Los ataques que han perpetrado los terroristas del ISIS durante los últimos años han obligado a endurecer y replantar los sistemas de seguridad en varios países. Algunas de estas medidas, como las tomadas por el gobierno de Donald Trump, ha sido consideradas 'draconianas'. En Europa la situación no es muy distinta. Este reordenamiento para combatir el extremismo ha puesto sobre el tapete un dilema de vieja data: ¿cuánta libertad individual debemos perder a favor de la seguridad colectiva?

A propósito de ello, The Economist, ha reflexionado sobre la responsabilidad de las empresas que son gigantes de la Internet, como Google y Facebook, en la lucha contra el terrorismo internacional. 

"[...] una idea ha cobrado impulso tanto en Europa como en Estados Unidos: que las compañías de Internet están haciéndoles el trabajo a los yihadistas. Gigantes de la tecnología como Google y Facebook son acusados de hacerse de la vista gorda ante la propaganda violenta en línea y otras plataformas son acusadas de permitir que los terroristas se comuniquen entre sí fuera del alcance de los servicios de espionaje", dice el semanario en su editorial 'Tech firms could do more to help stop the jihadists' (la traducción ha sido tomada de La Nación). 

La publicación critica que las firmas de tecnología han sido selectivas en temas de ciberseguridad y pone como ejemplo la colaboración de estas compañías con los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos. 

"Antes de que Edward Snowden las expusiera en una enorme filtración en 2013, discretamente ayudaban al espionaje estadounidense y británico a monitorear a los yihadistas. Cuando los anunciantes se retiraron después de que sus marcas terminaron junto a material pornográfico, violento o extremista, respondieron con notable rapidez". 

Aunque The Economist reconoce que las empresas se han autoregulado enfatiza, a su vez, que dicha acción ha sido generada por la presión comercial y por el deseo de cuidar su imagen. Un ejemplo de ello -anota- son los mecanismos desarrollados por Facebook  y Google para eliminar los sitios de noticias falsas. 

En ese contexto, la regulación del Internet por parte de los gobiernos sería el camino adecuado (como ha sucedido en Alemania o Gran Bretaña). Sin embargo, la publicación advierte que esa reglamentación debe tener en cuenta las particularidades del sistema digital para no generar una burocracia excesiva. 

"Como en el mundo fuera de Internet, los legisladores deben alcanzar un balance entre seguridad y libertad. Especialmente después de ataques, cuando los gobiernos quieren que se les vea actuando, pudieran verse tentados a imponer prohibiciones generalizadas a la expresión. En vez de ello, deberían proponerse ser claros y definidos sobre lo que es ilegal; lo cual también ayudará a las plataformas a manejar las publicaciones rápida y consistentemente. Incluso entonces, el umbral entre la libre expresión y la provocación será difícil de definir. El objetivo sería traducir las normas legales del mundo físico al terreno cibernético". 

Parte de ese cuidado gubernamental tiene que ver con las posibles consecuencias. Así- señala el semanario- una regulación que requiera muchos funcionarios para sacar de la red publicaciones ofensivas, afectará con mayor fuerza a las firmas pequeñas y emergentes. Por otro lado, una normativa extremista podría atentar contra el derecho a la información de los ciudadanos, ya que las compañías de tecnologías podrían retirar todo el contenido considerado como 'malicioso'  por las autoridades gubernamentales. 

"Leyes que ordenaran 'puertas traseras' criptográficas en aplicaciones de mensajería populares debilitarían la seguridad para los usuarios inocentes. Los malos actores cambiarían a alternativas no reguladas en países que es poco probable que ayuden a los gobiernos occidentales". 

No a la anarquía

El panorama de las libertades, el terrorismo internacional y la ciberseguridad es complejo, pero The Economist es claro en su posición: es necesaria una regulación. 

" [...] los argumentos sobre el terrorismo y el contenido extremista son un duro recordatorio de que la era de la anarquía y la independencia de principios del Internet ha terminado".

[Foto de portada: tomada de aofi.org.br]

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