Desde que asumió el mando de la mayor potencia del mundo, no es la primera vez que Donald Trump es comparado con Richard Nixon. Pero ahora, tras la revelación de que el exdirector del FBI James Comey dejó un informe en el que asegura que el actual presidente de EEUU lo presionó para que cerrara la investigación sobre el asesor nacional de seguridad, Michael Flynn, los fantasmas del 'Watergate' en la Casa Blanca han vuelto con fuerza.
En 1972, Nixon ordenó presionar al FBI para cerrar la investigación por el intento de robo en la sede de campaña del Partido Demócrata en el hotel Watergate. Así lo reveló una conversación registrada el 23 de junio de ese año —seis días después del incidente— por el sistema de grabación secreto instalado en Despacho Oval de la Casa Blanca, entre el entonces presidente y Bob Haldeman, el jefe de personal.
Ese fue el golpe definitivo a su administración. La transcripción de ese diálogo es un documento histórico. En este, Nixon le pide a Haldeman que haga las gestiones necesarias para presionar al entonces director interino del FBI, L. Patrick Gray, para que enterrara la investigación sobre el 'Watergate'. Haldeman sugiere que la CIA le le haga saber al FBI, extraoficialmente, que la investigación puede afectar a temas de seguridad nacional. Nixon aprueba la maniobra. "Deben llamar al FBI y decir ‘por el bien del país, no vayan más lejos en este caso’, ¡y punto!", dice el presidente.
Esta conversación —bautizada como la 'pistola humeante'— probó que Nixon siempre estuvo al tanto de todo en torno al 'Watergate' y que quienes trataron de perpetrar el robo eran sus hombres. El entonces presidente había negado por dos años su implicación en esta trama, hasta que la Casa Blanca hizo público el audio por orden del Tribunal Supremo, a petición del Congreso. El resto de la historia es conocida: Nixon, acorralado, anuncia su dimisión el 8 de agosto de 1974. Si no lo hacía, iba a ser destituido.
Es en este contexto en el que varios observadores políticos estadounidenses —con legítimas razones— sostienen que el desenlace de la trama rusa puede acabar con la presidencia de Trump, como lo hizo el 'Watergate' con la de Nixon.
El informe que Comey dejó antes de que fuera despedido por Trump es una posible prueba de obstrucción a la justicia, un delito que puede acabar con el mandato de un presidente. Incluso hay quienes creen que hay un grabación de la conversación entre Trump y Comey, similar a la de Nixon y Haldeman. ¿La razón? El encuentro entre ambos —del que el exjefe del FBI dejó constancia en un memorando interno— se dio en el mismo escenario: el Despacho Oval. Además, fue el propio Trump el que sugirió que conversaciones como esa pueden estar grabadas el último viernes, cuando en un tuit amenazó al exjefe del FBI: "Ya puede esperar James Comey que no haya cintas de nuestras conversaciones antes de empezar a filtrar a la prensa".
Sea como fuere, esta puede ser la punta de lanza que le dé una estocada mortal a Trump, quien no lleva ni un año en la Casa Blanca, pero su presidencia ha estado marcada desde el inicio por la controversia y los excesos.
Por lo pronto, el Congreso ya solicitó el informe de Comey sobre el encuentro con Trump del 14 de febrero pasado, cuando se dieron las supuestas presiones para que archive la investigación contra Michael Flynn, asesor nacional de seguridad, quien un día después tuvo que dejar ese cargo por mentir al vicepresidente sobre sus relaciones con el Kremlin.
El martes por la noche, el presidente de la Comisión de Control del Gobierno en la Cámara de Representantes, el republicano Jason Chaffetz, envió un oficio al jefe interino del FBI en el que solicita, antes del 24 de mayo, todos los “memorandos, notas, resúmenes y grabaciones” que existan de conversaciones entre Comey y Trump.
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