Carlos Lavida, seudónimo de Carlos Dávila, es alguien que en los últimos años ha comenzado a ocupar una posición cada vez más relevante dentro de la escena local del cómic y la ilustración. Es autor de la novela gráfica Tren de ficción (2012) y la serie de cómics Vallejito. Versos y humor (2014), que tiene como protagonista al poeta César Vallejo en versión infantil. Lavida es además colaborador habitual de El Otorongo, y también del diario Gestión. A propósito del ataque contra las instalaciones del semanario satírico francés Charlie Hebdo, LaMula.pe conversó con él.

¿Qué significa Charlie Hebdo para ti, como humorista?

La revista no ha sido difundida en América Latina tanto como en Europa, pero el 2011 tuve la oportunidad de conocerla, tras el primer atentado que se hizo en sus oficinas, felizmente sin muertos. Ya entonces las portadas comenzaron a dar vueltas en Internet y era un referente de humor duro para cualquier humorista, pero también un referente de resistencia por las constantes amenazas que tenían.

¿Qué significa lo sucedido, a nivel personal y profesional?

Fue una respuesta desproporcionada a lo que cualquier humorista busca. En general, los dibujos los trabajamos desde casa o una oficina, de forma tranquila. Jamás voy a pensar que dibujar pueda incluir algún tipo de riesgo. Mi labor como humorista es distinta al modo en que abordaban los temas en Charlie Hebdo. Yo no estoy, por ejemplo, dibujando a Abimael Guzmán preparando una bomba desde su jaula, o a Cipriani comparando el tamaño de su pene con el de un cura pedófilo. Ese tipo de imágenes es con la que ellos se mandaban y la respuesta obviamente fue terrible, aunque de algún modo imaginable. Otra cosa es que en nuestro país no existen fanáticos de la talla de algunos musulmanes. Pero sí te puedo asegurar que Cipriani saltaría de alguna forma si lo dibujaran así. 

¿Cuál es el futuro/rol del humor gráfico en este contexto?

Es gracioso porque ningún humorista va cambiar su forma de hacer humor. Estoy seguro. Lo que me parece es que esto va abrir la puerta a la tolerancia (que es una palabra fea en realidad) y a nuevos espacios donde el humor duro no sea combatido con armas, eso desde ahora la gente lo ha condenado.

No sé cuánto tiempo más resista la revista, porque han matado a la plana mayor. Para los humoristas que mantenemos nuestro espacio desde ahora vamos a tener un referente para respaldar nuestro trabajo.

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