Martín Vizcarra ya es el nuevo presidente del Perú. Este viernes juró el cargo en reemplazo de Pedro Pablo Kuczysnki, quien se vio forzado a renunciar en medio de un escándalo por el intento de compra de votos en el Congreso de sus aliados para evitar su vacancia. Y lo hizo con un mensaje conciliador, para atemperar la crispación política que marcaron los 20 meses de PPK en Palacio."Hay que poner punto final a la confrontación", sentenció en el hemiciclo ante las bancadas que han anunciando su apoyo en principio al nuevo gobierno.

No se sabe cuánto durará la tregua o esta especie de luna de miel, como suelen llamar los comentaristas al inicio de un nuevo gobierno, pero Vizcarra desveló de arranque la consigna con la que asume el poder ante un Congreso que fue hostil con el gobierno al que perteneció: defender "la integridad física y moral del Estado y la independencia de las instituciones democráticas". 

El flamante mandatario ha prometido que combatirá la corrupción. Es lo mínimo que le exige las circunstancias actuales que han destapado el sainete de casi toda la clase dirigente del país, que por estos días nos ha recordado, como un déjà vu, lo más rancio de la época fujimontesinista.

"La justicia deberá actuar con independencia, responsabilidad y celeridad, pero al mismo tiempo lo sucedido debe marcar el punto final de una política de odio y confrontación de una política de odio y confrontación que solo ha perjudicado al país".


De hecho, el primer discurso del flamante presidente del Perú generó expectativas positivas en las distintas bancadas del Parlamento, al punto que lo calificaron de "esperanzador" y "optimista".

El constructor de educación

Martín Vizcarra es un ingeniero civil de 55 años que tiene por delante una cita con la historia. Y por esas coincidencias de la vida, asume la Presidencia el mismo día en que, hacer tres décadas, ocupó su primer cargo público: director ejecutivo del proyecto "Pasto Grande", con el que se construyeron los canales de irrigación para Moquegua. Tenía entonces 25 años y apenas se había graduado como ingeniero civil en la UNI. De perfil bajo, pero seguro de sí mismo, quienes lo conocen dicen que se deja aconsejar y sabe escuchar a su círculo de confianza, que es pequeño pero muy cercano a él. 

Entre 1992 y el 2005, el hoy presidente de la República, se abocó por completo a la   actividad privada con su empresa C & M Vizcarra. Le fue bien en el negocio de la construcción: tuvo contratos con el Estado por esos años y llegó a facturar hasta 10 millones de soles.

Postuló por primera vez a un cargo público de elección popular en el 2006, con el Apra. Alan García estaba de nuevo en en el poder, pero quedó en segundo lugar en Moquegua, detrás de Jaime Rodríguez. Su padre, don César Vizcarra Vargas, fue el líder histórico aprista en la región. Como miembro de la Asamblea Constituyente en 1978, peleó para introducir el concepto del ‘canon minero’, que fue la base del ‘boom’ moqueguano. 

En el 2008, como decano del Colegio de Ingenieros de su región, tuvo una activa participación en el llamado "Moqueguazo" ese año. Martín Vizcarra fue parte del equipo negociador que protestaba para que la repartición del canon que dejaba la minera Southern se repartiera equitativamente entre Moquegua y Tacna.

El ascenso al poder de Vizcarra fue en realidad vertiginoso, pero viene precedido de una gestión eficiente como gobernador de Moquegua, cargo que ocupó entre el 2011 y el 2014, cuando su región alcanzó los indicadores más altos en desarrollo social, sobre todo en educación escolar, y el mejor índice de desarrollo humano. 

En su primer discurso como jefe de Estado, dijo que los principales objetivos de su gestión serán recuperar la gobernabilidad y la confianza en las instituciones, lograr estabilidad económica y convertir a la educación peruana en "pilar central" para el desarrollo. 

¿Será que esta vez sí tendremos, por fin, un gobernante que le interese de verdad la educación? Por lo menos sus antecedentes lo avalan. Era febrero de 2013, cuando Vizcarra consiguió, en tres años como gobernador, que siete de cada diez niños en Moquegua entendiera lo que leía, y que cinco de cada diez resuelva bien problemas básicos de matemática. Un lujo para un país en el que, en promedio, apenas cuatro de cada diez alumnos de primaria entienden lo que lee, y tres de cada diez pueden resolver problemas de aritmética.

¿Cómo lo logró? En principio, destinó el 30% del presupuesto total de la región a la educación. El resto de gobernadores no invertía más del 10%. Vizcarra no solo se limitó a construir aulas nuevas, sino que las dotó de maestros capacitados que supervisaban las clases de los profesores. "Fue una decisión política, pero con base técnica", recuerda Vizcarra, al contar que el porcentaje que se invirtió en la educación nació a partir de una pregunta clave: ¿Cuál es el tope máximo que se puede destinar a este sector sin descuidar la salud, la agricultura y las carreteras? Hechas las sumas y las restas, el resultado fue ese treinta por ciento. 

Vizcarra tiene una predilección especial por la educación. Su historia familiar está ligada a esta noble profesión que se ha venido desvalorizando en el país. Su madre fue profesora de primaria y su esposa es la directora de un colegio público inicial. Hoy, en el Perú, más de 300 mil maestros de las escuelas públicas ganan apenas un tercio de lo que ganaban sus colegas hace cincuenta años en el país. A nivel regional, un maestro en Chile gana el doble que profesor peruano; en Brasil, el triple.

El eslogan de Vizcarra cuando era gobernador fue: "En Moquegua, la educación es primero". Y no era una frase hueca, como suele ser la propaganda política. Estaba respaldada por hechos concretos. Y apostó por recuperar el amor y respeto por la docencia. 

Estos logros como gobernador no solo le dieron notoriedad nacional. En el 2015 recibió las Palmas Magisteriales en el Grado de Amauta y entabló una relación de amistad y respeto profesional con Jaime Saavedra, para muchos el mejor ministro de Educación que tuvo en el Perú en los últimos años, pero que fue censurado en diciembre de 2016 por el fujimorismo que domina el Congreso. Hoy, con Vizcarra en el Palacio, su nombre ha vuelto a sonar en el nuevo gabinete que espera tener listo en 10 días, el cual será totalmente renovado.

En las últimas semanas, Vizcarra se convirtió en el político más buscado del país para conocer si renunciaría a la vicepresidencia en el caso de que Kuczynski fuera destituido por el Congreso. Pero él mantuvo el perfil bajo en Canadá, donde estaba en funciones como embajador hasta este viernes que asumió la Presidencia en el Perú. 

Antes de asumir la embajada, fue ministro de Transportes y Comunicaciones de PPK, cargo al que tuvo que renunciar en mayo pasado para evitar su casi segura censura impulsada por el fujimorismo en el Parlamento, que lo acusaba de haber permitido una adenda ilegal al contrato para la construcción del aeropuerto de Chinchero, en Cusco.

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