Ya van seis días desde que cuatro menores pertenecientes a la comunidad nativa Alto Tamaya Saweto perdieron contacto con sus madres cuando regresaban de la comunidad brasileña Apiwtxa (Acre) camino a su hogar. Desde la zona fronteriza hasta el puerto en el que se iban a embarcar son seis horas de recorrido. La noche les ganó y pernoctaron en el bosque y al amanecer los jóvenes ashéninkas se adelantaron a los mayores y hasta ahora se desconoce su paradero.

Como señaláramos en la nota informativa del pasado viernes, la comunidad está sumamente preocupada. Si bien los comuneros contactados por La Mula señalan que es una posibilidad que se hayan extraviado, también afirman que desde corta edad los nativos conocen el camino, más aún porque es habitual ir a visitar a sus parientes y amistades que viven cruzando la frontera. Temen, más bien, que hayan sido interceptados por los taladores ilegales que siempre están al acecho de las comunidades de la zona, donde la presencia del Estado es casi nula, pero donde hay una permanente actividad maderera.

Ayer sábado llegó a Saweto un helicóptero con personal policial especializado. Y si bien sobrevoló la zona donde se perdió el contacto con los menores, no pudo descender debido a que no encontraron una zona despejada en el bosque, y en la tarde tuvieron que regresar a la comunidad para pernoctar y emprender la búsqueda este domingo.

Hoy domingo en la mañana han partido nuevamente hacia el lugar pero en botes. Pedro Mendoza, profesor de Saweto, señala que este contingente recién podrá actuar en la zona a partir de mañana. "Una posibilidad es que hagan una trocha para que aterrice el helicóptero", dice.

Ellos se sumarán a las comuneras y comuneros que partieron el viernes a la zona junto con algunos policías. Al cierre de esta nota no hay más noticias, y esto es también porque en esa región boscosa -adonde también han partido a apoyar los ashéninkas de Apiwtxa y algunos policías brasileños- no hay señal de teléfono ni internet.

Local comunal de Saweto. Foto: Mario Osorio


Cinco años después. Para los ashéninkas de Saweto este suceso los ha regresado a 2014, cuando cuatro de sus líderes (Edwin Chota, Jorge Ríos, Francisco Pinedo y Leoncio Quinticima) fueron asesinados por presuntos taladores ilegales. Tras la horrenda masacre, en la misma región, con igual tardanza de conocimiento de la noticia por lo lejano de la zona, con las mismas dificultades de acceder al sitio y recoger los cuerpos, con similares problemas para los helicópteros, entre otros hechos. Asesinatos que, por cierto, siguen impunes, sin nadie condenado en prisión y los involucrados eluden fácilmente a la justicia. Tras el asesinato de estos cuatro peruanos, a diferencia de lo que pasaba en el Perú, Saweto se volvió en un caso emblemático a nivel internacional para la lucha ambientalista, la defensa de los derechos humanos y la problemática que afrontan los indígenas alrededor del mundo (la fundación Alexander Soros le otorgó un premio en memoria de los líderes fallecidos). La presión internacional influyó para que la comunidad obtuviera el título de sus tierras en 2015, lo que le abriría las puertas a su desarrollo socioeconómico, algo que aún es lento.