Paul Manafort, quien fuera uno de los hombres fuertes de Donald Trump en la campaña que lo llevó a la Casa Blanca, se convirtió en el primer imputado formal de las investigaciones de la trama rusa —'Rusiagate'—, que están a cargo del fiscal especial Robert Mueller, quien busca esclarecer si hubo o no coordinación entre el equipo electoral del magnate neoyorquino y el Kremlin para influir en las elecciones presidenciales de noviembre del 2016.
Así, el exjefe de campaña de Trump y su exsocio Rick Gates enfrentan al menos 12 cargos por "conspiración contra Estados Unidos" que este lunes se formalizaron ante al FBI, tras ser aprobados por un jurado federal en Washington el viernes.
Los cargos en mención no se refieren a la campaña electoral en sí; se centran en la asesoría a un político ucraniano cercano al presidente ruso, Vladimir Putin, pero sí son parte de las pesquisas por el llamado 'Rusiagate'. Este asunto de forma dio pie para que Trump trate de minimizar la indagación y la cuestione, al señalar, a través de Twitter, que las imputaciones con su exjefe de campaña vienen de "años atrás".
“Perdón, pero esto fue hace años, antes de que Manafort formase parte de la campaña de Trump. ¿Por qué no están ‘Hillary la corrupta’ y los demócratas en el foco?”, escribió en un mensaje, para continuar con otro en el que agregó: “Además, ¡No hay colusión [entre la campaña y Rusia]!”
La megainvestigación que desde mayo pasado dirige el fiscal Robert Mueller —un legendario exjefe de la CIA— se centra en dilucidar si entre el Kremlin y el equipo de campaña de Trump hubo algún tipo de colaboración para favorecer la derrota de Hillary Clinton. Para las agencias de inteligencia de EEUU, la inteferencia de Rusia en los comicios pasado está probada.
¿Qué dice la acusación?
En el documento oficial de la imputación, que citan medios estadounidenses este lunes, el fiscal Mueller señala que, entre el 2006 y 2015, Manafort, conocido lobista en Washington, actuó junto a su socio como un agente del Gobierno de Ucrania y del partido de Victor Yanukovych sin haberlo registrado legalmente, y agrega que este accionar ilegal le reportó decenas de millones de dólares que no declaró sino más bien ocultó a través de un amplio abanico de herramientas financieras.
Según las pesquisas, fueron al menos 75.000 millones de dólares que se desviaron a cuentas en el extranjero, y que luego Manafort blanqueó unos 18 millones para comprar una casa y otros bienes o servicios.
Aunque los cargos no están relacionados con el trabajo que hizo Manafort en la campaña de Trump, sí supone un problema grave para el hoy presidente de EEUU, porque pone a quien fue una pieza clave de su equipo electoral en el centro de una serie de delitos conexos con un político afín a Putin, lo cual lo vuelve vulnerable a presiones o chantajes. De hecho, sus nexos con Moscú lo que le llevaron a dimitir como jefe de campaña del magnate republicano en agosto de 2016, tres meses antes de las elecciones.
Por ello, más de un analista coincide en que estos primeros hallazgos solo pueden ser la punta del Iceberg y que la situación se complicaría más para Trump si es que esto desencadena otras acusaciones que sí lo toquen de forma más directa, sobre todo si ya otro asesor del presidente, George Papadopoulos, se declaró culpable de mentir sobre los lazos de esa campaña republicana con Rusia y de entorpecer la investigación del FBI.
"A través de sus falsas declaraciones y omisiones, el acusado Papadopoulos impidió la investigación en curso del FBI sobre la existencia de vínculos o coordinación entre individuos asociados con la campaña y los esfuerzos del gobierno ruso para interferir con las elecciones presidenciales de 2016", se lee en el texto de imputación de Mueller que citan medios estadounidenses.
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