La peor pesadilla de Donald Trump —que puede acabar con su mandato antes de tiempo— empieza a hacerse realidad, luego de que su exconsejero de Seguridad Nacional, el general Michael Flynn, se declaró culpable por un falso testimonio ante el FBI y aceptó colaborar con el fiscal especial Robert Mueller, quien investiga la trama rusa.

Flynn no solo admitió ante un tribunal los cargos de falso testimonio por haber mentido al FBI sobre las dos conversaciones con el embajador ruso Sergey Kislyak que mantuvo en 2016, sino que además reconoció que el entorno del mandatario republicano le pidió "entablar contacto directo" con Rusia.

El primer contacto fue el 22 de diciembre pasado para lograr que Moscú retrase una votación contra Israel en la ONU. Es en este caso en el que Flynn reconoce que recibió el encargo directo del entorno de Trump. La otra conversación se dio el  29 de diciembre del 2016, el mismo día en que el saliente presidente Barack Obama anunció la expulsión de 35 diplomáticos rusos por la injerencia del Kremlin durante la campaña electoral. El objetivo en este caso era atemperar la respuesta de Vladímir Putin a las sanciones.

En ese entonces, Flynn, quien aún no tenía cargo oficial, dio a entender al embajador ruso que si Moscú se moderaba, les sería más fácil restablecer las relaciones cuando Trump fuese investido presidente el 20 de enero. Y lo logró, porque el Kremlin no tomó, para sorpresa de todos en ese momento, ninguna represalia contra Washington.

Cuatro días después de que Trump asumiera el mando de EEUU, Flynn, ya nombrado consejero de Seguridad Nacional, fue interrogado por el FBI y negó haber tenido conversado con el embajador ruso sobre las sanciones al Kremlin. Esta versión se cayó cuando se filtraron las grabaciones de los servicios de contraespionaje estadounidenses, y se desató una crisis en el gobierno del magnate republicano.

Flynn había negado las contactos con Kislyak al FBI, al vicepresidente Mike Pence y a todo el país. Trump tuvo que destituirlo, muy a su pesar, 24 días después de haberlo nombrado, porque  el Departamento de Justicia había alertado que era susceptible de chantaje por parte del Kremlin.  

Trump ha vuelto a negar este sábado que se produjera una "connivencia" entre su equipo de campaña y el Kremlin con el objetivo de favorecerlo en los comicios del 2016, en los que llegó a la Casa Blanca. "Lo que se ha visto no es connivencia. No ha habido ninguna connivencia en absoluto, así que estamos muy contentos", declaró Trump a un grupo de periodistas antes de partir rumbo a Nueva York, donde tiene previsto pasar el día.

Pero ahora Flynn aceptó colaborar en la investigación que el pasado mayo inició el ahora fiscal especial Mueller, legendario exjefe del FBI, con el fin de determinar el nivel de coordinación entre Rusia y el equipo de campaña de Trump en las últimas elecciones estadounidenses.

Como parte de esta investigación, denominada como 'Rusiagate', Mueller también ha presentado cargos contra Paul Manafort, exjefe de campaña de Trump, y el que fuera su "número dos", Rick Gates.

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