en los 80 y de alguna manera sucedió en los 90 con la llegada de Vladimiro Montesinos al poder. Después de la caída de Fujimori no hemos tenido casos de penetración profunda".

No olvidemos que Montesinos construyó su carrera de abogado en base a la defensa de narcotraficantes a fines de los años 70 y parte de la década de los 80. El futuro asesor presidencial de Fujimori defendió legalmente a los narcotraficantes colombianos Evaristo Porras Ardila (alias Papa Doc) y Jaime Tamayo; y en 1985 defendió a los jefes de la policía relacionados a Reynaldo Rodríguez López, alias El Padrino. 

En ambos casos, salió airoso. Esas relaciones de Montesinos fueron las que acercaron al Estado, durante la década de Fujimori, al narcotráfico como nunca antes, y Gorriti por eso lo señala.

En otro pasaje de la entrevista, realizada por el periodista Ricardo León, Gorriti recuerda a Carlos Langberg, aquel narcotraficante al que puso al descubierto con una investigación en la revista Caretas, en la década de 1980:

Carlos Langberg tuvo una gran influencia sobre el gobierno militar de Francisco Morales Bermúdez y una tremenda influencia sobre el partido aprista (sic). Hasta el momento en que Alan García fue elegido secretario general del Apra, él era la persona que para todo efecto controlaba el partido. Tenía la plata para hacerlo y además a toda la parte administrativa y disciplinaria bajo sus órdenes. Pagó la campaña presidencial de Armando Villanueva, compró Villa Mercedes, la casa de Haya de la Torre.

Resulta curioso que haya tenido influencia hasta la llegada de García al liderazgo del partido, puesto que este último, más de 30 años después, ahora es cuestionado por haber concedido miles de indultos y conmutaciones de penas a narcotraficantes durante su segundo gobierno.

Pero Gorriti recuerda que el poder del narcotráfico no solo ha llegado a los partidos y al poder mismo, sino a las mismas instituciones del Estado. En un pasaje de la entrevista, menciona a Rodríguez López y cómo llegó a tener control de la Policía:

"(Rodríguez López) Tuvo el control casi total de la Policía de Investigaciones entre 1980 y 1985, los tres directores (así se les llamaba entonces) estuvieron bajo sus órdenes, además de los jefes de la policía antidrogas y de inteligencia".

También menciona que Rodríguez López llegó a tener un nexo con el mismísimo presidente del Consejo de Ministros, Luis Pércovich, quien ocupó este cargo en el segundo gobierno de Fernando Belaunde:

"Además trabajó directamente para él (para Rodríguez López) Luis López Vergara, el asesor más importante de Luis Pércovich, que fue ministro del Interior (1983-1984) e incluso primer ministro (1984-1985). Como una muestra de su poder, 'El Padrino' llegó a tener su número personal -en esa época el teléfono fijo era valioso por su escasez- listado como asesor de la alta dirección de la Policía de Investigaciones."

Más allá de los nexos con las instituciones y los partidos en los 80, y su instalación en el mismo poder en los 90 (porque Montesinos era uno de los suyos), Gorriti afirma que la corrupción que genera el narcotráfico es "mucho mayor".

En este momento, cuando la guerra contra el narcotráfico se concentra básicamente en el Vraem, el nivel de corrupción es mucho mayor del que se supone.

Y aunque indica que no estamos a los niveles de México; aconseja que no hay que bajar la guardia:

Si comparamos la influencia del crimen organizado en el Perú con la que hay, por ejemplo, en México, aquí es bajo. Pero eso no quiere decir que haya que descuidarse porque se ve cierto tipo de crecimiento del crimen organizado. Hay que mirarlo con mucha atención y erradicarlo mientras sea 'erradicable'. En el Perú es un tema manejable, pero lo peor que podemos hacer es ser complacientes.

Finalmente, se refiere a los vínculos de Gerald Oropeza con el Apra:

"Son solo jugadores, atorrantes, que sin embargo tienen audacia"

Esto no quiere decir que haya que bajar la guardia, como ya ha dicho Gorriti. Recordemos que Gerald Oropeza, narcotraficante de poca monta si es comparado con Langberg, Rodríguez López, Fernando Zevallos y otros, es solo la punta del iceberg.


(Foto de portada: Global Investigative Journalism Network / Youtube)

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