La economía suele ser muy sensible los vaivenes de la política. Pero como toda regla tiene su excepción, ese es el caso del Perú, donde la crisis que tuvo como colofón la renuncia a la Presidencia de Pedro Pablo Kuczynski, obligado por un intento de compra de votos en el Congreso para evitar su vacancia, no tuvo efectos económicos negativos, al menos en el corto plazo. 

De hecho, la calificación crediticia del país se mantiene, la bolsa está en azul y la moneda peruana sigue fuerte frente al dólar.

Lo que sucede es que los mercados habían anticipado lo que iba a ocurrir con el gobierno de PPK, a lo que se suma la solidez de la institucionalidad económica que el país ha sabido mantener, según Diego Macera, gerente general del Instituto Peruano de Economía (IPE). "La economía ni siquiera pestañeó", dijo, consultado por la BBC.

"Es algo muy particular de Perú. Creo que puede tener que ver con un trauma. Fueron tan terribles los años que vivimos hacia fines de los 80, que nadie quisiera volver a caer en eso. Como si tuviéramos una especie de conciencia colectiva de que la institucionalidad económica se respeta".

Como Macera, otros economistas coinciden en que el respeto a los fundamentos de nuestra economía, a la autonomía del Banco Central, a las metas inflacionarias y a la estrategia de crecimiento abierta al mercado, permitieron capear el temporal político.

En la medida que baje la incertidumbre política aumentarán las posibilidades de crecimiento, explica Carlos Paredes, de la Universidad del Pacífico. "Con menos ruido político podremos aprovechar la gran oportunidad que presenta el aumento en el precio internacional de los minerales", anotó el especialista.

El 2017, el PBI peruano avanzó  2,5% y para este año los pronósticos bordean el 3,5% en promedio. El cambio de gobierno no ha sido un punto de quiebre para el replanteo de las expectativas. 

"Estamos cautelosamente optimistas", sostiene Macera sobre la asunción al poder Martín Vizcarra, quien el viernes juró el cargo de la Presidencia de la República, y ofreció una gestión enfocada en recuperar la gobernabilidad y la confianza en las instituciones, lograr estabilidad económica y que la educación se convierta en "un pilar central" del desarrollo.

De hecho, el jefe del Banco Central (BCR), Julio Velarde, señaló que el reto del presidente Vizcarra será recuperar la inversión y la confianza en la economía, y subrayó que quien asuma la cartera de Economía no podrá hacer nada si no le da prioridad a la sostenibilidad fiscal. "Eso es indispensable. Es algo que hemos logrado en 25 años y estamos tirando al suelo", cuestionó.

Por su lado, Paredes señala que el país requiere con urgencia una reforma de las instituciones, porque en los 90, durante el régimen fujimorista, se empezaron las reformas económicas, pero hubo graves retrocesos en materia de democracia.

"Lo que necesitamos ahora es estabilidad política para que se active la economía", dice por su lado Carlos Parodi, también de la Universidad del Pacífico, al subrayar que es momento de recuperar el tiempo perdido, porque en los 20 meses —601 días— que estuvo PPK en el poder, no se avanzó nada. 

"Diría que la estabilidad económica está asegurada porque las autoridades del Banco Central son intocables hasta el 2021, y eso genera mucha tranquilidad. La duda es cuál será el nuevo equipo económico y qué capacidad tendrá para tender puentes con el Congreso".

Para nadie es un secreto cuáles son las tareas pendientes que hay en el Perú, y que ahora el gobierno de Vizcarra tiene la responsabilidad de poner a andar, las cuales pasan por implementar reformas al Estado, a los sistemas electoral y judicial, así como a los partidos y a todas las instituciones que le dan predictibilidad a un país, más allá de las pugnas políticas por el poder de turno.

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