En el Perú, la actual cuarentena decretada por el Gobierno peruano para evitar una mayor propagación del coronavirus coincide con la temporada de cosecha de papa en los Andes. Y al estar restringida la distribución de mercancías hacia las zonas rurales, miles de familias andinas se perjudican porque disponen de pocos alimentos. Las mujeres indígenas no pueden trasladarse a los pequeños mercados y distritos donde comercializan animales menores y productos agrícolas; en tanto, los varones tampoco pueden participar en las actividades en las que suelen ser mano de obra.  

“Esto genera una enorme presión en la economía de las familias andinas y principalmente a las mujeres indígenas de quienes se espera ser las proveedoras de alimento en el hogar”, explica Tarcila Rivera Zea, líder indígena y vicepresidenta del Centro de Culturas Indígenas del Perú (Chirapaq), institución que acaba de publicar un informe sobre la vulnerabilidad de los pueblos indígenas durante esta coyuntura.

Tarcila Rivera Zea. Foto: Chirapaq

Por otro lado, los niños y jóvenes rurales no tienen la misma facilidad que otros para acceder a la campaña de educación a la distancia propiciada por el Ministerio de Educación. ¿Qué hacer?

Al respecto, el informe de Chirapaq, que cuenta con más de 30 testimonios de alcaldes, autoridades tradicionales, docentes, jóvenes activistas, parteras indígenas y productores agropecuarios, recomienda al Estado priorizar la compra de alimentos indígenas, crear bonos de ayuda educativa e incorporar el uso de altoparlantes en la estrategia de educación desde casa.

“En la encuesta que hemos hecho nos centramos en la región Ayacucho, específicamente en la provincia de Vilcashuamán, y en la selva central (Pasco) con el pueblo Yanesha, así como con estudiantes amazónicos de Loreto que están en una situación de cuarentena obligada fuera de sus comunidades. Lo que más preocupa es el hecho de no poder trasladarse ni movilizarse para cumplir con sus actividades productivas en relación a la comunidad, a la chacra, a sus animalitos y la cosecha o aporte en sus campos”, dice Tarcila a La Mula.

Economía indígena

Tanto para los indígenas amazónicos como para los andinos la emergencia nacional impacta fuertemente en su economía familiar. Las principales actividades que les generaban ingresos -agricultura y construcción- están restringidas o suspendidas. "Las personas dedicadas a la agricultura no cuentan con medios de transporte para poder comercializar sus cosechas, siendo estas consumidas por sus propias familias, regaladas y, en última instancia, descartadas por haberse malogrado. De acuerdo con los testimonios recogidos, se estima que se han perdido, a la fecha, entre S/200 (US$61) y S/900 (US$273)", resalta el informe. 

Además, de acuerdo con la muestra recogida, hay problemas de traslado de alimentos, a lo que se suma el criterio de las municipalidades en la distribución de canastas alimenticias. Chirapaq ha sido informado de al menos cinco alcaldías ayacuchanas que dan prioridad a la compra de arroz, aceite y fideos en las canastas de alimentos que deben ser distribuidas con los S/213 millones transferidos a las municipalidades por el gobierno central. Ciertamente es una ayuda, pero una mirada corta, pues una solución acertada sería acudir a la cultura alimentaria indígena y comprar directamente a los agricultores para salvaguardar su economía.

"Vemos la necesidad de dar la importancia debida a los productos locales, para que los municipios puedan incluirlos en la canasta de compras con fondos del Estado y puedan cumplir la dinámica económica de tener qué comer, pero al mismo tiempo qué productos pueden encontrarse sanos y nutritivos en las mismas comunidades", dice nuestra entrevistada. 

FOTO: CHIRAPAQ

Género

La vulnerabilidad de las mujeres también se evidencia en esta crisis económica. Debido al confinamiento obligatorio y las restricciones de tránsito, las mujeres indígenas entrevistadas por Chirapaq señalan verse impedidas de comercializar sus productos en los mercados y ferias, como es usual. Por ejemplo, en el distrito de San Juan Bautista, ubicado en la periferia de Huamanga (Ayacucho), las mujeres acostumbran a generar sus ingresos mediante la venta de alimentos locales y la preparación de platos regionales, a precios módicos. "Ante la crisis sanitaria, la Asociación Gastronómica de Vendedoras de Comida Típica Santa Rosa de Ayacucho ha detenido sus actividades, produciendo pérdidas de casi S/1,300 (US$394) por cada una de las socias", indica la muestra.


Educación

Durante el aislamiento social obligatorio, en la provincia de Vilcas Huamán (también en Ayacucho), niñas, niños, adolescentes y jóvenes indígenas se dedican a ayudar a sus padres en actividades agrícolas como el pastoreo, la recolección de leña y agua. Asimismo, en la limpieza del hogar, la preparación de los alimentos y el cuidado de sus hermanos y hermanas menores. Según las personas indígenas entrevistadas, los padres y madres requieren capacitación para establecer hábitos y metodologías de estudio en casa. Esto considerando que en muchos casos no han terminado la educación secundaria, lo cual perciben como una limitación para seguir el plan de estudio de sus hijos e hijas. Su guía se limita a pedirle al niño, niña o adolescente que repase, de cuenta propia, los libros de texto del año anterior. 

“La mayoría de docentes son de otros lugares y con la cuarentena han salido. Nuestro distrito no tiene internet, el teléfono tiene línea limitada, entonces básicamente los niños y niñas están sin estudiar” (Magno de la Cruz Najarro, Comunidad de Saurama, Ayacucho). 

Tarcila Rivera admite el esfuerzo del Ministerio de Educación y del Gobierno para dar soluciones a los problemas de coyuntura actual, pero alerta que muchas veces las disposiciones del Estado no se pueden cumplir en el área rural. "Hay comunidades en la que no hay electricidad más que por horas. Hay comunidades en donde las familias no tienen un televisor, tampoco internet. Entonces todo esto debería ser mirado de mejor manera, para que cada iniciativa responda a la realidad de los contextos tanto en el área rural como en los urbanos marginales, por ejemplo: en los cerros de Lima. No hemos visto en los reportajes familias que tengan un televisor o que tengan una pantalla como para seguir las clases con los niños y la familia", detalla.

El contexto de los estudiantes indígenas universitarios, por ejemplo en Loreto, es también un caso que le preocupa. "Muchos de ellos preferirían estar en su comunidad, pero la emergencia les obliga a quedarse en la ciudad. El hecho de no poder movilizarse y no tener acceso a internet o computadoras no les va a permitir seguir las clases virtualmente. Y además, ahora están enfrentando problemas de alimentación, porque ellos sobreviven con fondos mínimos y hay que poner atención a ello. Llamamos la atención a los programas de becas, a los programas que otorgan alimentos para que los consideren".  

Tarcila sugiere al Gobierno que en las zonas rurales utilicen altoparlantes: "De acuerdo a nuestra experiencia y nuestra realidad, los altoparlantes son los más efectivos y eficientes. Porque teniendo un programa grabado, cualquier persona, líder o joven de la comunidad puede transmitirlo por los altoparlantes. Que es de fácil acceso y se escucha en toda la comunidad. La televisión y la internet no funcionan como sí en las zonas urbanas o más cercanas a las ciudades".

Si bien la muestra de Chirapaq es pequeña, refleja lo que se vive en zonas alejadas de las urbes, donde además hay un modo de vida muy distinto vinculado con su territorio, sus recursos, sus culturas. Por ello, Tarcila señala que tenemos que encontrar salidas, mirando el contexto y analizando la situación de cada sector de nuestra sociedad, que no es homogénea. "Las desigualdades se están expresando en todo. Esto es importante, porque nos va a permitir mirar la realidad y encontrar respuestas apropiadas", finaliza. 


Aquí puedes leer el informe de Chirapaq Los pueblos indígenas y el coronavirus en el Perú



(Foto abridora: Chirapaq)


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