Una mejor gestión de los recursos hídricos y el acceso a agua potable y saneamiento para todos es esencial para erradicar la pobreza, construir sociedades pacíficas y prósperas y garantizar que "nadie se quede atrás" en el camino hacia el desarrollo sostenible.  Objetivos totalmente alcanzables, siempre que la exclusión y la desigualdad se aborden tanto en la política como en la práctica; de lo contrario, las intervenciones en el agua no lograrán llegar a quienes más lo necesitan y a quienes probablemente se beneficiarán más, según el informe sobre el desarrollo mundial del agua Leaving no one behind ('No dejar a nadie atrás'), lanzado este martes 19 de marzo por Naciones Unidas en colaboración con Unesco.

De acuerdo con el reporte, miles de millones aún carecen de instalaciones de agua potable y saneamiento, y las personas se quedan atrás por razones relacionadas con su género, origen étnico, cultura y / o estatus socioeconómico, entre otros. La exclusión, la discriminación, las asimetrías de poder arraigadas, la pobreza y las desigualdades materiales se encuentran entre los principales obstáculos para cumplir con los derechos humanos al agua y al saneamiento y para alcanzar los objetivos relacionados con el agua de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. 

Más de 2.000 millones de personas viven en países que experimentan altos niveles de estrés hídrico. Estimaciones recientes muestran que 31 países sufren un estrés hídrico de entre el 25% (considerado como el umbral mínimo de estrés hídrico) y el 70%. Otros 22 países están por encima del 70%, y por lo tanto en condiciones de estrés hídrico grave.

En América Latina hay unos 25 millones de personas sin acceso a un servicio básico de agua y 222 millones sin servicios de agua potable gestionados de forma segura. En el caso del saneamiento, la situación es mucho peor: casi 89 millones de personas en la región carecen de un servicio básico de saneamiento y 495 millones carecen de servicios gestionados de forma segura. Existen grandes diferencias entre los países, pero también dentro de los países, dado que las brechas en la cobertura de agua y saneamiento entre las regiones administrativas dentro de varios países superan el 20 o incluso el 30%.

Es mucho lo que hay en juego: casi un tercio de la población mundial no tiene acceso a servicios de agua potable administrados de manera segura, es decir, que solo dos tercios de la población mundial tienen acceso a estos servicios. La intensificación de la degradación ambiental, el cambio climático, el crecimiento demográfico y la rápida urbanización, entre otros factores, también plantean desafíos considerables para la seguridad hídrica. Además, en un mundo cada vez más globalizado, el impacto de las decisiones relacionadas con el agua traspasa las fronteras y afecta a todos.

Al ritmo actual de progreso, miles de millones de personas seguirán sin poder disfrutar de su derecho al acceso al agua y al saneamiento ni de los múltiples beneficios que dicho acceso puede proporcionar. Los ricos generalmente reciben altos niveles de servicio a un precio muy bajo, mientras que los pobres a menudo pagan un precio mucho más alto por servicios de calidad similar o inferior. 

El acceso equitativo al agua para la producción agrícola, aunque solo sea para el riego suplementario de los cultivos, puede marcar la diferencia entre la agricultura como un mero medio de supervivencia y la agricultura como una fuente confiable de medios de vida. 

Tres cuartas partes de las personas que viven en la pobreza extrema viven en áreas rurales. La gran mayoría de los pobres rurales son pequeños agricultores familiares. Si bien constituyen la columna vertebral de los suministros alimentarios nacionales, que contribuyen a más de la mitad de la producción agrícola en muchos países, a menudo sufren de inseguridad alimentaria y malnutrición.


Superar la exclusión y la desigualdad

El derecho internacional de los derechos humanos obliga a los estados a trabajar para lograr el acceso universal al agua y el saneamiento para todos, sin discriminación, al tiempo que prioriza a los más necesitados.

El cumplimiento de los derechos humanos al agua y al saneamiento requiere que los servicios sean seguros, disponibles, físicamente accesibles, equitativamente asequibles y culturalmente aceptables. Un enfoque basado en los derechos humanos aboga por los estándares, principios y criterios fundamentales de los marcos de derechos humanos. Invertir en el abastecimiento de agua y el saneamiento en general, y para las personas vulnerables y desfavorecidas en particular, tiene buen sentido económico. 

Según el informe, si continúan la degradación del medio ambiente natural y las presiones insostenibles sobre los recursos hídricos mundiales, de aquí a 2050 estarán en peligro el 45% del PBI mundial y el 40% de la producción mundial de cereales. Las poblaciones pobres y marginadas se verán afectadas de manera desproporcionada, lo que agravará aún más las desigualdades.

Estamos avisados.

 

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