Engañó a sus seguidores, al público en general, a una agencia de relaciones públicas y a la decana de la prensa peruana. El ilustrador peruano Cristhian Hova les hizo creer a todos que había publicado en The New Yorker. Pero el periodista Diego Salazar, a través de la verificación de la información y consulta con las fuentes, descubrió que lo que decía Hova era totalmente falso.

Como señala Salazar en un post publicado en su blog este martes, "el sábado 22 de julio, la revista Somos del diario El Comercio publicó un artículo sobre el artista peruano Cristhian Hova, quien, decía la nota: “ha ilustrado cuatro portadas alternativas de películas de Marvel, 11 para DC Comics y una para Century Fox. Además, tres tapas para la revista The New Yorker”. 

Una de las supuestas portadas de Hova para The New Yorker era esta:

Esto llamó la atención de Salazar y decidió investigar por su cuenta. Buscó en el archivo del New Yorker, revisó todas las portadas entre 2016 y 2017 (75 en total) y ninguna de ellas mostraba la ilustración del peruano. Lo que sí encontró fue una portada publicada en la edición del 23 de enero de 2017, cuyo autor es Barry Blitt:

Ante las sospechas que despertó esto, Salazar revisó las redes sociales de Hova y encontró más publicaciones en las que el ilustrador compartía imágenes que él afirmaba públicamente eran portadas de The New Yorker que él hizo.

Luego comprobó que estas portadas no existen. Encontró también que Hova decía públicamente que ilustraba notas periodísticas de New Yorker.

Otra vez, esas ilustraciones jamás fueron publicadas en The New Yorker. Ante ello, Salazar se comunicó con las fuentes que correspondía consultar en este caso: alguien de la revista.

"A través de un amigo periodista que trabaja en The New Yorker, me comuniqué con Genevieve Bormes, asistente editorial de la editora de Arte de la revista. En un email le envié las imágenes con ilustraciones de Hova que él mismo había posteado en sus redes sociales y le pregunté si podía confirmarme que esos trabajos habían sido encargados y publicado en la revista o no. Un par de horas después, Bormes respondió: “Hasta donde tengo conocimiento -la expresión en inglés es ‘To the best of my knowledge’, una formalidad habitual en las comunicaciones oficiales-, puedo afirmar que este artista no tiene relación alguna con The New Yorker ni con sus portadas”.

Luego, Salazar se comunicó con los periodistas de Somos y El Comercio. Le contaron que Hova llegó acompañado de personas de la agencia de comunicación con la que trabaja y entregaron un USB con el dossier del ilustrador y confiaron en lo que le decían. “Fue un acto de fe”, le dijo Rafaella León, editora de Somos.

Renzo Giner Vásquez, autor de una entrevista a Hova publicada en abril de 2017, reconoció no haber verificado la fuente. “Me lo dijo él. Y estaba en la nota de prensa cuando me ofrecieron la entrevista”, afirmó.

Salazar también se comunicó con Brunella Vásquez, autora de la última nota en Somos. "Una vez más, como había hecho con León y Giner, le pregunté a Vásquez si en algún momento se le había ocurrido verificar si lo que decía Cristhian Hova, que The New Yorker había publicado varias portadas realizadas por él, era cierto. Al igual que sus colegas, Vásquez me dijo que no", cuenta el periodista.

Finalmente, el periodista llamó a la responsable de la agencia de relaciones públicas que trabaja con Hova:

"La responsable, que me pidió que no mencionara su nombre, me explicó que ella se había sorprendido también y que había hablado con Hova para exigirle que le explicara qué estaba ocurriendo. Las respuestas que le dio, que una supuesta galería de arte en Estados Unidos le había solicitado realizar unas ilustraciones para homenajear portadas de The New Yorker, con consentimiento de la revista, no la convencieron y su agencia había decidido ya terminar la relación laboral con el artista".

La responsable de la agencia le dijo a Salazar que si Hova "no aclara esto resulta que le ha mentido hasta al curador de su exposición en Índigo, donde hay una línea de tiempo que señala que ha publicado trabajos en The New Yorker”. 

Salazar intentó comunicarse con Hova, lo llamó una decena de veces, pero nunca le contestó, cuenta:

"Le dejé un mensaje de voz y varios mensajes a través de messenger en sus dos cuentas de Facebook. La responsable de comunicación me escribió minutos después diciéndome que el ilustrador le había escrito por Whatsapp diciéndole que tenía varias llamadas perdidas y que ella le había dicho que “conteste y que asuma lo que tenga que asumir”. Las llamadas eran mías. La responsable de la agencia me pidió un momento para volver a hablar con él. Segundos después me escribió: “Nada, a mí tampoco me contesta”.

Luego de dos horas de publicado el post y de ser compartido en redes sociales, Hova publicó, en su cuenta de Facebook, una nota en la que reconocía lo que hemos visto y pedía disculpas.

Pasadas las nueve de la noche, El Comercio también pidió disculpas con el siguiente comunicado:

Esta es, definitivamente, una lección para todos los periodistas.

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Todo indica que lo de Hova era sistemático. El usuario Alonso Meza comparó las ilustraciones del peruano y demostró que eran una copia del británico Matt Ferguson.


(Foto de portada: composición de imágenes de Canal IPE e ilustración de Cristhian Hova)


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