En las últimas semanas en diversos países del mundo, las economías se han paralizado por medidas restrictivas tomadas para prevenir contagios del nuevo coronavirus Covid-19. Los más afectados por esta crisis son los trabajadores que dependen de sus salarios, que corren el riesgo de quedarse sin dinero durante la cuarentena. Ante ello, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) realizó una evaluación de la crisis económica y laboral provocada por la pandemia.
En un reciente informe, la OIT estimó que el desempleo mundial podría aumentar en casi 25 millones de personas. En la nota de evaluación preliminar "El COVID-19 y el mundo del trabajo: consecuencias y respuestas", pidió la adopción de medidas urgentes, a gran escala y coordinadas, basadas en tres pilares: proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo, estimular la economía y el empleo, y sostener los puestos de trabajo y los ingresos.
Esto implica la ampliación de la protección social, el apoyo para mantener el empleo (es decir, el trabajo a jornada reducida, las vacaciones pagadas y otros subsidios) y la concesión de ayudas financieras y desgravaciones fiscales, en particular a las microempresas, pequeñas y medianas empresas. Además, la OIT propone medidas de política fiscal y monetaria, así como préstamos y ayuda financiera a sectores económicos concretos.
Las estimaciones de la OIT indican un aumento del desempleo mundial de entre 5,3 millones (hipótesis “prudente”) y 24,7 millones (hipótesis “extrema”) a partir de un nivel de base de 188 millones en 2019.
Además, se prevé un aumento exponencial del subempleo, ya que, se lee en la nota, "las consecuencias económicas del brote del virus se traducen en reducciones de las horas de trabajo y los salarios".
"En los países en desarrollo, es posible que las restricciones al movimiento de personas (por ejemplo, de los proveedores de servicios) y mercancías en esta ocasión anulen el efecto amortiguador que allí suele tener el empleo por cuenta propia", agrega.
Por otro lado, los ingresos de los trabajadores se reducirían considerablemente. La OIT estimó que estos se situarán entre 860.000 millones de dólares y 3,4 billones de dólares a finales de 2020. "Esto se traducirá en caídas en el consumo de bienes y servicios, lo que a su vez afectará a las perspectivas de las empresas y las economías", agrega la nota.
La pobreza laboral también tendría un importante aumento, ya que “la presión sobre los ingresos resultante de la disminución de la actividad económica tendrá un efecto devastador para los trabajadores que se encuentran cerca o por debajo del umbral de la pobreza”.
Entre 8,8 y 3,5 millones de personas estarán en situación de pobreza laboral en todo el mundo, frente a la estimación original para el 2020, que preveía una disminución de 14 millones en todo el mundo, señaló la OIT.
La organización señaló que el impacto sobre el desempleo mundial podría ser menor si se da una respuesta política coordinada a nivel internacional, como ocurrió frente a la crisis financiera mundial de 2008-2009.
“Ya no se trata sólo de una crisis sanitaria mundial, sino también de una importante crisis económica y del mercado laboral que está teniendo un enorme impacto en las personas”, dijo el Director General de la OIT, Guy Ryder.
“En 2008, gracias a que el mundo hizo un frente común ante las consecuencias de la crisis financiera mundial se evitó lo peor. La actual coyuntura requiere de ese tipo de liderazgo y determinación”, agregó.
Esta crisis por el Covid-19 podría agravar la desigualdad, ya que algunos grupos se podrían ver afectados de manera desproporcionada. La OIT menciona a las personas con trabajos menos protegidos y mal pagados, en particular los jóvenes y los trabajadores de mayor edad, así como las mujeres y los migrantes. "Estos últimos son vulnerables debido a la falta de protección y derechos sociales, y las mujeres tienden a predominar en los empleos de baja remuneración y en los sectores afectados", señala la nota.
El director general de la OIT señaló que tenemos dos herramientas clave para ayudar a mitigar los daños por la crisis del Covid-19 y a restablecer la confianza del público: el diálogo social activo entre los trabajadores y los empleadores y sus representantes. En segundo lugar, Ryder mencionó a las normas internacionales del trabajo, que "proporcionan una base de probada eficacia para las respuestas de política que se centran en una recuperación sostenible y equitativa". "Es necesario que en este difícil momento se haga todo lo posible para reducir al mínimo los perjuicios para las personas”, agregó.
[Foto de portada: OIT]
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