Después de que la canciller alemana, Angela Merkel, señalara que Europa debe empezar a tomar las riendas de su futuro y marcar distancia con Estados Unidos y Reino Unido, el presidente estadounidense Donald Trump, fiel a su estilo, respondió de manera contundente a través de su red social favorita, Twitter.
"Tenemos un déficit comercial MASIVO con Alemania, además ellos pagan MUCHO MENOS de lo que deberían a la OTAN. Muy mal para USA. Esto va a cambiar", escribió.
Los mensajes hostiles de Trump no son nuevos y encajan en su temperamento, mientras que sí ha sorprendido la respuesta de la habitualmente contenida Merkel, quien llamó a sus socios europeos a "tomar su destino en sus manos". El cruce de reproches entre ambos mandatarios pone a prueba un eje transatlántico basado en la lealtad casi incondicional desde tiempos de la guerra fría y que hasta ahora superó todos los altibajos, bilaterales o globales.
El acuerdo sobre cambio climático está en duda, la estrategia de defensa mutua de Occidente dependerá del gasto que cada uno haga y las alianzas se supeditan al beneficio propio, un elemento que en la visión de Trump no se puede disociar del apoyo a los electores afectados por la globalización que votaron por él frente a la demócrata Hillary Clinton.
La frase de Merkel que dejó en claro su planteamiento fue que "los tiempos en que se podía confiar completamente en otros han quedado atrás". Este mensaje, de posible lectura electoral, declamado en una carpa cervecera en Baviera, el "Land" del que en los últimos años han procedido las críticas más duras a la línea de la canciller.
Por su parte, el nacionalismo económico propugnado por Trump y su estratega en jefe, Steve Bannon, tiene en Alemania su blanco perfecto, pues es el país con mayor superávit comercial del planeta (253.000 millones de euros el año pasado). Cabe señalar que EE UU sufre un déficit en su balanza de 470.000 millones (50.000 millones con Alemania).
La nación que resurgió de las cenizas de la mano del Plan Marshall ve ahora cómo su prosperidad desata los peores humores de su hermano trasatlántico. Así quedó reflejado en la primera gira al exterior de Trump, en la que dijo que Alemania ya no es un aliado fiel sino un deudor que se aprovecha de las debilidades americanas. Y el magnate se presenta como el encargado de evitarlo y devolverle a EEUU lo que perdió.
A pesar de que la línea de ruptura no es lo que caracteriza a Merkel; menos aún frente a EEUU, aliado irrenunciable en la lucha contra el terrorismo internacional, además de segundo gran socio comercial, tras el bloque de la UE; los mecanismos de defensa de ambos países están activados y las relaciones cordiales entre las potencias mundiales penden de un hilo.
Imagen de cabecera: EFE
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